Acababa la dura jornada de las gentes de Koyotei, pero todos se mostraban reacios a recogerse tan temprano y aprovechaban para pasear por 
las calles hablando con sus vecinos, comentando las últimas noticias o 
el estado de las cosechas, y anticipando lo grande que sería este año el 
Festival de los Cerezos. Un rumor decía que la Baba Wakahisa había llegado antes de tiempo, pero nadie acababa de poder confirmarlo ni parecía haberla visto en persona.
Pequeños biombos decorados con motivos 
florales dividían la estancia principal de la casa de te "Viento-Sobre-El-Agua" en una suerte de pequeños 
cubículos. Fragmentos de conversaciones se escapaban aquí y
 allí, pero habría que estar descortesmente atento a ellas para alcanzar
 a discernirlas. La amable camarera tomó nota del pedido de los jóvenes y se 
marchó a prepararlo todo, dejándoles solos.
Ikari dejó una pequeña bolsita delante de Kousei:
- Tu parte -dijo escuetamente, antes de dirigirse al grupo-. 
Estimados compañeros, algunos mas recientes que otros. He creido 
conveniente reuniros, no solo para disfrutar de un te junto a vosotros, mas para relataros lo que nos acontecio junto a Kousei en estos 
ultimos dias. Mi curiosidad por el conocimiento me llevo a visitar a Baba 
Wakahisa, Kousei aqui presente fue enviado por la Dama Desna a cruzarse 
en mi camino.
- Es un placer compartir tan amena velada con vosotros -dijo el joven errante. En la pared a su espalda había apoyado una especie de horca-. Soy Ogura Kousei. He 
venido a Koyotei a reencontrarme con mi hermana y a conocer 
el hogar de mis ancestros.
- Bienaventurado dicho encuentro -siguió Ikari-, estoy seguro 
que sin su valerosa participacion en los acontecimientos posteriores, tal vez ni Baba ni yo mismo estariamos de 
vuelta -y desgranó una rápida narración de lo sucedido en el claro de la bruja del pelo blanco-. Es por todo esto que no me cabe duda que hay algo maligno que se 
ha despertado en el bosque o en las cercanias de Koyotei y por eso me 
dirijo a vosotros: tras disfrutar de las festividades, me propongo ir a 
buscar esa amenaza e investigarla. Kousei encontro el acceso a las grutas de aquellos mites, y creo que es un buen lugar para empezar nuestra busqueda. 
Esta claro que las obligaciones personales tienen prioridad ante esta 
aventura que nos depara el destino y no estoy tan loco como para emprenderla yo
 sólo. Si creeis que debiéramos demorar la partida un tiempo prudencial, lo entendería. ¿Qué os parece?
- ¿A cuántos días de viajes están esas grutas? -preguntó el kitsune Têru mientras 
arpeaba unas pocas notas en la ud-. Desde luego convendría estar aquí hasta los 
Cerezos. Lo
 que nos llevó a Katsumi y a mí a buscar la sabiduría de baba Wakahisa 
fueron unos extraños sueños, o mejor dicho, pesadillas. Eso y este 
medallón -les enseñó el colgante con la media luna de jade de Tsukiyo y se le escapó un escalofrío-: apareció en mi mano al alba de la primera noche que 
tuve las pesadillas. Ya os las contaré si os interesan, pero parece que tienen algo de carácter... profético. Y si es así no anuncian nada halagúeño -miró con más atención a los otros tres-. Tal vez sí, tal vez 
Desna, o Tsukiyo, o Shizuru hayan obrado el milagro de que nuestros pasos
 se junten para indagar qué acecha a Koyotei, si no al mismísimo Imperio.
- A no más de una hora del claro de Wakahisa. Pero, ¡me encanta tu entusiasmo por la aventura, compañero en Desna! ¿Habeis 
podido hablar con la Baba? Está en el pueblo, volvimos con ella. También
 deberiamos prepararnos antes de ir en pos de la aventura... No todos 
veis bien en la oscuridad. Y yo no soy muy ducho en la 
escalada...al menos si Akira no está conmigo. Remedios curativos, tal vez...
De rodillas, la menuda kannushi Uchida Katsumi tomaba pequeños sorbos del vaso de té 
caliente que habían servido, mirando con
 disimulada curiosidad al variopinto trío de muchachos congregado alrededor de la 
mesa y escuchando el intercambio entre Shinji, Têru y el más silencioso Kousei. Llevaba la melena negra, de aspecto sedoso, recogida con la ayuda de 
unos palitos para el pelo, y, como era habitual en Minkai incluso entre las clases bajas, llevaba algo de suave perfume avainillado. Con delicadeza dejö reposar el 
vaso de barro sobre la mesa, su contenido aún humeante, mientras pequeñas ondas se formaban en su centro. Tras 
humedecerse los labios levantó la mirada del vaso de barro:
- Como
 bien ha dicho Têru, fuimos a buscar a la Baba Wakahisa, pero ha 
olvidado comentar que a los dos días de viaje, encontramos a dos hormigas gigantes 
que atacaban a unos campesinos -pese a la gravedad de lo que comentaba, su voz seguía manteniéndose suave y discreta-. Pudimos lidiar con ellas, pero había algo 
sobrenatural en sus cuerpos... quiero decir, además de su gran tamaño. No recuerdo ninguna 
habladuría por parte de los aldeanos sobre ningún hormiguero de tales 
bestias en las cercanías, por lo que me resulta algo extraño su 
presencia y su inusitada agresividad.
Sus ojos se posaron de nuevo en el contenido del vaso humeante como si tratase de leer el futuro en aquellas hondas y, más profundamente, en los posos del té
- En verdad tenéis razón: algo acecha a Koyotei. De hecho tengo entendido que la barrera mágica marcada por los Torii se está debilitando. Podéis contar conmigo para explorar las grutas y manteneros vivos si Shizuru así lo conviene -y añadió esbozando una sonrisa divertida-. La verdad es que las chicas no solemos ir trepando por los árboles como los chicos, en nuestra infancia, así que no se si sería de mucha ayuda en ese sentido.
- En verdad tenéis razón: algo acecha a Koyotei. De hecho tengo entendido que la barrera mágica marcada por los Torii se está debilitando. Podéis contar conmigo para explorar las grutas y manteneros vivos si Shizuru así lo conviene -y añadió esbozando una sonrisa divertida-. La verdad es que las chicas no solemos ir trepando por los árboles como los chicos, en nuestra infancia, así que no se si sería de mucha ayuda en ese sentido.
Soltó una risita espontánea, divertida por lo que sus palabras evocaban en su imaginación.
Por unos breves momentos se
 volvió a sumir en el silencio y aprovechó para tomar otro sorbo de té mientras reflexionaba:
- He de reconocer que yo tuve una revelación hace varios días -añadió Katsumi, posando su mirada sobre Têru-. Debía escuchar al hombre que esa noche soñaba con el desastre y a su vieja rima olvidada. Y debo.... debemos devolver a Koyotei lo que se ha perdido y se perderá... -parece que va añadir algo más, pero deja la frase inacabada en el aire- ...Y... y es por eso por lo que uniré mis brazos con los vuestros en la hora de oscuridad. Podéis contar conmigo.
- He de reconocer que yo tuve una revelación hace varios días -añadió Katsumi, posando su mirada sobre Têru-. Debía escuchar al hombre que esa noche soñaba con el desastre y a su vieja rima olvidada. Y debo.... debemos devolver a Koyotei lo que se ha perdido y se perderá... -parece que va añadir algo más, pero deja la frase inacabada en el aire- ...Y... y es por eso por lo que uniré mis brazos con los vuestros en la hora de oscuridad. Podéis contar conmigo.
Shinji miró detenidamente a la joven, pensando que expresa mucha prudencia y 
certidumbre, mientras asentía aparentenmente sin darse 
cuenta. Esbozó una sonrisa complacida:
- Sera un honor contar con vos dama Uchida -titubeó-. ¿O puedo
 tutearos? Os tengo que avisar que vuestra superiora tiene algunos 
planes para vos... Vuestra prueba de maestria tendra lugar durante los 
festejos y, de su resultado depende, si podeis viajar con nosotros o no.
 Os deseo la mejor suerte del mundo.
La voz de Ikari atrajo de nuevo la atención de Katsumi sobre el alto y exótico 
ayudante del Daimyo, y por fortuna había dejado el vaso de té en la mesa
 porque su rostro pasó súbitamente de una máscara de sorpresa a una risa
 que brotó de sus labios como una torrente de agua cristalina. Incluso 
cerró los ojos mientras se reía de forma jovial y bajaba la barbilla, apretando los labios para amortiguarla, de manera imposible.
- ¡Ay, Ikari!... Dama Uchida. No me habían llamado así nadie. Buf...ha 
sonado como si tuviese 10 años más, por lo menos... y no hace mucho que 
cumplí los dieciséis -con el dorso de la mano se limpió las lágrimas causadas por la risa. Sus pálidas mejillas habían adquirido un tono rosado-. Por supuesto que puedes tutearme, Ikari, puedes llamarme Katsumi -se recompuso para abordar algo más serio-. Estoy
 lista para que la madre superiora me ponga a prueba, 
para así honrar a mis ancestros y a mi orden, pues me debo a Shizuru.
 - Si una amenaza se cierne sobre Koyotei -intervino de pronto el reservado Kousei- os ayudaré a confrontarla .  
- ¿Animamos la noche? -preguntó Têru, incorporándose.
El dueño de la tetería se mostró un poco reticente, pero el kitsune le convenció en seguida. Durante la siguiente hora y media, Têru amenizó la velada con música, suave al principio, y
 bien ejecutada, ganándose peticiones populares, e incluso 
algunas propinas por parte de los parroquianos. Finalmente se organizó una pequeña fiesta e incluso algunos de los parroquianos se animó a bailar un poco.
- Ese chico vale -le dijo Ikari a Kousei, que parecía distraído y apenas había vuelto a abrir la boca en toda la noche-. Debería pasar la prueba de arte del Festival...
(CONTINUARÁ...)
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Capítulo 7 | Capítulo 8 | Capítulo 9 | Capítulo 10 | Capítulo 11 | Capítulo 12 |
Capítulo 13 | Capítulo 14 | Capítulo 15 | Capítulo 16 | Capítulo 17
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