30 septiembre 2014

El Festival de los Cerezos/12

- ¡Corred hacia aquí! -gritó Katsumi, tratando de llamar la atención de los aterrorizados jornaleros-. ¡Yo  intentaré detenerlas!

La novicia de Shizuru se plantó en mitad del camino, sosteniendo la katana con fuerza y tratando de adoptar la posición marcial estratégicamente más adecuada. Los entrenamientos junto a Sora y la madre superiora Aoi pasaban por su mente mucho más rápido de lo que las hormigas gigantes embestían por el campo.
Tras ella, Têru se maldecía por no haber recordado la inutilidad de lanzar un hechizo de sueño a unos insectos y repasaba lo que conocía de aquellos seres: por el tamaño de las mandíbulas y las patas, las dos que venían eran de tipo obrero. Por suerte no tenían aguijón ni inoculaban veneno alguno. Y sin embargo había algo extraño en ellas, en la desproporción de alguno de sus miembros, de sus ojos, de sus bocas, en el brillo rojizo que bordeaba su mirada oscura y en lo erizado del vello del dorso. No eran hormigas corrientes... incluso obviando que medían más de un metro.

Los campesinos corrieron hasta rebasar la bien protegida figura de Katsumi, su flamante armadura casi nueva. Trastabillearon otra vez, casi tropezaron con el terror pintado en sus rostros, y se desplomaron sobre la cebada en cuanto cruzaron al margen contrario del camino. Inmediatamente llegó la primera de las hormigas gigantes: Katsumi le pegó un tajo con la katana, débil, destinado a atraer su atención más que a herirla. Y desde luego que la obtuvo: la criatura se revolvió hacia ella y la mordió en la pierna derecha. Katsumi sintió un dolor agudo cuando las afiladas mandíbulas se cerraron sobre ella. Un dolor que sólo en parte era físico: había algo más, algo perverso y antinatural que trataba de destruirla con aquel mordisco. Sin detenerse a pensar en ello, apartó con el escudo que llevaba prendido del brazo izquierdo a la segunda hormiga.

- ¡Haced un fuego! -masculló Têru a los campesinos. Lo miraron con ojos muy abiertos:
- ¿Con qué quieres que hagamos un fuego, ahora?

El kitsune se adelantó un poco y, con un movimiento seco, hizo aparecer en su mano un fruto de aspecto enfermizo, verde y preñado de un zumo ácido. Lo tiró contra una de las hormigas con la esperanza de quemarla... pero al estallar sobre la costra quitinosa que la recubría, la energía arcana mutó caprichosamente. En lugar de humear, el insecto gigante comenzó a rielar, y a oscilar entre la imagen imprecisa de otras cinco hormigas.
- ¡Ups!
- ¿Ups? -Katsumi estaba boquiabierta mientras trataba de mantener a las criaturas a raya-. ¡¿Pero tú de parte de quién estás?!
Los dos campesinos que habían llegado huyendo siguieron su carrera por entre las hileras de cereales. No obstante, ver a los dos jóvenes plantar cara a los enormes seres infundió valor en el corazón de los otros tres. Uno de ellos golpeó con el rastrillo a una de las imágenes fantasmales de la hormiga, que desapareció:
- ¡Es una ilusión! ¡Sólo hay dos!

Katsumi se protegió un flanco, rechazando más contactos con aquellas fauces chasqueantes, mientras clavaba la katana, ahora sí con fuerza, en la otra hormiga. Los insectos retrocedieron unos pasos, aprensivos. Eso envalentonó aún más a los campesinos, que rodearon a las criaturas: no siempre acertaban con sus golpes, ni los dirigían de manera efectiva contra las partes blandas de las hormigas, pero de vez en cuando eliminaban alguna de las copias ilusorias creadas por error o las distraían lo suficiente para que las frutas ácidas de Têru y los tajos contundentes de Katsumi las fueran cansando.

La hoja de la katana seccionó la cabeza de la hormiga gigante herida: salió rodando camino abajo, mientras el cuerpo se estremecía unos instantes antes de quedar exánime, sangrando en el camino. Al mismo tiempo la otra criatura, cuyos bordes aún rielaban imprecisamente, dirigió su atención al kitsune y le mordió el abdomen. El zorro aulló y respondió a su vez con un mordisco, retrocediendo por el campo.
- ¿Me quieres a mí? ¿Te gusta la carne de zorro? ¡Ven a por mí, ven a por mí!
Las hoces de los campesinos chocaban contra el caparazón de la criatura, haciendo saltar chispas como si golpearan una piedra con metal. Las dos últimas copias ilusorias con las que compartía espacio se deshilacharon en el aire, como humo.
- Protege a tus fieles -murmuró Katsumi. Un destello de energía dorada emanó de su cuerp, bañando a todos los humanos y al kitsune, pero curiosamente no a la hormiga, restañando algunas de sus heridas y devolviéndoles una parte del vigor. El campesino más fornido de los tres le clavó la hoz al desproporcionado bicho entre los cuartos traseros. ¡Sangre al fin!

La hormiga parecía histérica. Se revolvía hacia cada uno de ellos con cada nuevo golpe y casi derribó a Katsumi en sus enloquecidos giros. El labrador fornido se llevó un mordisco que le dejó un buen surco de sangre en el brazo. Pero golpe tras golpe, puñalada tras puñalada y corte tras corte acabaron con la resistencia de la criatura y esta acabó doblando las seis rodillas y mordiendo el polvo.

Los cinco estaban jadeando:
- Bien hecho camaradas, ¡gracias Katsumi!
- Gracias a todos -respondió ella-, no lo hubiéramos conseguido si no hubierais sido tan valientes.
- Criaturas del demonio -dijo uno de los campesinos, pateando el cuerpo quitinoso más cercano.
- Quizás tengas razón -sugirió Têru-. Además de su tamaño extraordinario, estas hormigas tenían algo... diabólico en su mirada.

Katsumi limpió la katana en la hierba antes de envainarla de nuevo. Con un rápido vistazo comprobó el estado de las heridas de todos:
- Permitid que la bendición de Shizuru sane vuestras heridas en gratitud por el valor demostrado -y añadió con una afable sonrisa-. Tendréis una buena historia que contar en la fiesta.
La kannushi cerró los ojos, encomendándose a las alturas, mientras sentía como el poder divino de Shizuru la invadía, canalizándose a través de su cuerpo y sanando las heridas de todos. 
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Dieron media vuelta. En la granja de Suripachi Taro, Têru y Katsumi fueron oportunamente informados de que, en efecto, la muy querida bruja Wakahisa pasara hacía algunas horas con dos jóvenes de camino a Koyotei, que este año iba a llegar incluso antes del comienzo del Festival, y que sin duda aquello era un signo de buena fortuna.

Aunque apretaron el paso, no lograron darles alcance aquel día, ni al siguiente. Los campesinos con los que se cruzaban les indicaban que, sí, Wakahisa y los dos jóvenes habían pasado por ahí algunas horas antes, pero la anciana y sus acompañantes parecían haber madrugado más que ellos y mantener un paso endiabladamente intenso de vuelta a Koyotei.

Finalmente, cuando estaban a punto de alcanzar Koyotei al caer la tarde del día 28, divisaron un grupo de figuras a lo lejos, que cruzaban en aquel instante bajo el Torii conocido como "El Profeta". Una de ellas tenía, claramente, una larga melena blanca, la señal de Wakahisa. En cuanto hubieron cruzado, las tres figuras se separaron y siguieron caminos distintos.

Faltaban apenas 72 horas para que arrancase el Festival de los Cerezos.

29 septiembre 2014

El Festival de los Cerezos/11

- Nací aquí, a las afueras de Koyotei. Mis padres son músicos itinerantes, y quiso el destino o la fortuna que mi madre me pariera en las cercanías de este pueblo y no en otra parte. Pero es una mera casualidad: no pertenezco a ningún lugar concreto. Pasé mi infancia recorriendo los caminos junto a ellos y aprendiendo los rudimentos del arte. Wakahisa fue la matrona que asistió a mi madre en mi alumbramiento, y tras dejar a mis padres pasé algunos años con ella, mientras trataba de que aprendiera los misterios arcanos... pero creo que el estudio no es lo mío. Prefiero tocar música, contar historias y andar por los caminos en una agradable compañía.

El alegre kitsune tocó unos acordes sencillos en su laúd. Teru caminaba por la senda que llevaba hacia el Este, aparentemente contento de estirar las piernas, de alejarse de la rutina del pequeño enclave y de viajar con la hermosa novicia. Katsumi suspiraba, impaciente, mientras el kitsune parloteaba.

- Tengo tres hermanos, pero no son tan divertidos como yo, jaja.
- Têru: te conozco desde hace casi 10 años.
- ¿Estás segura? -respondió, pícaro, el kitsune-. Ya nunca te veo de fiesta por el pueblo. Hace casi un año que no sales con nosotros a divertirte... Yo creo que te han cambiado, que ya no eres la misma. Y a los extraños hay que presentarse educadamente, jiji.

La primera noche de aquel viaje, Têru volvió a tener el mismo sueño, y fue la última que se repitió. Al día siguiente caminaron rodeados por campos de trigo y al tercero, de cebada. El número de granjas había ido disminuyendo a medida que se dirigían más al Este. Y entonces alcanzaron el límite de los terrenos de la última de todas. Tres esforzados jornaleros estaban quitando las malas hierbas de los límites de un campo de cebada en pleno crecimiento, faltaba a penas mes y medio para cosecharla. Más allá de donde trabajaban comenzaba la pradera salvaje, y mirando bien hacia el horizonte podían divisarse las estribaciones de un gran bosque que llegaba hasta el sur.
- ¡Buenos días, viajeros! -dijo uno de ellos al verlos. Dejaron de trabajar y se acercaron para acariciar el lomo del kitsune con la fruición de quien cree que da buena suerte-. ¿Os dirigís hacia la costa?
- Buenos días -respondió con una sutil inclinación de la cabeza la novicia-. ¿Ya estáis preparados para la celebración de la próxima semana?
- Oh, hay muchas ganas de terminar los trabajos para poder ir al Festival, elevada kannushi.
- ¿Les echamos una mano amigos? -dijo Têru para sorpresa suma de su compañera, que lo tenía por un haragán-. Nos dirigimos a casa de la reverenda Wakahisa, pero supongo que tenemos un poco de tiempo para echar una mano, ¿no, Katsumi? Por cierto, ¿de quién es esa granja tan grande que hemos cruzado hace poco?
- ¿A baba Wakahisa? Pero no es posible...
- Tenéis que haberos cruzado...
- Pasaron por aquí en vuestra dirección no hará ni dos horas. Viajaba con dos muchachos jóvenes.
- Sí, uno con aspecto de simio y el otro con una horca de tres dientes. Quizás aún...

Entonces, un grito procedente de detrás de los campesinos rompió la tranquilidad de la soleada mañana. Por entre la cebada llegaban lanzados otros dos de sus compañeros, corriendo como alma que llevara el diablo.
- ¡Vienen los yokai! ¡Que vienen los yokai!
- ¡Son gigantes, oh, gigantes!
Katsumi y Têru trataron de divisar algo tras los que gritaban. A unos 10 metros tras ellos había unas hierbas altas y matorrales por entre los que habían aparecido corriendo. ¿Gigantes? No se veía que nada les persiguiera. O tal vez sí que había una cierta agitación entre la espesura...

Têru tomó la iniciativa:
- ¡Venid aquí, conmigo! -llamó a los dos que huían hacia ellos y a los tres con los que habían estado hablando. Les conminaba a cruzar la senda y esconderse entre la cebada que crecía al otro lado del camino. 
Katsumi aún no veía que viniera nada, pero empezó a salmodiar un rezo, encomendándose a la protección de Shizuru. Fue entonces cuando algo marrón oscuro, del tamaño de un poni, salió a toda velocidad de entre las matas del fondo, seguido de otra criatura igual. Sus seis patas se movián a una velocidad endiablada y llevándolas a través de la cebada, ganando cada vez más terrenoa  los pobres campesions que corrían por sus vidas. Dos pares de mandíbulas chasqueaban y otras tantas antenas oscilaban por encima de unos ojos negros y brillantes.
- ¡Son hormigas gigantes!
- Yo me encargo -afirmó con seguridad Têru mientras murmuraba unas palabras en la lengua secreta de los bosques. Nada ocurrió, las enormes hormigas seguían corriendo hacia ellos y estaban a punto de alcanzar a los campesinos... y a ellos dos-. ¡Maldición!
- ¿Qué has hecho?
- Un conjuro de sueño. Es... es muy efectivo con los animales. Normalmente...
- Yo las veo muy despiertas -y muy cerca.
- Esto... Quizás haya olvidado que los insectos no tienen mente y no les afecta...
La clérigo desenfundó la katana y se preparó para el combate que se preveía difícil.

28 septiembre 2014

The Caretaker [spoilers]

Llegamos a la mitad de la temporada 2014 de Doctor Who con los protagonistas enfrentados finalmente a lo que tanto habían aplazado... o mejor dicho, a lo que tanto había aplazado Clara Oswald: The Doctor meets Danny Pink... y por supuesto que saltan chispas.

Stuart Manning vuelve a firmar un poster sublime
El episodio parte de un divertido guión que es puro Gareth Roberts, un Gareth Roberts que extrae lo mejor de "The Lodger" y "Closing Time" (el Doctor de incógnito en el mundo real, diálogos ágiles y divertidos, relaciones personales llenas de secretos) pero también de The Sarah Jane Adventures, con la participación en este caso de Steven Moffat, que me parece le influencia de forma muy beneficiosa. La historia que construyen es heredera de "An unearthly child" (1963) y "Remembrance of the Daleks" (1988), precuelas para el interesado por toda esa "energía artrón" a la que hace referencia el Doctor e incluso por los motivos que le llevan a pensar en Coal Hill School y en pedir un trabajo como bedel; pero también lo es del Couplings de Moffat o del Doctor Who como culebrón que a veces construía, y muy bien, Russell T Davies. El recuerdo del egocentrismo de este Doctor, en forma de mirada al Undécimo Doctor, es hilarante.

Porque sí, tenemos un robot como núcleo de la trama, como monstruo y peligro al que vencer, pero el centro de la historia son esta vez las relaciones personales. La dinámica que tiene a Clara entre dos mundos -divertidísima la escena precréditos del episodio- pero también entre dos hombres, el Doctor y Danny Pink; y no en el sentido romántico en el que podía encontrarse Amy Pond, con el Undécimo y Rory, o Rose Tyler, con el Noveno y Mickey. Son dos hombres tan diferentes como el agua y el fuego, pero a la vez tan parecidos como la niebla y el vapor. Dos hombres condenados a chocar y condenados a entenderse.

Digámoslo claro: cuando el Doctor le dice a Clara que le recuerda a una profesora a la que una vez conoció, y ella le dice que sí, claro, a ella misma, Clara se equivoca. El Doctor se está refiriendo a Barbara Wright, su primera compañera involuntaria en 1963, unos 1800 años atrás para el Doctor. La no aparición en este capítulo del otro primer compañero del Doctor, Ian Chesterton, que muchos esperaban desde que "The Day of the Doctor" (2013) nos revelara que Ian es miembro del consejo directivo de Coal Hill School, no es baladí. No hace falta que Ian asome la cabeza porque Danny Pink tiene todos los números de convertirse en nuestro nuevo Ian. El Doctor incluso le cambia la profesión -que usa como apodo- constantemente para meterse con él: PE (Educación Física) en vez de profesor de Matemáticas, como a Chesterton le llamaba constantemente desde Chesterfield hasta Chatterton o Charterhouse. E incluso el propio póster del capítulo diseñado para Radio Times tiene claro que PINK es la clave de la trama.

Nos falta el tercer elemento, claro: la "nieta", Susan. Aunque el reparto de papeles en el diálogo que "The Caretaker" establece con "An Unearthly Child" no es del todo literal, y Clara hace un poco las veces de Susan -la muchacha a la que el profesor de ciencias quiere proteger pero que ya está viajando en la Tardis y debe hacer las presentaciones y limar asperezas en ambas direcciones-, la niña en este episodio es Courtney (Ellis George), mucho más parecida en carácter al propio Undécimo Doctor que Clara. Una rebelde, una mala influencia, una curiosa vital, un culo de mal asiento... como él.

La realización de Paul Murphy, en su segunda dirección en la serie tras el reciente Robot of Sherwood, brilla con agilidad, frescura y sentido del ritmo. Desde las secuencias iniciales hasta el tratamiento de los diálogos, las secuencias de acción, la cotidianeidad de la escuela, los pequeños homenajes (a Cazafantasmas, por ejemplo) o las soluciones sencillas para presentar al monstruo en acción de forma que parezca mínimamente creíble (planos cortos, desequilibrados y en movimiento) o como la TARDIS es descubierta ante los distintos personajes. Como es marca de la casa, tal vez el episodio se desinfla un poco en el último tercio, pero el uso del puro lenguaje de programación y la suplantación de la jerarquía militar -¿inspirada por Danny?- son grandes avances a la hora de presentar al Doctor enfrentándose a sus enemigos de maneras propias y personales: obra de los guionistas pero bien presentada por el director.

En esencia lo que Murphy consigue es que los tres protagonistas consigan dar el 100% de sí mismos en un episodio que abandona los rincones épicos. Ese desarrollo, esa interacción, ese planteamiento de las bases de los personajes, es lo que hace que "The Caretaker" sea uno de los imprescindibles de éste año.

BONUS POINTS: ...por la broma sobre River y las nutrias. Uno puede imaginarse con facilidad la pelea y a River largándose "con el coche" ^_________^

Y por la primera pista de que el "Más Allá", la "Tierra Prometida" no son sólo lo que parecen, que es algo con un nombre más whovianamente aceptable que lo que el mero misticismo implica (la "Nethersphere" = Nadaesfera).

22 septiembre 2014

Time Heist [spoilers]

Ocean's Thirteen... in space.

Sí, así podría resumirse la idea general del capítulo de esta semana de Doctor Who, el quinto ya de la temporada. Una temporada que parece regirse por el lema "espera lo inesperado": partimos de una historia de regeneración de dudosa moral que aún lanza fuertes lazos hacia el pasado, seguimos con el cuento de daleks más introspectivo de la historia, fintamos hacia la izquierda a una aventura sin complejos llena de humor e inocencia, nos lanzamos a un cuento de terror psicológico que acaba siendo algo más... y llegamos a este episodio cinco en el que veremos al Doctor unido a un particular y habilidoso grupo para robar el banco más protegido de la galaxia.

Y el punto de partida es fabuloso, pero he de decir que a mí Time Heist no me ha convencido. No creo que sea un mal capítulo: es disfrutable, tiene ideas interesantes y un concepto general apasionante que por momentos crees que va a funcionar. Me parece, eso sí, que este episodio con gran premisa y gran arranque en seguida se desinfla y cae en el peor pecado que pueda cometer un thriller: ser previsible.

Las razones concretas son variadas. Pero el problema no es que el episodio las tenga. En mi propia experiencia como espectador, todo lo que viene a continuación convirtió un capítulo que podría haber sido "emocionante", que prometía serlo en sus primeros compases, en un capítulo más porque me di cuenta de ellas en el mismo momento que veía el capítulo, no a posteriori. Son, esencialmente, cinco. 
  1. Clara no tiene ningún papel en toda la aventura más que asegurar a los otros ladrones que el Doctor, aunque no lo parezca, puede valerles más vivo que muerto; cuando llegamos al final, es probable que descubramos que ni siquiera eso. 
  2. El grupo es demasiado pequeño: una cambiaformas que sólo utiliza dos veces su poder en toda la historia (y una más para demostrarlo al principio), un hacker con un ordenador implantado (que la única vez que tiene usar su habilidad, no consigue hacerlo del todo)... y el Doctor y Clara. Poca variedad, lo que promete que tendremos pocas situaciones que requieran de las capacidades especiales del equipo; y esos momentos especiales son parte de la gracia de las "misiones imposibles" y "ocean's eleven". Incluso en el capítulo más mediocre de El Equipo A hay algún momento para que cuatro personas se luzcan con sus respectivos talentos.
  3. Faltan retos: el banco, sinceramente, no da la impresión de ser tan inexpugnable. Hay un par de problemas difíciles de resolver y poco tiempo para hacerlo... pero ese es el pan nuestro de cada día en un capítulo de Doctor Who: 45 minutos, retos y adrenalina. Un episodio como 42 (2007)  lo entendió y daba mucha más impresión de tensión, de pedir a todos los personajes que lo dieran todo, de no dormirse, que éste. Y para colmo, también con un sol como amenaza. En ese sentido, el thriller de Chris Chibnall y la dirección del inefable Graeme Harper de aquel superan en mucho este de Stephen Thomson y Douglas Mackinnon (lástima, porque el montaje rápido del principio prometía).
  4. El gran reto del banco acaba siendo, sin duda, el Teller, algo demasiado evocador del Minotauro de The God Complex (2011) pero lo suficientemente distinto y con un giro terrible hacia el horror físico que le da entidad propia. Su uso en pasillos demasiado abiertos le quita algo de la posible claustrofobia de cruzarse con él mientras te busca por su laberinto. Sin embargo, cuando llegamos al clímax y el Doctor le hace "un Akhaten" (en otros términos) para inmediatamente descubrir que, esencialmente, esto vuelve a ser otro Hide (2013), cuando hace tan poco, la semana pasada, Orson Pink ya nos  recordaba otra vez a la Hila Tacorian de ese mismo episodio... Todo está demasiado reciente, la sorpresa se desvanece rápidamente y nos deja una sensación de "¿otra vez?".
  5. Aunque la razón principal, la que desmonta la intriga de Time Heist desde el principio, es que la misteriosa voz del Arquitecto con el que todos han acordado llevar a cabo este robo es muy fácilmente identificable. No hay duda de que, por distorsionada que esté la voz, esas inflexiones son las del Doctor de Capaldi. Y si desde el primer instante sabemos que es el Doctor quien los ha reunido a todos, sumado al título, y que pronto empecemos a ver que alguien ha dejado un curioso y oportuno rastro de miguitas... toda la emoción, incluso el drama de los sacrificios de los integrantes del grupo, se desvanece. No digo que tengamos desde el principio todas las claves para resolver el episodio: pero sí tenemos un thriller sin thrill.
Con todo, no puedo decir que Time Heist sea un mal capítulo de Doctor Who. Es un capítulo que malgasta oportunidades, que no saca las lecciones debidas del género al que trata de emular y que pierde fuelle en lo que a la trama se refiere con demasiada prontitud, pero aún así sigue siendo una aventura emocionante para los niños o quienes se acerquen a la serie por primera vez. Nos dibuja a un Doctor realmente interesante, a medias entre el serio engreído decepcionado porque quien creía muerto no lo esté (es decir, por haberse equivocado) y el carismático líder capaz de hacer bromas con la banda e invitarles a echarle una llamada cuando se tercie.

Quizás un Doctor que arrastra a Clara a una aventura en la que no necesitaba estar solamente para demostrarle que eso es mucho más interesante que las citas que pueda tener en la Tierra. Un Doctor vulnerable. Un Doctor que teme que su chica imposible tal vez... se le va.

Próxima parada: Coal Hill School, un Doctor de incógnito, y el choque que todos esperábamos con Danny Pink. El próximo sábado llega The Caretaker... y me parece a mí que las cosas no seguirán siendo igual cuando todo termine, y mucho menos a la semana siguiente.

V Marató del Doctor. Teasing...

En 2013 vimos "The Dalek Invasion of Earth", "The Brain of Morbius" y "The Name of the Doctor".

Este año iremos más allá...

Keep in tune!

18 septiembre 2014

Club de Lectura de Doctor Who: Virgin Books

En la primera sesión del Club de Lectura de Doctor Who nos adentramos en las novelizaciones de historias de la serie de televisión (y algunas novelizaciones originadas en otros medios) dentro de la editorial Target.

El próximo 14 de octubre tendremos la segunda reunión del Club en la Librería Gigamesh, y os proponemos dedicarlas a las primeras novelas originales que se escribieron sobre el personaje, una vez acabada la etapa clásica en 1989 con el serial Survival de Sylvester McCoy. La editorial que lanzó continuación novelada de las aventuras del Séptimo Doctor fue logicamente Virgin Books, ya que había comprado el sello Target, dentro de la colección "The New Doctor Who Adventures" (o "New Adventures" a secas). Algo después Virgin sacó una segunda colección dedicada a los Doctores anteriores, llamada "Missing Adventures". En total, 94 títulos, más otros 23 dedicados al personaje de Bernice Summerfield.

Apenas 3 novelas de la etapa Virgin han sido reeditadas en el siglo XXI. Para quienes queráis haceros con alguna en Gigamesh de cara a la reunión del día 14, éstas son:
  • Shakedown, de Terrance Dicks (a medias novela Virgin y novelización de Target).
  • The Sands of Time, de Justin Richards.
  • Scales of Injustice, de Gary Russell.
Respectivamente Shakedown es una aventura del Séptimo con los Sontaran; Sands mete al Quinto y su tripulación en una secuela de "Pyramids of Mars"; y Scales situa al Tercer Doctor entre UNIT y una tribu de Silurians. 
 
Os invitamos a que leáis estas o cualquier otra de las aventuras de la etapa Virgin y vengáis el 14 de octubre a comentar vuestras lecturas whovians con nosotros a la librería Gigamesh.

17 septiembre 2014

La caída del Undécimo (II): una teoría

¿A estas alturas, teorías sobre Trenzalore? Venga, que ahora lo que se lleva son las tierras prometidas, las colchas y los graneros.

Mira, las neuronas conectan cuando conectan. Habla con mis axones si eso... En cualquier caso, ya veréis que hay relación.

A ver: nos situamos en The Name of the Doctor (2013) con la visita a un planeta devastado por una larga guerra cuya tumba más importante es una Tardis moribunda, la Tardis, que sólo se abre al pronunciar el nombre de su dueño y en cuyo interior se esconden los restos post-mortem del Doctor: una maraña de luces entrecruzadas que no es sino su línea temporal. Todo su viaje por el espacio-tiempo, de la cuna a la tumba. De todo esto ya hablé en su momento (y metí la pata un par de veces: boca grande, cuerpo recién regenerado, tiene vida propia... ¡es lo que hay!).

Bien, estamos centrados. Ahora sabemos que el Undécimo Doctor (y dentro de la línea temporal Clara sólo se encontró con 11 Doctores + el War Doctor) no fue el último de la vida del Doctor. Que quizás murió en Trenzalore tras una larga guerra, sí, pero que no dejó sus restos mortales dentro de una Tardis herida de muerte porque se regeneró. Siempre hay tiempo para que ocurra eso, aún podría pasar en el futuro pero, ¿por qué no iba a contener entonces toda la línea temporal del Doctor, incluyendo al Duodécimo y sus potenciales seguidores?

Hipótesis: ¿y si la muerte sin regeneración del Doctor en Trenzalore es uno más de los múltiples "asesinatos" a los que la Gran Inteligencia lo somete cuando entra dentro de esa línea temporal? Recordemos que sus fragmentos repartidos por toda esa vida no tratan de atentar contra él en un momento antes que en otro, sino en todos a los que accede a la vez. Vastra menciona por ejemplo Androzani, donde se regeneró el Quinto (pero a quien la proyección mental o el recuerdo del Amo le instaba a no hacerlo). El futuro en el que el Undécimo Doctor muere definitivamente en Trenzalore, el que visitamos en The Name of the Doctor, podría ser uno de esos momentos truncados. Porque realmente hubiera sido el final del Doctor si Clara no hubiera intercedido por él ante los Señores del Tiempo en The Time of the Doctor (2013) y no hubiera recibido un nuevo juego de regeneraciones.

Las consecuencias de eso hubieran sido, por otra parte, aún más duras: si no hubiera sobrevivido, el Duodécimo Doctor no hubiera podido unirse a sus anteriores 12 contrapartidas para congelar Gallifrey en The Day of the Doctor (2013). Clara aún podría haber llegado al granero en el que el War Doctor decidía qué hacer con el Momento, puesto que el artefacto había llamado a versiones POTENCIALES del futuro del Doctor. Pero hay algo aún más grave: si Clara no hubiera llegado a viajar con el Doctor de Peter Capaldi, nunca hubiera llegado a vivir los acontecimientos de Listen (2014) y no hubiera hecho la otra visita al granero, la que le llevó a provocar en el Doctor ciertos miedos (¿o ya los tenía y por eso lloraba?) e infundir ciertas valentías que serían fundamentales para el desarrollo de su carrera. Quizás incluso, por esa visita, el niño que dudaba entre ser un soldado o un Señor del Tiempo, pero que temía demasiado para ambas cosas, llegó a idear la solución: nunca cruel ni cobarde, usando el miedo que sentía como un superpoder para ser el soldado que no necesita armas.

¿El Doctor es el Doctor porque una noche, de pequeño, Clara le dijo ciertas cosas? No es seguro. Todo el mundo tiene algún momento de revelación, algún instante precioso que cambia más su vida que los demás: pero quienes somos no depende solo de esos momentos. Depende de todos los otros momentos de esa vida, la suma de instantes, de experiencias, de relaciones, de dificultades. Pero ahora sabemos que Clara pudo, en potencia, ser una de esas experiencias importantes. Y por lo tanto, las acciones de la Gran Inteligencia, de haber provocado la caída del Undécimo, hubieran tenido repercusiones potencialmente aún más graves que la muerte del Doctor en todos los puntos de su historia. Podrían haber creado la gran paradoja de que el Doctor ni siquiera hubiera abandonado jamás Gallifrey.

...lo que nos llevaría a hablar de series de audiodramas como los Doctor Who: Unbound o Gallifrey, pero esa es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.

15 septiembre 2014

Listen [spoilers]

(Y esta vez cuando digo spoilers quiero decir spoilers. En serio, si no has visto el episodio aún date la vuelta: si te gusta Doctor Who van a ser 45 minutos de tu vida muy bien aprovechados)

Cuando te pones delante de la pantalla para escribir tu opinión sobre ciertos capítulos, sabes que vas a tardar un buen rato en poder volcar en palabras lo que te han provocado, lo que te han hecho pensar o sentir. En el caso de Listen, me presento ante vosotros sin una idea, ni tan siquiera aproximada, del tiempo o el espacio que voy a necesitar, pero con una vaga certeza de que seré incapaz de hacerle justicia en este momento.

Listen demuestra, por enésima vez, que Doctor Who puede ser muchas cosas. Que pese a que la fórmula "peligro/monstruo-llegan los héroes-son atrapados-escapan-vencen al monstruo" sigue ahí y sigue funcionando, esta serie a veces se puede permitir el lujo de ser diferente. La primera demostración llegó en 1964 con The Edge of Destruction, fruto de la necesidad de ofrecer algo barato y rápido para convencer a la BBC de que la serie podía ofrecer ciencia ficción sin salirse del presupuesto... o incluso sin presupuesto. Progresivamente, otras historias fueron saliéndose de los esquemas habituales: así, The Rescue (1965) o Black Orchid (1982) juegan con nuestras expectativas de que fuera de las aventuras históricas siempre tenga que haber un monstruo; en The Celestial Toymaker (1966) el Doctor está ausente prácticamente el 80% de la aventura; en The Tenth Planet (1966) el protagonista muere -e incomprensiblemente ¡se regenera!-; en The Mind Robber (1968), de nuevo por razones de presupuesto, tenemos un alucinante primer capítulo sin decorados que funciona magníficamente bien; en Inferno (1970) se introduce el concepto de las dimensiones paralelas, donde los amigos de siempre pueden ser terribles enemigos; en The Deadly Assassin (1976) tenemos por primera vez una aventura del Doctor sin ningún acompañante (por primera y única vez en la serie clásica); The Ribos Operation (1978) abre por primera vez un gran arco argumental que durará una temporada entera, a lo largo de 6 historias repartidas en 26 episodios; Love and Monsters (2006) creo el concepto moderno de la aventura "Doctor-lite", donde el foco está en la ausencia del personaje, en el hueco que deja, en lo que ocurre tras su estela, y que retomarían magistralmente Human Nature (2007), Blink (2007) y Turn Left (2008); en una variante, The Crimson Horror (2013) básicamente inventa el capítulo/spin-off.

¿Por qué digo todo esto? ¿Tan diferente es Listen? Yo me acerqué al episodio esperando un nuevo Blink: los terrores ancestrales, los miedos infantiles comunes a todos, la especialidad de Moffat. Ah, las preconcepciones...

No, Listen no es tan diferente. Es otro episodio de miedos marca Moffat.
Sí, Listen es diferente. Muy diferente a todo lo que haya hecho nadie en Doctor Who.

Listen es dos capítulos en uno. No quiero decir que haya dos tramas paralelas: en realidad no hay dos tramas sino un buen montón de ellas. Paralelas, intersectadas, perpendiculares e incluso trazando elipses. Cuando escribo que Listen es dos capítulos en uno es porque puedes verlo, ver como arranca una historia con un planteamiento, un nudo y un desenlace, y a continuación otra que deriva de la primera y que lo complica todo mucho, mucho más. La primera historia empieza, por un lado con el Doctor reflexionando e investigando acerca de los miedos comunes a que algo se oculta bajo nuestra cama, a que nunca estamos del todo solos, a que hay "alguien más" con nosotros en todo momento, y por otro con la cita de Clara Oswald con Danny Pink, una cita desastrosa. Esa historia termina con Clara dándose cuenta de que, a causa de sus mentiras ha hecho que el Doctor altere sin saberlo la vida de Danny y pidiéndole que le permita arreglar su cita volviendo al punto en que se marchó.
La segunda historia arranca con ese astronauta que hace que Clara abandone el restaurante en el peor momento, se la lleva a la TARDIS y le revela que es el bisnieto de Danny (y tal vez de la propia Clara) que ha viajado por el tiempo hasta el fin del universo y al que el Doctor ha rescatado. Pero incluso en el fin del tiempo hay "alguien más"... ¿o no? Esta historia culmina con la visita al granero y el mayor WTF que Moffat se ha sacado de la manga en mucho tiempo, con breve flashback-reaparición de John Hurt incluído.

Esas dos historias se reflejan en un juego de espejos complejo y por momentos insólito: el Doctor tranquilizando al niño es un clásico; el Doctor SIENDO el niño al que Clara tranquiliza ya no es algo tan normal... y en ambos casos con Clara escondida bajo la cama del muchacho como el anti-monstruo, subvirtiendo el tópico. Danny defendiendo que no era un soldado convencional, que salvaba vidas cavando pozos, y la figura del Doctor y las reticencias de sus mayores a que entre en la Academia o sea un soldado. El viaje transtemporal y emblemático del muñeco del soldado desarmado. Pero es que toda esta temporada el juego de espejos (no siempre metafórico) está siendo clave: en ese sentido sólo puedo recomendaros encarecidamente el fantástico análisis que escribió Marc Pastor sobre el anterior capítulo.

Ah, pero además de todo esto, Listen va más allá: no sólo nos da una historia sobre los miedos ancestrales que compartimos, no sólo nos da una narrativa visual fantástica con todo tipo de juegos y gratificaciones (como el viaje de investigación inicial del Doctor o la elipsis/deconstrucción de la cita de Danny y Clara y que nos vuelve a llevar a su primer encuentro en Into the Dalek). No sólo añade una pieza insospechada y para algunos injustificada sobre el origen del Doctor ...

...Y aquí tengo que hacer un aparte. "¡Time lock!" oigo gritar a algunos. Es Clara, os digo yo: nació para ayudar al Doctor, se repartió por toda la Historia en The Name of the Doctor y como entonces ahora está volviendo por la linea temporal del mismo. Si el Doctor nació en Gallifrey, creció en Gallifrey y vivió en Gallifrey, es evidente que algo que está siguiendo los pasos de su existencia como es la TARDIS en ese momento -o Clara en The Name, literalmente a través de la línea temporal del Doctor, entonces- puede aterrizar en Gallifrey en un momento en que el Doctor estaba allí. No es nada nuevo: ya vimos a uno de los fragmentos de Clara ayudar al Primer Doctor a robar esa misma TARDIS en la fascinante primera secuencia de The Name.

Aparte cerrado. Continúo. Listen no sólo hace todo eso. Listen también es un metaepisodio a la manera de la bronca a las fangirls de Deep Breath, el guiño a la oscuridad del Doctor en Into the Dalek o la reflexión sobre el héroe de Robot of Sherwood. Y esta vez nos ofrece a los script editors más clásicos en bandeja: lo que hace es explicarnos por qué es tan interesante pasar miedo ante la pantalla, por qué a los niños les encanta el miedo que pasan con Doctor Who, y cómo ese miedo puede ser bueno (¡chúpate esa, Mary Whitehouse!). Y lo que hace es desgranar las virtudes del Doctor: "never cruel nor cowardly" escribió ya hace mucho Terrance Dicks. Lo verbalizaron los Doctores en ese ya mítico granero en The Day of the Doctor, con Clara delante, y ahora ella lo repite y se retroalimenta. No es baladí que durante ese discurso definitivo de Clara sobre el miedo, que conjuga su visión y la del Doctor en una sola, veamos la imagen del War Doctor dirigiéndose a este mismo lugar. Más que The Name of Doctor, tanto o más que The Day of the Doctor, Listen nos explica quién es el Doctor, pero sobre todo por qué hace lo que hace; continuando el final de Robot of Sherwood, Listen nos dice porqué el Doctor, si no es un héroe, actua como si fuera uno. Listen nos muestra a nuestro héroe como ese soldado tan valiente que no necesita armas. Y curiosamente, aunque en Into the Dalek acabáramos con la idea de que Danny Pink y el Doctor, nunca, jamás se podrían llevar bien, y aunque en este mismo episodio Danny insista en que "I don't do weird"... empezamos a ver que ambos están, de hecho, inspirados exactamente por lo mismo. Literalmente por lo mismo. Y también vemos que la serie "Coupling" fue quizás el trabajo previo de Steven Moffat más esencial para entender el lugar que ocupa ahora y cómo escribe.

Pero para rizar el rizo, por si alguien no se había dado cuenta en las dos ocasiones en que Clara se esconde bajo la cama, donde según el Doctor se oculta ese ser evolucionado para no ser percibido, ese "acompañante" invisible que tanto terror nos produce, es -no literalmente- además un homenaje a las compañeras del Doctor, las que suelen experimentar el factor-miedo por el la mayor parte del tiempo. Una compañía que el Doctor necesita, que le ayuda a mejorar como persona, a acercarse a ese personaje que él querría ser, ese heroe que no siempre logra ser, pero que espera inspirar a su alrededor.

En The Sound of Drums (2007) descubrimos que el Doctor huyó aterrorizado cuando, de niño, le hicieron mirar dentro del Cisma Desatado. Y que aún sigue corriendo. Listen nos ha explicado, por fin, por qué dirigió su huída en la dirección que lo ha hecho durante todo este tiempo. Es un episodio complejo, os lo avisé al principio: es atrevido porque no enseña al monstruo, nos deja casi sin saber si existe realmente un monstruo o todo parte de la paranoia del Doctor. Podría haber otro niño bajo aquella colcha, y podría haber sido sólo la presión exterior lo que golpeaba la puerta de la nave de Orson. Pero es atrevido también por cómo lo plantea todo, por cómo aprovecha sus 45 minutos de metraje, por cómo cambia de juego, de ritmo, de historia; por cómo nos lleva hacia adelante (Orson y sus ancestros viajeros en el tiempo) y hacia atrás, hasta los momentos en los que el Doctor se estaba forjando. Nos recuerda el valor de los niños frente a los terrores que de mayores intelectualizamos, pero que para ellos requiere actos de verdadera y destemplada valentía.

No sé si he hecho justicia al capítulo. De lo que no tengo dudas es de que, con todos sus más y sus menos, y por razones muy distintas a los que le acompañen en ese Olimpo, Listen ya es uno de los grandes capítulos de la televisión del siglo XXI. Y por supuesto, aunque no será del gusto de todos, uno de los mejores episodios de Doctor Who de toda la historia.

11 septiembre 2014

El Festival de los Cerezos/10

Têru aún estaba atribulado por aquel sueño repetido ya dos noches seguidas, por el extraño colgante que había aparecido en su mano la primera y por la desagradable sensación que le había dejado. Para él los sueños habían sido siempre otra forma más de diversión. Pero aquello no tenía nada de divertido.

Debería hablar con Baba Wakahisa, ella siempre le había sabido aconsejar en los momentos de adversidad. Incluso cuando él no quería escucharla... Pero vivía a cuatro días de camino y pronto estaría por Koyotei para dar por iniciado el Festival. Podría subir a hablar con el alegre sacerdote que cuidaba el auditorio en honor a Desna, pero era un hombre de lo más despreocupado, más una artista que un clérigo, y no tenía claro que supiera guiarle en aquel trance. Sólo quedaba una alternativa...
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Uchida Katsumi abrió la puerta del monasterio de Shizuru. Un kitsune de morro blanco había llamado a la puerta, aquel al que todos llamaban Têru. Hacía algunos años habían jugado juntos e incluso bailado en las fiestas infantiles de verano. Apenas unos años antes, cuando aún era una joven alegre y despreocupada, antes de...

Si llamativo era ver a Têru aparecer por el templo, aún más resultaba la expresión de inquietud que revelaban sus ojos. Hizo en el aire una señal de respeto común entre los fieles de Desna.
- Necesito hablar con alguien entendido en cuestiones religiosas, tal vez puedas ayudarme. Hace ya dos noches que el mismo sueño, o pesadilla, viene a visitarme cuando estoy durmiendo. Creo que se trata de un aviso o una señal de Tsukiyo, pero no estoy seguro de cómo interpretar las distintas partes del sueño.
- Bienvenido seas, Têru -murmuró Katsumi con su suave y dulce voz, inclinando la cabeza ligeramente de forma respetuosa. El kitsune era tan directo como recordaba. Katsumi le invitó a pasar y ambos se sentaron en un banco del templo:
- Deja que te lo explique y veamos si tú puedes desentrañar su significado.

"Veo un campo donde pasta un conejo. Es un campo grande y verde. De la maleza sale un zorro que lo persigue y le da caza. Luego aparece un cazador humano que da muerte al zorro; después de una montaña cercana desciende un gigante terrible de piel roja con grandes colmillos que canturrea algo sobre el tiempo de los kamis y el tiempo de los oni. Sin ningún esfuerzo, el gigante mata al hombre y se dispone a devorarlo. Del cielo desciende entonces un impresionante dragón, y sobre la llanura se desata una furiosa batalla en la que sale perdiendo el gigante. A estas alturas el campo está bañado en sangre, pero cuando parece que nada podrá oponerse al dragón y que finalmente habrá paz, una sombra grandísima cubre el cielo y aplasta al dragón. Lo último que recuerdo es la luna, salpicada de rojo, que me habla con voz de hombre y me conmina a recordar el sueño".

-... y eso es lo que llevo dos noches soñando. La primera, además, me desperté con esto agarrado entre mis dedos -Têru le mostró a Katsumi el colgante-, y de verdad que no sé de dónde ha salido

La joven novicia escuchó en silencio, observando al kitsune con sus expresivos ojos grises hasta que comenzó a fruncir ligeramente el ceño, atendiendo con especial interés y llegando a algunas conclusiones.
- El símbolo de Tsukiyo... -murmuró, y extendió su mano para rozar con la yema de los dedos la media luna de jade, estudiando como cambiaba su color al trasluz de la llama de una vela, hasta que miró directamente al kitsune a los ojos-. Têru, ¿no sabrás por casualidad una vieja canción, una rima que hable de eso? ¿Quizás reconociste la canción? El tiempo de los onis fue hace mucho, mucho tiempo. El dragón podría ser Shizuru, que abate con la ayuda de Yaezhing a Fumeoshi por asesinar a Tsukiyo... pero, no estoy segura -terminó con humildad.
- No, no la conocía, pero tiene sentido... Entonces significaría que después de una época en la que ha reinado Shizuru, ¿viene una época de oscuridad?
Katsumi siguió pensando en silencio unos segundos.
- Deberíamos consultar con alguien con más experiencia en la interpretación de los sueños. Si has venido a verme, imagino que ya has considerado la posibilidad de dejarlo en manos de Desna... Pero no es su símbolo el que te ha dejado... No, yo iría a ver al Sennin.
- ¿Tachibana? -torció el gesto el kitsune, al que nunca le había gustado demasiado el hechicero.
- Es el que más sabe acerca de leyendas y otros asuntos esotéricos.
Katsumi se despidió de la Madre Aoi y de sus dos compañeras novicias, y con su bendición partió hacia la torre del Sen.

Dos obesos albañiles discutían junto a la torre, acerca de si los luchadores de sumo de la capital imperial sumaban más victorias en la competición anual que los tetori de Hiyosai. La discusión era animada pero nada violenta.
- Aquí la tenemos: la torre de nuestro mago residente.
Llamaron a la gran puerta de madera de la torre, y enseguida les abrió un extraño ser vagamente humanoide compuesto de rocas volcánicas. Katsumi se sorprendió, pero Têru reconoció a Lurko, el pequeño elemental de piedra que ayudaba a Tachibana con las tareas diarias:
- El maestro se encuentra arriba -dijo Lurko con una voz que sonaba a gravilla y arenisca-. Está completando algunos cálculos celestes, pero si requerís su ayuda puede ser interrumpido.

No tardaron mucho en encontrarse en el estudio del Sen, donde abundaba el material alquímico así como gran cantidad de piedras preciosas y raras.
- ¿En qué puedo ayudaros, queridos jóvenes? No es con frecuencia que se me otorga el placer de teneros en mi hogar. Si también vosotros venís a preguntar acerca de ese Tatami-Do tan magnífico que exponen junto a "Las 12 casas", he de deciros que yo no tuve nada que ver con su hallazgo.
- Más bien  las investigaciones celestes, maestro Tachinaba. Por eso y para saber más de este medallón. ¿Podría decirnos qué magia encierra?
El Sen examinó el colgante durante un minuto:
- Es un símbolo sagrado. No parece tener ninguna magia propia, pero imagino que podría servir como foco para un sacerdote de Tsukiyo
Entonces, los dos jóvenes se alternaron para contarle el sueño del kitsune. Les hizo repetir la descripción, formulando preguntas sobre detalles clave o en ocasiones aparentemente triviales:
- ¿Y ese fue el orden de lo que soñaste? ¿Conejo, zorro, hombre, oni, dragón y... aquella otra cosa? ¿El hombre era el que decía la rima o el oni? El dragón, ¿de qué color era? -y como esas, otras tantas. Al cabo de media hora, Tachibana concluyó-: es muy curioso. Tengo cierta inclinación por el estudio de los sueños: en lo que ahora es Hwanggot escribieron algunos tratados maravillosos, particularmente los del duque de Shu son de una amplitud encomiable. El tema de los "animales sucesivamente devorados" o "cazados" era recurrente entre los sueños proféticos, pero esta sucesión concreta de 6 fases me parece que es inédita en los anales registrados. Por lo general, la muerte de criaturas inocentes avisa de sucesos ominosos por venir. El dragón, sin embargo... Bueno, el dragón suele representar el imperio. Minkai mismo -Katsumi asintió. El Sennin confirmaba sus sospechas-. Pensaré sobre el tema: avísame si el sueño se repite, y también si el sueño deja de repetirse. Una última cuestión, Têru: he oído decir que hay sangre de kami entre tus ancestros, ¿sabes de qué tipo concreto?
- Eso dicen de los kitsune -respondió el zorruno joven encogiéndose de hombros-, pero si la hubo, hace mucho que se nos olvidó recordárnoslo. ¿Es importante?
- Todo puede ser importante, si un sueño es algo más que un sueño -contestó el investigador arcano.-. Quizás si no lo recuerdas es que no era relevante. Un dragón de un color determinado podría referirse a una determinada casa imperial, por ejemplo. El tipo de kami que influyó en tu familia podría darnos alguna pista más sobre el sueño. Lo que daría por tener la obra del duque en la biblioteca de Koyotei, pero hace mucho que no he visto un ejemplar. En la capital debe haber, por supuesto -y viendo a los dos muchachos algo sombríos, añadió con una risa-. ¡No te sienta bien la preocupación, mi joven Têru! Creo que los tiempos de los terribles males quedaron ya muy atrás: fallecido el anterior, tenemos a un nuevo emperador que nos protege, y no hay que esperar más que prosperidad por venir, ¿no os parece? ¡Nos veremos durante el Festival!

Y tras las despedidas de rigor, el pequeño elemental de piedra les acompañó hasta la salida de la Torre.
- No hemos resuelto nada -dijo el kitsune alzando las manos hacia el cielo cuando hubieron salido-. Y hemos perdido toda la mañana.
- Ni siquiera recordabas bien cuál de los personajes de tu sueño cantaba la rima...
Têru no pareció hacer caso a su razonamiento:
- Está claro: me voy hoy mismo.
- ¿Pero adónde?
- Donde tendría que haber ido desde el primer momento. A ver a Baba Wakahisa. Haré cuatro compras antes de partir, ¿me acompañas?

La novicia no sabía que hacer. Tenía que prepararse para su prueba, pero al mismo tiempo también tenía otras... obligaciones. E imaginar al pequeño Têru caminando sólo por los caminos era casi como imaginarlo tendido junto al camino por quién sabe qué peligro.
- Sí, claro. Dame una hora.
- ¡Fantástico!

Têru se alejó a grandes zancadas mientras tarareaba una canción de viaje. Uchida Katsumi seguía meditando en lo que le había sido revelado un par de noches antes: "escucha al que está soñando con el desastre, y su vieja rima olvidada...".

10 septiembre 2014

El Festival de los Cerezos/9

Era 23 del mes de Pharast, y faltaban 8 jornadas para el comienzo del Festival. Têru se despertó empapado en sudor. Tardó algunos instantes en comprender que se encontraba en "Las 12 casas" y aún algunos más en dejar de temblar. En la mano sostenía algo con lo que no recordaba haberse ido a dormir: un pequeño colgante de jade en forma de media luna.

Era temprano, insultantemente temprano para él... pero no sentía ningunas ganas de volverse a dormir, gracias. Saludó a Hiro, tratando de recuperar el buen humor. Hoy tenía muchos asuntos que atender:
- Al mediodía vendré a tocar algunas piezas.
Hiro estava a punto de responder que ya era mediodía, hasta que se dio cuenta de que no, que esta vez el kitsune se había levantado mucho antes de lo habitual. Apenas pudo asentir, distraído con la buena nueva.

Después de darse un chapuzón en las frías aguas del río y desayunar ligero, Têru fue a ver a Minku Po, el capitán de la guardia, para informarle de lo que había pasado la noche anterior con Goro. No le hacía ninguna gracia que unos matones sureños camparan impunemente por Koyotei. Encontró al capitán Po haciendo ejercicios de entrenamiento con un pelotón de campesinos en la esplanada que había tras su casa. Aquella panda de novatos no sería capaz de detener a un robasetas si se lo encontraran de espaldas, pero la  mirada de Minku emanaba confianza. No en lo que eran, sino en lo que podían llegar a ser.

- ... Aikiochu, muy bien ese giro de muñeca, creo que podrás hacer la prueba. Buenos días, Têru-san. Has madrugado hoy. ¿Matones en Koyotei? No he oído nada de eso, muchacho. ¿Otra vez peleas en el puerto? -el capitán no parecía fiarse demasiado de lo que Têru le contaba, y su mirada volvía una y otra vez a los ejercicios de sus aprendices-. Bueno, luego iremos a dar un vistazo por la zona. El que no debería pasar por el puerto eres tú: ese barrio es para mayores.

El resto de la mañana lo empleó Têru en buscar a su amigo Shinji Ikari y preguntar por las tabernas del puerto acerca del tal Enoga de Oddo. Descubrió que Ikari se había tomado algunos días libres de sus ocupaciones en el castillo para atender ciertos asuntos personales y que se había marchado hacia el Este. Más éxito tuvieron sus pesquisas sobre el otro nombre: Jefe Enoga parecía ser el mayor líder criminal de la gran ciudad de Wanshi. Nacío aún más al sur, en Oddo, el mayor núcleo de població de la isla Aogaito, y desde allí parecía haber construído un pequeño imperio de yakuzas y piratas. Nadie le buscaba las cosquillas a Jefe Enoga.

Luego subió hasta la biblioteca que años atrás había cedido amablemente al pueblo el Sennin Tachibana Kokomo. Abundaban los rollos y volúmenes sobre tradiciones populares, leyendas y otras curiosidades. No tardó demasiado Têru en descubrir que la luna de jade era un símbolo de Tsukiyo, el dios de los espíritus, relacionado con las liebres, los conejos y el más allá, y más famoso por ser el amante de la patrona del país, Shizuru. Si se concentraba en aquel medallón con el que había despertado, si se concentraba en los olores que de él emanaban, no los que cualquier nariz podía sentir sino los que sólo un olfato feérico podía captar... notaba los ténues rasgos de la peonia y el bambú. Lo que, había aprendido, se correspondía al rastro que dejaba la magia encantadora y la transmutadora, según los sistemas de clasificación humanos.

Como había prometido, volvió a tiempo a la posada para animar la comida a los pocos parroquianos que rondaban por allí (de siempre habían tenido mejor fama los almuerzos que se servían al otro lado del pueblo en "El Polvo del Camino").
- Dentro de algunos días, esto se llenará -le dijo, seguro de lo que decía, Hiro.

Por la tarde, Têru subió hasta el balneario "Boca del Infierno". A veces, cuando los turistas adinerados  llegaban a tomar las cáldeadas aguas del lugar, requerían sus servicios para entretenerles. Tuvo suerte y pasó varias horas tocando piezas de todo tipo para unas señoritas llegadas de la capital. No cobró ni una pieza de cobre, pero los guardias se aseguraron de servirle unas cuantas bebidas exóticas, a lo que el kitsune nunca podía negarse. Probó algo llamado "kumis" del que nunca había oído hablar, y que resultó ser leche de caballo fermentada. Suave como una cerveza. Luego se permitió una copa de "baiju", un brebaje claro destilado del sorgo, con un sabor ácido que no era para todos los paladares y una potencia alcohólica más que considerable. Decidió parar de beber antes de que su destreza con el ud se viera comprometida. Fue difícil complacer a aquellas señoritingas, que hubieran preferido a un músico algo más experimentado, pero acabaron convencidas de que, aunque no fuera un maestro, Têru sabía lo que se hacía.

Têru se despertó al salir el sol, ahogando un grito y de nuevo bañado en su propio sudor. El mismo sueño. El mismo terrible y sobrecogedor sueño. Algo no andaba bien... Nunca había repetido un sueño dos veces en toda su vida.
(CONTINUARÁ)

09 septiembre 2014

Robot of Sherwood [spoilers]

No creo que Robot of Sherwood vaya a pasar a la historia como uno de los capítulos más épicos, emocionantes o innovadores de Doctor Who. Ni siquiera como uno de los polémicos. Pero la verdad es que, pese a su reunión de tópicos, sobre el Doctor y sobre Robin Hood (estupendo Tom Riley), y a la falta de riesgo, es un capítulo muy entretenido. Una aventura como las de antes -como las de Robin y como las del Doctor-, sin pretensiones, que se divierte divirtiendo y jugando con el choque de carneros entre el descreído y maleducado Duodécimo Doctor y el cabezota y encantado de conocerse Robin. Dos leyendas que... Pero esto no va de egos: lo que al principio puede parecer que es una competición en pos de la figura del macho alfa se acaba convirtiendo en otra cosa, en una reflexión sobre la figura del héroe, que continua temáticamente lo que vimos en el más oscuro episodio anterior. El Doctor puede que no sea un buen hombre, pero intenta serlo. Y puede que no sea un héroe, desde luego el 12º no se considera tal, pero intenta jugar a que lo es.

Eso es, por cierto, lo que Steven Moffat hizo con Doctor Who cuando cayó en sus manos en 2010: se encontró con una serie en la que cambiaba todo el equipo de producción y todos los actores. Era como hacer Doctor Who sin nadie de los que hacían que Doctor Who fuera como era. Desde 2005, Doctor Who era Doctor Who como lo hacía Russell T Davies, y bajo su batuta Eccleston y Tennant. Así que se planteo jugar a que hacía Doctor Who. Simular que seguía haciendo esa serie, aunque evidentemente ya no era "Doctor-Who-como-lo-hacía-Russell", hasta conseguir que aquello fuera, al menos para una cierta parte de los espectadores, también Doctor Who.

Me ha sorprendido Gattiss: me ha gustado el episodio que ha escrito para Capaldi. Un tanto repetitivo en el "choque de testuces", lo que vuelve a poner en manos de Clara el llevar la historia adelante, pero en general muy entretenido. Y en una temporada que, sabemos, va a ponerse mucho más oscura a partir de ahora, se agradece el momento de respiro: hemos tenido la llegada, el episodio de pugna interior y ahora un divertimento.

Poner peros a Gattiss
Pese a lo dicho antes, debo quejarme del Gattissmo de Robot of Sherwood (si Moffat nos Moffatea, Gattis nos lanza Gattismos). No sé por qué, pero parece haber algo en los últimos episodios de Mark Gattiss que se hace la trabanqueta a sí mismo y masacra la suspensión de incredulidad, y siempre hacia el final: en Victory of the Daleks (2010) fue el Nuevo Paradigma. En Cold War (2013) es ese enfrentamiento verbal entre el Doctor y el Guerrero del Hielo al que asiste incomprensiblemente mudo el capitán del submarino. En The Crimson Horror (2013) es ese silo por el que salen gigantescos misiles sin quemar a los que se encuentran dentro de él. Y ahora es una flecha de oro que, sin ninguna razón, permite que una nave mal reparada se eleve hasta las capas altas de la atmósfera... cuando el oro que han usado antes lo han empleado en los circuitos y paneles interiores de la misma, no en su exterior.

Una cosa es pedirnos que mantengamos la suspensión de incredulidad con el Doctor empleando una cuchara contra la espada de Robin. Y otra traicionar a las propios bloques con los que estás construyendo tu historia. Lo de la flecha no es achacable a la tecnología, a la casualidad o a la destreza de los personajes: es un puro sinsentido que rompe por completo la mínima relación de causa y efecto.

Referencias
La cara de los ágiles y teribles robots tenía cierto parecido con los de los androides de Robots of Death (1977) del Cuarto Doctor, aunque personalmente los encontré más reminiscentes de El Golem (1920) de Paul Wegener. También al Doctor de Tom Baker remite la maestría esgrimista del actual, especialmente demostrada en el duelo de The Androids of Tara (1978), al que el propio Mark Gatiss ha comparado esta aventura en tanto que estilo. Otro de estos duelos lo tuvimos en The King's Demons (1983), donde el Quinto Doctor se enfrenta al Amo y a un Rey Juan de dudosa procedencia. Así que en momentos cercanos de la historia tenemos al Primer Doctor con Ricardo Corazón de León en The Crusade (1965), al Quinto en el castillo de sir Ranulf Fitzwilliam con el Rey Juan y finalmente al Duodécimo con el Sheriff de Notthingham y Robin Hood.

Ya que hablamos de The King's Demons, hemos de mencionar el increíble -y probablemente buscado- parecido del Amo de Anthony Ainley con el Sheriff de Notthingham de Ben Miller. ¿Son o no el mismo? El espectador, y aunque no lo diga tal vez también el Doctor, se mantiene con la duda durante mucho rato, pero finalmente hay una respuesta más o menos definitiva.

Pero por supuesto, la referencia más evidente del episodio es la que hace a Patrick Troughton cuando se le muestra interpretando a Robin Hood dentro del banco de datos de la nave. Y es que antes que el Segundo Doctor, Troughton fue el primer Robin de la televisión británica
De manera que la frase final de Robin al Doctor en cuanto a qué uno es tan real como el otro tiene todavía más significado. A fin de cuentas, un "Doctor" ya fue "Robin", y ciertamente la leyenda de ambos es auténtica, "larger than life", que dicen. "Todos somos historias, en el fondo", decía Matt Smith en The Big Bang (2010)...

Misterios
En cuanto arranca el episodio volvemos a ver un primer plano de la pizarra con cálculos que mantiene el Doctor en la TARDIS.

El arco de esta temporada sigue lanzando una pista por capítulo: si llevamos ya dos apariciones de Missy dando la bienvenida al "Paraíso" a personajes supuestamente muertos, esta vez le toca al Doctor darse cuenta de que empieza a haber un patrón curioso entre los robots que se está encontrando: tanto los del siglo LII que encontró en Deep Breath como los del siglo XXIX con los que se cruza ahora están buscando un lugar llamado "La Tierra Prometida". ¿Por qué hay robots viajando por el tiempo en busca de tal lugar? Lo que sabemos por los robots de Sherwood es que esa "tierra prometida" parece ser algún tipo de estrella o planeta.