Tu libro tiene 204 páginas: lo sabes. Adobe 
insiste que son 205. 
Cuando pasas el Word por el Distiller para crear el
 archivo definitivo para imprenta, las fuentes mutan ligeramente. Por lo
 general para bien: en serio, se obran ciertos cambios sutiles entre la 
relación de tamaños, cursivas y negritas que mejoran lo que veías en el 
archivo inicial. Pero que a veces te trastocan la paginación, y entonces
 tienes que pasar una hora buscando página por página
 los ligeros, sutiles cambios que marcan la diferencia. De paso puedes 
descubrir un par de erratas que se habían escapado por el camino. 
60 
minutos y 10 conversiones después, finalmente Adobe acepta que sí, son 
204. Y cede también en que las notas al pie ocupen el número de líneas 
que tú preveías. Lanzas el puño al aire: victoria.
 Mientras tanto, en una esquina, Photoshop se ríe sabiendo que ahora 
tienes que cuadrar los márgenes de la portada, y que los técnicos 
siempre (SIEMPRE) encuentran algún problema en los que has enviado a la 
primera e incluso a la cuarta vez. 
Me pongo el CD de "Cabaret": Maybe this time I'll be lucky...
Me pongo el CD de "Cabaret": Maybe this time I'll be lucky...
 
 
1 comentario:
Y eso sin contar cuando lees desde otra plataforma. Es difícil saber si esos errores tipográficos están en el original o son parte de la magia de la conversión, siempre diferente para que no te acostumbres a un mundo aburrido de concreción en el que lo que esperas coincide con lo que ves. O si la decisión de poner todas las notas al final del documento son decisión de tu socio o una ocurrencia del kindle, que piensa que así distraen menos tu atención.
Estas cosas no te las explican en primero de Autoedición :)
Publicar un comentario