11 septiembre 2014

El Festival de los Cerezos/10

Têru aún estaba atribulado por aquel sueño repetido ya dos noches seguidas, por el extraño colgante que había aparecido en su mano la primera y por la desagradable sensación que le había dejado. Para él los sueños habían sido siempre otra forma más de diversión. Pero aquello no tenía nada de divertido.

Debería hablar con Baba Wakahisa, ella siempre le había sabido aconsejar en los momentos de adversidad. Incluso cuando él no quería escucharla... Pero vivía a cuatro días de camino y pronto estaría por Koyotei para dar por iniciado el Festival. Podría subir a hablar con el alegre sacerdote que cuidaba el auditorio en honor a Desna, pero era un hombre de lo más despreocupado, más una artista que un clérigo, y no tenía claro que supiera guiarle en aquel trance. Sólo quedaba una alternativa...
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Uchida Katsumi abrió la puerta del monasterio de Shizuru. Un kitsune de morro blanco había llamado a la puerta, aquel al que todos llamaban Têru. Hacía algunos años habían jugado juntos e incluso bailado en las fiestas infantiles de verano. Apenas unos años antes, cuando aún era una joven alegre y despreocupada, antes de...

Si llamativo era ver a Têru aparecer por el templo, aún más resultaba la expresión de inquietud que revelaban sus ojos. Hizo en el aire una señal de respeto común entre los fieles de Desna.
- Necesito hablar con alguien entendido en cuestiones religiosas, tal vez puedas ayudarme. Hace ya dos noches que el mismo sueño, o pesadilla, viene a visitarme cuando estoy durmiendo. Creo que se trata de un aviso o una señal de Tsukiyo, pero no estoy seguro de cómo interpretar las distintas partes del sueño.
- Bienvenido seas, Têru -murmuró Katsumi con su suave y dulce voz, inclinando la cabeza ligeramente de forma respetuosa. El kitsune era tan directo como recordaba. Katsumi le invitó a pasar y ambos se sentaron en un banco del templo:
- Deja que te lo explique y veamos si tú puedes desentrañar su significado.

"Veo un campo donde pasta un conejo. Es un campo grande y verde. De la maleza sale un zorro que lo persigue y le da caza. Luego aparece un cazador humano que da muerte al zorro; después de una montaña cercana desciende un gigante terrible de piel roja con grandes colmillos que canturrea algo sobre el tiempo de los kamis y el tiempo de los oni. Sin ningún esfuerzo, el gigante mata al hombre y se dispone a devorarlo. Del cielo desciende entonces un impresionante dragón, y sobre la llanura se desata una furiosa batalla en la que sale perdiendo el gigante. A estas alturas el campo está bañado en sangre, pero cuando parece que nada podrá oponerse al dragón y que finalmente habrá paz, una sombra grandísima cubre el cielo y aplasta al dragón. Lo último que recuerdo es la luna, salpicada de rojo, que me habla con voz de hombre y me conmina a recordar el sueño".

-... y eso es lo que llevo dos noches soñando. La primera, además, me desperté con esto agarrado entre mis dedos -Têru le mostró a Katsumi el colgante-, y de verdad que no sé de dónde ha salido

La joven novicia escuchó en silencio, observando al kitsune con sus expresivos ojos grises hasta que comenzó a fruncir ligeramente el ceño, atendiendo con especial interés y llegando a algunas conclusiones.
- El símbolo de Tsukiyo... -murmuró, y extendió su mano para rozar con la yema de los dedos la media luna de jade, estudiando como cambiaba su color al trasluz de la llama de una vela, hasta que miró directamente al kitsune a los ojos-. Têru, ¿no sabrás por casualidad una vieja canción, una rima que hable de eso? ¿Quizás reconociste la canción? El tiempo de los onis fue hace mucho, mucho tiempo. El dragón podría ser Shizuru, que abate con la ayuda de Yaezhing a Fumeoshi por asesinar a Tsukiyo... pero, no estoy segura -terminó con humildad.
- No, no la conocía, pero tiene sentido... Entonces significaría que después de una época en la que ha reinado Shizuru, ¿viene una época de oscuridad?
Katsumi siguió pensando en silencio unos segundos.
- Deberíamos consultar con alguien con más experiencia en la interpretación de los sueños. Si has venido a verme, imagino que ya has considerado la posibilidad de dejarlo en manos de Desna... Pero no es su símbolo el que te ha dejado... No, yo iría a ver al Sennin.
- ¿Tachibana? -torció el gesto el kitsune, al que nunca le había gustado demasiado el hechicero.
- Es el que más sabe acerca de leyendas y otros asuntos esotéricos.
Katsumi se despidió de la Madre Aoi y de sus dos compañeras novicias, y con su bendición partió hacia la torre del Sen.

Dos obesos albañiles discutían junto a la torre, acerca de si los luchadores de sumo de la capital imperial sumaban más victorias en la competición anual que los tetori de Hiyosai. La discusión era animada pero nada violenta.
- Aquí la tenemos: la torre de nuestro mago residente.
Llamaron a la gran puerta de madera de la torre, y enseguida les abrió un extraño ser vagamente humanoide compuesto de rocas volcánicas. Katsumi se sorprendió, pero Têru reconoció a Lurko, el pequeño elemental de piedra que ayudaba a Tachibana con las tareas diarias:
- El maestro se encuentra arriba -dijo Lurko con una voz que sonaba a gravilla y arenisca-. Está completando algunos cálculos celestes, pero si requerís su ayuda puede ser interrumpido.

No tardaron mucho en encontrarse en el estudio del Sen, donde abundaba el material alquímico así como gran cantidad de piedras preciosas y raras.
- ¿En qué puedo ayudaros, queridos jóvenes? No es con frecuencia que se me otorga el placer de teneros en mi hogar. Si también vosotros venís a preguntar acerca de ese Tatami-Do tan magnífico que exponen junto a "Las 12 casas", he de deciros que yo no tuve nada que ver con su hallazgo.
- Más bien  las investigaciones celestes, maestro Tachinaba. Por eso y para saber más de este medallón. ¿Podría decirnos qué magia encierra?
El Sen examinó el colgante durante un minuto:
- Es un símbolo sagrado. No parece tener ninguna magia propia, pero imagino que podría servir como foco para un sacerdote de Tsukiyo
Entonces, los dos jóvenes se alternaron para contarle el sueño del kitsune. Les hizo repetir la descripción, formulando preguntas sobre detalles clave o en ocasiones aparentemente triviales:
- ¿Y ese fue el orden de lo que soñaste? ¿Conejo, zorro, hombre, oni, dragón y... aquella otra cosa? ¿El hombre era el que decía la rima o el oni? El dragón, ¿de qué color era? -y como esas, otras tantas. Al cabo de media hora, Tachibana concluyó-: es muy curioso. Tengo cierta inclinación por el estudio de los sueños: en lo que ahora es Hwanggot escribieron algunos tratados maravillosos, particularmente los del duque de Shu son de una amplitud encomiable. El tema de los "animales sucesivamente devorados" o "cazados" era recurrente entre los sueños proféticos, pero esta sucesión concreta de 6 fases me parece que es inédita en los anales registrados. Por lo general, la muerte de criaturas inocentes avisa de sucesos ominosos por venir. El dragón, sin embargo... Bueno, el dragón suele representar el imperio. Minkai mismo -Katsumi asintió. El Sennin confirmaba sus sospechas-. Pensaré sobre el tema: avísame si el sueño se repite, y también si el sueño deja de repetirse. Una última cuestión, Têru: he oído decir que hay sangre de kami entre tus ancestros, ¿sabes de qué tipo concreto?
- Eso dicen de los kitsune -respondió el zorruno joven encogiéndose de hombros-, pero si la hubo, hace mucho que se nos olvidó recordárnoslo. ¿Es importante?
- Todo puede ser importante, si un sueño es algo más que un sueño -contestó el investigador arcano.-. Quizás si no lo recuerdas es que no era relevante. Un dragón de un color determinado podría referirse a una determinada casa imperial, por ejemplo. El tipo de kami que influyó en tu familia podría darnos alguna pista más sobre el sueño. Lo que daría por tener la obra del duque en la biblioteca de Koyotei, pero hace mucho que no he visto un ejemplar. En la capital debe haber, por supuesto -y viendo a los dos muchachos algo sombríos, añadió con una risa-. ¡No te sienta bien la preocupación, mi joven Têru! Creo que los tiempos de los terribles males quedaron ya muy atrás: fallecido el anterior, tenemos a un nuevo emperador que nos protege, y no hay que esperar más que prosperidad por venir, ¿no os parece? ¡Nos veremos durante el Festival!

Y tras las despedidas de rigor, el pequeño elemental de piedra les acompañó hasta la salida de la Torre.
- No hemos resuelto nada -dijo el kitsune alzando las manos hacia el cielo cuando hubieron salido-. Y hemos perdido toda la mañana.
- Ni siquiera recordabas bien cuál de los personajes de tu sueño cantaba la rima...
Têru no pareció hacer caso a su razonamiento:
- Está claro: me voy hoy mismo.
- ¿Pero adónde?
- Donde tendría que haber ido desde el primer momento. A ver a Baba Wakahisa. Haré cuatro compras antes de partir, ¿me acompañas?

La novicia no sabía que hacer. Tenía que prepararse para su prueba, pero al mismo tiempo también tenía otras... obligaciones. E imaginar al pequeño Têru caminando sólo por los caminos era casi como imaginarlo tendido junto al camino por quién sabe qué peligro.
- Sí, claro. Dame una hora.
- ¡Fantástico!

Têru se alejó a grandes zancadas mientras tarareaba una canción de viaje. Uchida Katsumi seguía meditando en lo que le había sido revelado un par de noches antes: "escucha al que está soñando con el desastre, y su vieja rima olvidada...".

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