Las previsiones dicen que este viernes podré abrir la primera de las cajas que contendrá mi último libro: Broadwayrriors. La primera de unas cuantas (tampoco nos pasemos) porque esta vez el librillo se ha resistido a condensarse: además de exigir un 10% más de alto y ancho, para poder respirar a gusto (una primera vez en nuestra colección Simius Sapiens de ensayo), sus 612 páginas también lo convierten en el libro más extenso que hemos lanzado hasta la fecha.
Broadwayrriors: aquí podéis reservarlo |
Pero todo eso habla de lo menos interesante de este y de la mayoría de libros: su condición como objeto. Lo que se puede medir y pesar. En 1387 - Libro 1 volqué mi imaginación; en La bendición de la muerte fatal y Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul puse por escrito lo que había investigado, reflexionado y debatido sobre la serie británica que más locos nos vuelve, Doctor Who. Y en ambos casos ha habido pasión filtrada por algo más cerebral.
En el caso de Broadwayrriors he tenido que aumentar la cerebralidad mucho más, porque la pasión es mucho mayor y viene de antiguo. El teatro musical me picó hace tiempo (tendréis que leer el libro para saber cuándo), y en todo lo que he ido haciendo desde entonces he ido intentando colarlo de una manera u otra. No he intentado hacer un libro, sin embargo, sobre los musicales que me apasionan, sino sobre la historia de eso que me apasiona que son los musicales. Os hablaré de primitivas tentativas, de grandes hitos y de sonoros fracasos; de obras que se estrenaron hace más de 100 años, y que aún no podían llamarse musicales (pero que sin embargo...) y de la que acaba de ganar el premio Pulitzer. Os pondré delante de algunas de las personas que dan vida a esos musicales (Àngels Gonyalons, Sergi Albert, Daniel Anglès, Ricard Reguant, Pep Anton Muñoz, Dulcinea Juárez, Manuela Nieto, Silvia Luchetti, Patricia Paisal, Frank Capdet, Maria Santallusia) para que os transmitan con sus propias palabras lo que fueron para ellos algunos de esos musicales. Mi agradecimiento eterno a todos, y no sólo por vuestra generosidad aquí, sino por vuestro trabajo noche tras noche...
Y es el conjunto, lo que suma todo ese libro, lo que dice y lo que no puede decir porque hay que vivirlo, lo que os presenta mi pasión por el musical. Porque no amo el musical por Bob Fosse, o Stephen Sondheim, o Flor de Nit, o "Tonight, tonight, there's only you tonight". Amo el musical, con sus grandes éxitos y sus sonoros fracasos, por todo esto. Por todos esos Broadwayrriors que lo han ido creando, recreando y modelando al mismo tiempo que avanzaba el siglo XX y ahora el XXI.
La cuenta atrás ya ha comenzado...
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