Qué surrealista.
Estamos preparando las vacaciones de este año. ¿Tarde? No. MUY TARDE. Pero en el trabajo se han despertado así de tarde en cuánto a las fechas y no ha habido manera de saberlas hasta hoy. Y era importante, porque para poder ir a Almería Town, nuestro habitual destino veraniego, no podemos coger el coche (las rutas están demasiado vigiladas, A. Lex se cansa enseguida y soportar el olor que Victor von Bebé es capaz de exhalar a veces no lo recomiendo ni a un Reggaedi), el tren (¿qué tren?) o el autobús (súmese la incomodidad extrema a las razones primeramente expresadas). Volar es la solución (siempre lo he dicho), así que...
Nuestras cábalas informáticas sobre el coste del viaje indicaban, la semana pasada un coste aproximado de casi 700 euros, ida y vuelta, sumando gastos, seguros, etc. Y eso que le pedimos ayuda a un colega de Uriel y nos indicó un par de webs que cotejaban datos en tiempo real de chopecientas compañías: las low cost más baratas no son recomendables porque te obligan a alimentar al pterodáctilo con los potitos de los niños o deja de batir las alas y te estrellas en Megalicante... Además, sin salir de nuestras fronteras o hacer seis enlaces, sólo hay dos compañías que ofrezcan vuelos BNC-LEI-BNC. Sí, LEI es Almería. Cosas veredes.
Hoy me confirman las fechas: las mismas que había pedido (mira que bien, tarde pero bien). Y me planto ante el ordenador con el temblor de la castaña que, una semana después, a 26 de junio y buscando vuelos para un mes después, me va a clavar la pantalla.
Y voy y me encuentro una castaña de 480. Con su IVA, su venía, su subía y su bajaba. Que duele, pero con lo que nos esperábamos, menos...
Lo dicho, cosas veredes.
Frede y Uriel se quedarán en la casa hasta septiembre, pero a nosotros del 27 de julio al 16 de agosto, buscadnos por el sur...
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