Aprovecho para recordaros que las 100 primeras reservas de Algo nuevo, algo viejo, algo prestado, algo azul, tendrán un juego de 3 postales de regalo: dos con las portadas de éste y nuestro anterior ensayo whovian, La bendición de la muerte fatal, y una de la serie.
El fragmento de hoy es la introducción del ensayo "El Doctor miente. Las reglas del héroe".------------------------
Un hombre sabio dijo: “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”.
Los Señores del Tiempo, según su concepción clásica, forman una civilización tremendamente avanzada en el plano técnico. Su poder, no obstante, dista de ser infinito: a modo de autocontrol, o impuestas por autoridades superiores (como Rassilon), existen reglas y leyes que definen lo que no pueden hacer, y por tanto los límites morales de su propia cultura. Así como, en la tradición judeocristiana, la caída del Paraíso redefine al Hombre ante el resto de la Creación, lo que son los Señores del Tiempo no viene tanto definido por sus fenomenales capacidades sino más bien por sus debilidades y carencias.
Un Señor del Tiempo puede viajar con su TARDIS, pero ¿qué hace una vez ha llegado? Un Señor del Tiempo se regenera al morir, pero ¿en cualquier caso? ¿Cuántas veces? ¿Por qué?
Gallifrey descubrió, en la era de Rassilon y Omega, la forma de viajar en el tiempo. Tras un desastroso encuentro con una cultura que utilizó la tecnología avanzada de los Señores del Tiempo para autodestruirse (Underworld, 1978), establecieron la imperiosa necesidad de convertirse en meros observadores del universo. El recuerdo de su fracaso se fue convirtiendo en costumbre, y la costumbre en ley.
De igual forma se impusieron los límites en la regeneración: no está claro si más allá de la 12ª el proceso degeneraba física o moralmente, y se trata por tanto de un tope técnico, o si ese número concreto fue elegido por el propio Rassilon para limitar el poder de sus compatriotas (y, dicen las malas lenguas, asegurar su propia hegemonía). Sí sabemos que los Señores del Tiempo eran capaces de dotar a uno de los suyos de un nuevo juego de regeneraciones si así lo deseaban, como se le prometió al Amo en The Five Doctors (1983) y como él mismo buscaba en The Deadly Assassin (1976), y que por lo que parece podría tener que ver con el Ojo de la Armonía.
Tales son las leyes de los Señores del Tiempo, y el Doctor es un Señor del Tiempo. Pero también, le pese o no, es un héroe. ¿Cuáles son, entonces, las reglas del Doctor?
En The Ribos Operation (1978), el Cuarto Doctor enuncia por primera vez una serie de reglas de cara a la recién llegada Romana: la primera es “haz exactamente lo que te diga”; la segunda, “quédate cerca de mí” y la tercera “déjame hablar a mí”.
En Dragonfire (1987), el Séptimo Doctor también le da un par de reglas a su nueva compañera Ace: “1ª: yo estoy al mando” y “2ª: No soy el profesor, soy el Doctor”[1].
Para el Noveno y Décimo Doctor, la primera regla es “no deambules”[2] y tanto el Décimo como el Undécimo consideran que la 408ª regla es que “el tiempo no es tu jefe”[3].
El Undécimo enunció aún otras cuantas, como “nunca corras cuando estás asustado” (la 7ª) o “nunca ignores una coincidencia. A menos que estés ocupado, entonces ignórala siempre” (la 8ª), aunque más o menos siempre pareció que se las inventaba sobre la marcha y que no eran tanto unas reglas por las que él verdaderamente se rija, sino consejos importantes a tener en cuenta por sus compañeros.
Lo que es evidente es que el Doctor ha ido evolucionando a lo largo de los años, y en cada una de sus regeneraciones ha mostrado un carácter distinto y distintivo. Acompañadnos en este viaje a través de la formación de nuestro héroe.
Los Señores del Tiempo, según su concepción clásica, forman una civilización tremendamente avanzada en el plano técnico. Su poder, no obstante, dista de ser infinito: a modo de autocontrol, o impuestas por autoridades superiores (como Rassilon), existen reglas y leyes que definen lo que no pueden hacer, y por tanto los límites morales de su propia cultura. Así como, en la tradición judeocristiana, la caída del Paraíso redefine al Hombre ante el resto de la Creación, lo que son los Señores del Tiempo no viene tanto definido por sus fenomenales capacidades sino más bien por sus debilidades y carencias.
Un Señor del Tiempo puede viajar con su TARDIS, pero ¿qué hace una vez ha llegado? Un Señor del Tiempo se regenera al morir, pero ¿en cualquier caso? ¿Cuántas veces? ¿Por qué?
Gallifrey descubrió, en la era de Rassilon y Omega, la forma de viajar en el tiempo. Tras un desastroso encuentro con una cultura que utilizó la tecnología avanzada de los Señores del Tiempo para autodestruirse (Underworld, 1978), establecieron la imperiosa necesidad de convertirse en meros observadores del universo. El recuerdo de su fracaso se fue convirtiendo en costumbre, y la costumbre en ley.
De igual forma se impusieron los límites en la regeneración: no está claro si más allá de la 12ª el proceso degeneraba física o moralmente, y se trata por tanto de un tope técnico, o si ese número concreto fue elegido por el propio Rassilon para limitar el poder de sus compatriotas (y, dicen las malas lenguas, asegurar su propia hegemonía). Sí sabemos que los Señores del Tiempo eran capaces de dotar a uno de los suyos de un nuevo juego de regeneraciones si así lo deseaban, como se le prometió al Amo en The Five Doctors (1983) y como él mismo buscaba en The Deadly Assassin (1976), y que por lo que parece podría tener que ver con el Ojo de la Armonía.
Tales son las leyes de los Señores del Tiempo, y el Doctor es un Señor del Tiempo. Pero también, le pese o no, es un héroe. ¿Cuáles son, entonces, las reglas del Doctor?
En The Ribos Operation (1978), el Cuarto Doctor enuncia por primera vez una serie de reglas de cara a la recién llegada Romana: la primera es “haz exactamente lo que te diga”; la segunda, “quédate cerca de mí” y la tercera “déjame hablar a mí”.
En Dragonfire (1987), el Séptimo Doctor también le da un par de reglas a su nueva compañera Ace: “1ª: yo estoy al mando” y “2ª: No soy el profesor, soy el Doctor”[1].
Para el Noveno y Décimo Doctor, la primera regla es “no deambules”[2] y tanto el Décimo como el Undécimo consideran que la 408ª regla es que “el tiempo no es tu jefe”[3].
El Undécimo enunció aún otras cuantas, como “nunca corras cuando estás asustado” (la 7ª) o “nunca ignores una coincidencia. A menos que estés ocupado, entonces ignórala siempre” (la 8ª), aunque más o menos siempre pareció que se las inventaba sobre la marcha y que no eran tanto unas reglas por las que él verdaderamente se rija, sino consejos importantes a tener en cuenta por sus compañeros.
Lo que es evidente es que el Doctor ha ido evolucionando a lo largo de los años, y en cada una de sus regeneraciones ha mostrado un carácter distinto y distintivo. Acompañadnos en este viaje a través de la formación de nuestro héroe.
[1] Aunque dada la frecuencia con que
improvisa, quizás también sea digna de mención su tercera regla: “ya se me
ocurrirá después”.
[2] El niño vacío
(2005); La chica de la chimenea
(2006).
[3] Las aguas de Marte (2009); El tiempo de los ángeles
(2010), Matemos a Hitler (2011).
1 comentario:
Sí, creo que yo también opino que se las va improvisando sobre la marcha o que son consejos.
La de "El Doctor miente" ya es una regla sobre el Doctor por sus compañeros, no del mismo Doctor.
Este ensayo va a estar bien, aunque todos son interesantes, por supuesto.
Publicar un comentario