28 julio 2025

Tertia Pugna-9

 


 


 TERTIA PUGNA

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez


Capítulos:   1   2   3   4   5   6   7   8   9



En capítulos anteriores: Crowley intenta olvidar a Azirafel a base de alcohol y velocidad, hasta que Hastur y Shax le ofrecen una tentación mejor: atacar a criminales que abusan de niños. 
Pero el Cielo detecta los ataques sobrenaturales y envía a Azirafel para castigar al culpable...


 9.- EL PRECIO DE LA NEUTRALIDAD 

 

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    El libre albedrío tiene un precio: la soledad.

    Aun así, es tentador. Te permite hacer o decir cosas diferentes a las que dicta el grupo, incluso mejores. Y se lo puedes enseñar a otros, ya sea en el Edén con manzanas o en casa de Job salvando niños. Pero si tus amigos aprenden a ser libres, algún día pueden decidir algo que no te convenga. Por ejemplo, dejarte solo. Y entonces no habrá grupo que te defienda a ti.

    (Notas de su Todopoderosidad: fragmento sobre el Edén)




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    Crowley humeaba de furia bajo la lluvia: no le gustaba tener que reunirse con Azirafel, y menos aún rodeado de público. ¿Por qué estaban acudiendo espectadores tan peligrosos como Miguel y Shax? ¿Y por qué éstos, a pesar de servir a bandos contrarios, lo miraban con idénticas sonrisas de depredador? 

    Bueno, de eso último sí sabía la respuesta, como cualquiera que haya estado en el Infierno (o en una auditoría, que viene a ser lo mismo): "Cuando hay problemas, si alguien sonríe es que va a repartir culpas".

    - ¿Eres tú el responsable de esta muerte, Crowley? -reclamó Shax con inquietante amabilidad. La lluvia se evaporaba al tocar su roja indumentaria; su mano enguantada señalaba los restos de un automóvil siniestrado.

    - ¿O de los veinte Lázaros que hemos detectado en esa librería? -agregó Miguel.

    "Ambos bandos en mi contra: ¡soy un puto genio!" se lamentó Crowley. Pero forzó una sonrisa burlona:

    - ¡Lázaros, Lázaros! ¿No sabes decir nada más? ¿Bodas cananeas, caminatas acuáticas, panes y...?

    Shax celebró la ocurrencia con una risa seca, pero Miguel bramó con furia:

    - ¡No te atrevas a frivolizar con esos temas, demonio!

    - Frivolizas tú, que has reducido a Lázaro a una unidad de medida -insistió Crowley, encantado de cambiar de tema-. ¡Lázaro era una PERSONA!

    Distraídos por la discusión, o tal vez por la lluvia y los relámpagos, no repararon en lo que estaba sucediendo al otro lado de la calle, entre los restos del destrozado automóvil. De su interior, goteando entre las grietas del metal, salió... algo. Desde lejos casi podría parecer un líquido, pero en realidad era un reguero granuloso de insectos. Miles de ellos. El diabólico enjambre se acumuló sobre el asfalto hasta elevarse en forma humanoide pero, antes de que pudiera huir hacia el callejón vecino, le salió al paso alguien mucho más eficiente que los demás:

    - ¡Vade retro, demonio! ¿Qué haces aquí? -Azirafel apartó al repugnante ser de un empellón, desenvainó su espada sin encenderla y forzó con ella la maltrecha portezuela del vehículo. El metal crujió y se abrió, revelando lo poco que quedaba del difunto piloto-. ¡Eres tú el causante de esas muertes!

    Hastur, pues no se trataba de otro, se encogió de hombros:

    - ¿Muertes? Sólo una, ¿no sabes contar? -contestó con desprecio-. Además, era un criminal.

    - ¡Sesenta y seis muertes como ésta en pocos días! ¡No te hagas el inocente!

    La expresión de Hastur pasó de la indiferencia al asombro, hasta estallar en asmáticas carcajadas:

    - ¿"Inocente"? ¡Nunca me habían llamado eso!

    Un súbito resplandor lo hizo retroceder: la espada del Arcángel Supremo se envolvió en fuego sagrado, siseando bajo la lluvia. Hastur se encogió, acobardado por los recuerdos de una Guerra más antigua que el planeta que pisaba, y tartamudeó:


    - ¡E-espera! L-La idea no fue mía... ¡sólo sigo órdenes!

    - ¿Órdenes de quién? -ladró Miguel al desenvainar su propia espada. Siete símbolos parpadearon como estrellas en la azulada hoja.

    - Ésa es la pregunta correcta, queridos -Shax, manteniendo las distancias, miró a Crowley con teatral lentitud-. ¿Quién es más culpable: el arma, o la mano que la empuña?

    Crowley la miró con tanto odio como admiración profesional: "Por eso ella y Hastur mataron a los criminales que les indiqué. ¡Para implicarme! ¡Y prácticamente se lo he confesado al Arcángel Supremo!"

    Azirafel estaba llegando a una conclusión similar, pero bajó la espada y pensó con rapidez. Tenía delante su mayor miedo: verse obligado a elegir entre su deber y la vida del que una vez fue su mejor amigo. Todavía era el único ángel que conocía la relación de Crowley con aquellas muertes, pero cuando la oyeran los demás...

    - ¡Habla claro, demonio! -exigió Miguel, avanzando hacia la recién llegada con rápidas zancadas. Los símbolos de su espada palpitaron de nuevo.

    Shax calló, intimidada por la proximidad del arma, pero Hastur señaló a Crowley y tomó aire para hablar.

    Crowley se preparó para escapar de allí cagando melodías.

    Y el Arcángel Supremo tomó una decisión.

    - ¿Para qué? ¿Para oír mentiras? - Azirafel lanzó un mandoble justo a tiempo para silenciar a Hastur. Éste, sorprendido por la rapidez del ataque, sólo acertó a protegerse instintivamente alzando un brazo. Un trueno más fuerte que los demás ahogó sus gritos.

    - Cierto, ¡los demonios mienten! -recordó Miguel, girándose para contemplar el espectáculo; no todos los días hacia algo tan violento el blanducho de Azirafel. 

    El aire se llenó de humo y olor a azufre. Hastur aulló de dolor, mirando atónito el brazo en el que ya no tenía mano. Sus alaridos aumentaron cuando la herida ígnea se expandió centímetro a centímetro, derritiendo el resto del antebrazo como una versión a cámara lenta del agua bendita. La similitud con la muerte de Ligur lo paralizó de miedo; tardó interminables segundos en reaccionar lo bastante para desmaterializarse. La parte aún sana del enjambre abandonó los chamuscados restos y desapareció por el sumidero de una alcantarilla, siseando horribles amenazas.


    Crowley contempló la escena boquiabierto: "¿Ha usado a Hastur como chivo expiatorio? ¿Para encubrirme?"

    Azirafel se sintió sucio, a pesar del agua que le estaba cayendo encima. Chasqueó los dedos para detener la lluvia y se asentó un incómodo silencio, roto apenas por el crepitar de las últimas gotas, hasta que lo rompió una voz humana:

    - ¿Quién ha gritado? ¿Crowley? -Nina salió de la librería como un rayo, seguida por Maggie. Pero apenas pisó la calle, la barista se paralizó de horror al ver a Miguel junto a Shax. Maggie chocó contra ella y retrocedió hacia el interior, aturdida:

    - ¡No...! ¡¡Otra vez, no!!

    - ¿Por qué lo llamas, humana? -Miguel la miró con desprecio-. ¿Qué tratos tienes con ese demonio?

    Nina se echó a temblar, pero protegió con su cuerpo a su amiga y reunió valor suficiente para decir:

    - Crowley sólo estaba ayudando a una persona herida. ¡No ha hecho nada malo!

    - No te atrevas a darme lecciones sobre el Bien y el Mal. ¡Ha hecho lo que te conviene, sólo eso!

    Nina intentó retroceder, pero su cuerpo no le obedeció. Para su horror, avanzó un paso y habló con una voz que no era la suya:  

    - Ése es un debate filosófico muy antiguo, queridos -se burló la voz de Shax a través de Nina. La humana era terroríficamente consciente de todo, pero incapaz de evitarlo-: ¿Qué diferencia hay para los humanos entre el Bien y lo Conveniente?

    Maggie tiró de la ropa de Nina y la llamó, intentando inútilmente hacerla reaccionar. Miguel se tensó con indignación y miró a su espalda, al lugar que sólo un momento antes ocupaba Shax. ¡Estaba vacío! ¿Cómo había cometido un error tan torpe?

    - Me diste la espalda, ingenuo angelito -se burló la voz de Shax desde de su huésped humano-. Me gusta, es un gesto de confianza. Pero prefiero estar aquí, más lejos de tu pinchito de lucecitas.

    Miguel caminó hacia a la posesión diabólica con su arma en alto y el rostro contraído de furia: 

    - ¿¡Pinchito!? ¡Esta espada fue la que derrotó a Satán en la Gran...! 

    - ¡Así no, Miguel! ¡Matarías a la humana también! -intervino Azirafel. Su voz se endureció al ordenar a Shax-: ¡Abandona ese cuerpo, demonio!

    - ¿Qué importa? ¡El alma humana es inmortal! -Miguel describió con su espada un ágil arco hacia Nina/Shax-. ¡Sé mejor que tú cómo combatir contra demonios!

    Un relámpago y un estruendo metálico detuvieron el golpe: era el arma del Arcángel Supremo, desviando la hoja azul con un ímpetu que nadie esperaría de un exlibrero. La espada azul se apartó y atacó de nuevo, sólo para ser desviada por repetidos ataques de la espada flamígera. Miguel no tuvo más remedio que defenderse y retroceder, gritando con indignación:

    - ¡Traidor!

    - No, ¡sólo te salvo de matar a un ser humano inocente! -insistió Azirafel-. ¡Lo tenemos prohibido!

    - ¡Según para qué!

    - ¿Me invitas a entrar, querida? -se burló Shax, volviéndose hacia Maggie con un giro de cuello imposible- ¿Por los viejos tiempos?

    - ¡No! ¡Vete! -se estremeció la humana, preguntándose qué hacer. Ver aquella sonrisa diabólica en el rostro de Nina le daba náuseas-. ¡Déjala en paz! 

    A Crowley se le iluminó la mirada: ¡Ningún demonio podía entrar sin invitación! ¿Cómo no se le había ocurrido antes? Esperó a que Azirafel y Miguel se apartaran un poco más, bajó la cabeza, tomó impulso y...

    La embestida fue prosaicamente similar a un placaje de rugby: Nina perdió el equilibrio y su cuerpo cayó hacia el interior de la librería. Sus manos todavía se aferraron al quicio de la puerta, retorciéndose grotescamente durante unos segundos, hasta que Maggie y Muriel sumaron sus fuerzas a las de Crowley para arrastrarla al interior. El exdemonio cayó sobre el grupo, o debajo, o todo a la vez: era difícil distinguirlo en aquel embrollo de brazos y piernas.

    Shax se materializó fuera de la puerta, expulsada por la barrera invisible, con los ojos cómicamente desorbitados al comprender su error.

    - ¡Qué idiota has sido al quedarte ahí! -rió Crowley.

    - Brillante -sonrió Azirafel- ¡Ahora, Miguel!

    El arcángel guerrero se abalanzó sobre Shax al grito de "¡Muere, demonio!". Pero antes de que pudiera rematar el golpe, una voz infantil interrumpió la escena:

    - ¡Ángel Shax! ¡Ángel Crowley! -una niña de no más de catorce años, portando un aro en la nariz, se abrazó a la diablesa-. ¿Dónde está el ángel Hastur?

    - ¿Qué? -se escandalizó Miguel-. ¡No son ángeles!

    La niña se le encaró y replicó, tan pequeña como desafiante:

    - ¡Lo son! Me salvaron de un hombre malo. ¡No les hagas daño, demonio!

    El asombro de Miguel no tuvo límites: 

    - ¿¿QUÉ??

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Otros relatos inspirados en el universo de Good Omens:   

Papilio Tempestae (one shot. Infancia de Warlock)

1 Natividad    2 Tentación    3 Pasión

 

07 junio 2025

100 días (y más) siendo Community Manager

Pasados, de largo, los 100 días de rigor en mi nueva andadura como community manager, puedo empezar a sacar conclusiones por los patrones, tipos e intercambios que voy experimentando. Sin absolutismos, ya voy calando a la gente.

Porque hay un gran grueso majo, que comenta poco, se alegra de las noticias y comparte lo que le gusta. Pero lo que acaba dejando el poso son los otros: no porque se quejen de lo que está mal, esos ayudan mucho a detectar lo que, como CM, debo trasladar al resto del equipo. El control de calidad activo es siempre práctico para poder mejorar en nuestra labor, la mía o la del conjunto. Ni siquiera son del todo inútiles los que solo comentan para quejarse, porque incluso un reloj estropeado da dos veces al día la hora correcta.

Ni siquiera me refiero a los "perdonavidas", que patéticamente afirman que "hoy van de buenas" y te retan, cual niños de siete años, a que les contestes algo, cubriéndose las espaldas con un "pero claro, no me diréis nada porque me tenéis bloqueado". Chiquines... A veces se les da un poco de casito, no mucho que se desmoronan cuando les falta.

No: me refiero a los solipsistas. Los que creen que trabajas, y la empresa, para ellos. En particular. Los que de verdad se creen la frase de "el cliente siempre tiene razón" sin considerar el resto de la cita de Selfridge: "...en cuestión de gustos".

Y para no dar detalles específicos y apuntar a gente concreta, haré el símil con una empresa de helados. No, no soy community manager de una empresa heladera...

Algunos solipsistas quieren saber si alguna vez haréis un helado con sabor a pepino. Tú tienes delante el plan comercial del año, tanto el anunciado como las novedades que aún no se han anticipado, y ves que no hay ningún helado con sabor a pepino. Pero no puedes decir "no", porque no sabes si algún día se hará un helado de pepino, ni puedes decir "sí", porque no es tu labor comprometerte. Eres el CM, no el director.

Lo que el soilipsista espera realmente es que vayas a hablar con el equipo de I+D y dirección y les saques una respuesta vinculante sobre el helado de pepino. Pero no es su trabajo contestar a esas preguntas. Es hacer helados y llevar una empresa heladera. Así que...

...no contestas.

...o dices que no está previsto en estos momentos.

...o das las gracias por la sugerencia y emplazas a futuros años.

Cualquier persona normalmente tendría bastante con eso, ¿verdad? No. El solipsista no, porque la pepinidad es su vida. Y necesita ese helado de pepino para ayer. No poder tenerlo en su mano y saborearlo durante 3 minutos es una afrenta a la tradición heladera.

Luego están los fans de los polos. Los helados de leche, los cucuruchos... le parecen para estúpidos que no saben lo bien que siente un buen polo. Que te guste el chocolate denota tu poco conocimiento, porque a ellos solo les importan los polos. Dame lo que quieras, pero en polo. No les basta con celebrar cada polo nuevo que anuncias, tienen que llorar y crujir de dientes por cada helado que saques en otro formato: "eso debería haber sido un polo".

¿Le cambias el nombre a un helado? A la mayoría le da igual. Los solipsistas ponen el grito en el cielo. Aunque sea uno que antes licenciaba otra empresa heladera pero ahora sacas tú en tu línea. No, no, no. El Camy-Seta tiene que llamarse así aunque ahora lo venda Frigo. ¿Por qué cambian las mates? ¡Son mates!

En general, por tanto, todo bien. La mayoría de gente muy maja, los compañeros de trabajo, un sol. El trabajo en sí, emocionante. Los solipsistas hacen ruido, y es fácil que te amarguen el día porque en el fondo es lo que necesitan, ser edgy, ser malotes, sentirse a contracorriente. No pueden disfrutar de lo suyo, necesitan hacer sentir mal a los que disfrutan otras cosas. "¡Nuevo helado con sabor a pepino!" "Menos mal que me lo voy a ahorrar porque no es un polo". Necesitan hacer saber al mundo lo que no les gusta para sentirse realizados. Bueno, internet también es para ellos, y si les sirve de terapia, oye, eso que se ahorran...

La mía es aprender a ignorarlos, que no deja de ser lo que me recomiendan mis jefes, a fin de cuentas. Nosotros estamos para hacer helados, compartirlos, hablar de lo deliciosos que son, de su historia, de sus peculiaridades, escuchar las sugerencias y experiencias de los que los disfrutan. No para revelar planes comerciales futuros antes de que marketing, dirección e I+D nos den el visto bueno.

Respiras hondo. Recuerdas cuánto te gustan los helados y sigues trabajando para los que los disfrutan.

¡A por 100 (y pico) más!

20 marzo 2025

TERTIA PUGNA-8


 


 TERTIA PUGNA

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez

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CAPÍTULO 8.- SANGRE INOCENTE


I am not a god, neither a saint
I am no hero, I am just a friend
Someone who stands beside you either way,
One man to comfort your soul,
Two hands to hеal the pain
(Sunburst, "Samaritan")

    La vida es como una caja de dinamita: puedes aprender a manejarla, pero no te descuides. Porque también puede ser que salgas volando cuando menos te lo esperas.

    O que desaparezcas bajo las ruedas de un bólido de dos toneladas.

    - ¡¡Maggie!! -gritó Nina, lanzándose hacia el vehículo que le había arrebatado a su amiga. Intentó rebuscar bajo el amasijo de hierros, rogando sin cesar-: Por favor, Dios mío, ¡que no esté muerta!


    Entonces sucedió algo casi único. A fin de cuentas, como diría Gabriel, no es frecuente que un ser humano tenga ocasión de rezar en presencia del puto Arcángel Supremo.

    La calle se inundó de luz purísima (y de un cursi olor a rosas). La invocación despertó en Azirafel un poder abrasador: a punto estuvo de descorporizarse. Pero consiguió dominarse, dejar de brillar como un foco halógeno e imponer las manos sobre el metal: se concentró para elevarlo...

    ... y le resultó mucho más fácil de lo que esperaba. El doble de fácil, para ser exactos. 

    Cualquier otro ángel se habría puesto en guardia al ver a Crowley, con las alas aún desplegadas, recitando un conjuro en la lengua del Infierno. Pero Azirafel sonrió:

    - Gracias por... 

    - No lo hago por ti. ¡Sólo es porque conozco mejor que tú estos trastos! -le interrumpió Crowley. Sus ojos de serpiente se clavaron en los del otro, señalaron una dirección y el ángel obedeció. Juntos apartaron el maltrecho vehículo, sincronizándose como engranajes de una maquinaria, que por fin, volvía a estar completa.

    Como en el pasado. 

    Como debería ser siempre.

    - Maggie... -gimió Nina. La joven morena se acercó temblando a la librería, sin atreverse a mirar la entrada. Porque, contra la puerta, el Jaguar debería haber aplastado a...

    - N-no... ¿¿¡no está!?? 

    - ¡Milagro! -anunció la voz jubilosa de Muriel desde el interior del edificio. A través del hueco de la entrada (ya no había puerta), todos vieron que el ángel novato sostenía en sus brazos a Maggie-. ¡Por fin he hecho un milagro!

    Nina entró, espoleada por la adrenalina:

    - Maggie, ¿¡estás bien!? ¡Creí que ese trasto te había planchado contra la puerta! 

    - ¡Imagina lo que creí yo! -balbuceó la aludida, acabando de ponerse en pie-. Sí que es un milagro...

    - Más bien medio milagro. Tienes una hemorragia interna -señaló Crowley desde el umbral. Se había quitado las gafas, para examinar las lesiones con su visión infrarroja de serpiente.

    - Podría ser peor -sonrió valientemente Maggie-. No sé cómo lo has hecho, Muriel, pero gracias.

    - Sólo quité a tiempo la pue... - la sonrisa de Muriel se heló al ver quién más se aproximaba -. Aunqueee... ¡s-seguro que no cambié nada importante! L-los ángeles no debemos interferir en asuntos de hu-humanos.

    El Arcángel Supremo cruzó el umbral, miró al ángel novato y... se vio a sí mismo, años atrás. Ocultando sus bienintencionados deslices a sus superiores, tras la máscara de una sonrisa de terror. 

    - No temas, Muriel -decidió, mirando para otro lado-. No te he visto hacer nada inapropiado.

     ¿Así se sentía Gabriel cada vez que Azirafel mentía?

    ¿Siempre sospechó más de lo que parecía?

    La voz de Crowley lo sacó de su ensimismamiento:

    - ¡Áng... arcángel! ¡Haz lo tuyo!

    - ¿Perdón...?

    - ¿No la curas? ¡Está más blanca que tu vestuario!

    - Sólo es un mareo -protestó Maggie, aunque comenzaba a ver borroso. Tuvo que sentarse para contener las náuseas.

    Azirafel asintió, deseando ayudarla, pero miró a su espalda... y se quedó rígido en el sitio.

    Maldición. Nos vigilan.

    - ¿De verdad no puede interferir? -se exasperó Nina - ¿A estas alturas? ¿Después de lo que nos mangoneó en el baile?

    El exdemonio contempló, boquiabierto, cómo el arcángel se marchaba. No sabía si lo que sentía era asombro, furia o decepción. Sólo se preguntaba cómo había dedicado tanto tiempo de su vida a alguien así. 

    - Crowley, ¡al menos, ven tú! -suplicó Maggie, con un brusco espasmo de dolor.

    La invitación deshizo la barrera invisible que retenía a Crowley: éste perdió el equilibrio, cayó dentro de la librería, se levantó entre blasfemias y examinó el mapa de luces infrarrojas que era Maggie:

    - ¡Una arteria enorme se está oscureciendo! Su luz se derrama fuera de...

    - ¿¡Qué!?

    - No lo ves, pero confía en mí -Crowley señaló un punto bajo la piel de Maggie. Ahí dentro hay una arteria rota, Detective Contable. ¡Repárala!

    - No d-debo -tembló Muriel-. Y no puedo. Yo no soy suficiente...

    - Conmigo, sí lo eres. ¡Yo contengo la hemorragia interna y tú reparas!

    Muriel miró con angustia la salida, por la que había desaparecido su superior. Pero se volvió hacia sus amigas y también vio temor en ellas. Ambas alternativas le daban miedo, tanto si elegía obedecer como si no.

    Pero, al menos, podía elegir. 

    Y lo hizo.

    Hay un aura humana: siéntela, Muriel. No está completa: dentro hay algo roto. Pero has leído libros y sabes cómo debería ser esa arteria. Intentas canalizar un poco de poder para restaurar su forma. Y lo consigues: es como reparar un tubo. Aunque vacío, claro: no sabes llenarlo...

    - Buen trabajo, Detective Contable -elogió Crowley-. ¡Mi turno!

    Se dice que los demonios no pueden curar, pero había algo que Crowley sí sabía remediar: la resaca. El truco estaba en retirar el alcohol de sus venas para devolverlo a la botella, combinando mecánica de fluidos y tacañería. Haría falta mucha imaginación para curar a nadie con eso, pero la imaginación era su especialidad. Visualizó a Maggie como si fuera una botella, chasqueó los dedos y...

    - ¡Le está volviendo el color a la cara!  -celebró Nina-. Maggie, ¿me oyes? ¡Dime algo!

    - ¿La sangre ha vuelto a su sitio? -Muriel miró a Crowley con admiración-. ¿Cómo lo has hecho?

    - ¡Con un truco de borracho! Si puedo mover alcohol de un sitio a otro, también puedo mover otros líquidos. ¡Siglos de vicio me han preparado para este momento! 

    - Eso no tiene sentido, pero gracias -sonrió Maggie, más recuperada-. Bendito seas, Crowley...

    - ¡No me bendigas, joder! ¡Que eso escuece!- protestó el exdemonio. 

    Pero, en realidad, sonreía cuando dio la espalda al trío: estaba satisfecho. Sobre todo, por la reacción de Muriel.

    Se le podía tentar. Sabía desobedecer.

   Apartando de su mente intrusivos recuerdos de borrachera, se dirigió al exterior. Tenía asuntos que atender. El primero, averiguar a dónde había ido con tanta prisa el puto Arcángel Supremo.


    - - - - - - - - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ - - - - - - - -


    Un gélido aguacero azotaba las calles del Soho. Azirafel se encogió al salir de su librería, pero no a causa del frío:

    - Veinticinco Lázaros -le sobresaltó una voz acusadora-. ¡Otra vez! 

    El Arcángel Supremo se detuvo en el umbral y reprimió una disculpa. Llevaba milenios disculpándose; le estaba costando quitarse esa costumbre. 

    - Sesenta y cinco -corrigió, intentando sonar autoritario-. Pero no necesitas venir para eso, Miguel. ¡Es mi caso!

    - Entonces, ¿eres tú el causante? 

    - Al contrario: ¡soy el que lo investiga! -Azirafel mostró el documento firmado por el Metatrón y leyó en voz alta-: "-65 Lázaros. Destruye al responsable".

    - No venimos por eso -intervino alguien más. Incluso antes de verle doblar la esquina, su aura y el zumbido de su silla de ruedas eran inconfundibles-. Ha habido otro milagro un poco menor, hace unos minutos.

    - Veinticinco Lázaros positivos -asintió Miguel.

    Saraqael detuvo su silla junto a los restos humeantes de lo que había sido un Jaguar clásico y señaló los daños en la fachada de la librería: 

    - ¿Esta cosa chocó contra nuestra Embajada?

    Azirafel asintió, inquieto:

    - Sí, hace unos minutos. Lo aparté con un milagro y... ah, entonces sí fui yo -admitió. Posó una mano en el hombro de cada intruso y se los llevó hacia el ascensor-. Supongo que me excedí por accidente. Vayamos a transmitirle al Metatrón mis disculpas.

    - ¿Sólo eso?

    - Sólo eso -Azirafel les metió más prisa: no quería que se quedaran a curiosear en la librería-. ¿Qué más podría ser?

    La respuesta fue rápida. Inoportunamente rápida.

    El aire aumentó su densidad hasta un nivel casi sofocante. Las gotas de lluvia ralentizaron su caída, se detuvieron sin tocar el suelo y comenzaron a ascender lentamente. El efecto se propagó en todas direcciones, como una onda expansiva, pero muda y luminosa. Y el epicentro del milagro era...


    - ¡Nuestra Embajada! -anunció Saraqael: el panel de control de su silla era un caos de luces y códigos de alarma-. ¡Otra vez: veinte Lázaros!

    Miguel corrió hacia la librería, chocó contra alguien que salía y rugió al reconocerlo:

    - ¡Demonio! ¡Abandona este lugar!

    - Con mucho gusto -fue la burlona respuesta-. Este sitio no tiene encanto, ¡y tú tampoco!

    - ¡No tan rápido! -a Miguel siempre le molestaba que Crowley no se dejara intimidar-. ¿Qué maldad estabas haciendo ahí dentro? ¡Habla o te fulmino!

    Crowley abrió la boca para lanzar una respuesta más insultante, pero una voz tímida intervino:

    - N-no hacía nada malo... -el ángel novato se asomó al umbral temblando de miedo, pero continuó-: s-sólo me ayudaba a curar a un ser hum...

    - Muriel, ¿estás interfiriendo en asuntos humanos? -se escandalizó Miguel-. ¿¿Y pactando con demonios??

    Azirafel no pudo contenerse más. Sabía por experiencia cómo se sentía Muriel: debatiéndose con angustia entre el Bien y el Deber (que ni siquiera deberían ser antónimos). No era justo.

    - ¡¡Basta!! -estalló-. Soy su superior. ¡Asumo la responsabilidad!

    - ¿Estás seguro? -Miguel sonrió con astucia-. Porque un trato con demonios te podría costar el puesto de Arcángel Supremo.

    Crowley se volvió con furia:

    - ¡Si quieres quitarle el puesto, búscate otra excusa! Yo ya no trabajo para el Infierno. ¿Recuerdas?

    - Es curioso que saques el tema - intervino una voz tan refinada como terrorífica, acompañada por el compás de dos carísimos zapatos de tacón y suela roja. La recién llegada señaló el vehículo siniestrado e inquirió-: ¿Tienes algo que ver con esta muerte, Crowley?

    El interpelado echó un vistazo a los restos que señalaba Shax y se le heló la expresión. ¿Era el Jaguar contra el que había competido su Bentley en la M25? ¿Cómo no lo había notado antes?

    Azirafel también se quedó helado. Porque en el documento firmado por el Metatrón, la cifra escrita cambió en aquel momento:

    "-66 Lázaros. Destruye al responsable".

    - - - - - - - - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ - - - - - - - -

No soy un dios, tampoco un santo,
no soy un héroe, sólo un amigo,
alguien que está a tu lado sea como sea,
un hombre que consuela tu alma,
dos manos que curan tu dolor
(Sunburst, "Samaritan")




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Papilio Tempestae (one shot. Infancia de Warlock)

1 Natividad    2 Tentación    3 Pasión

 

02 diciembre 2024

¡Arriba el telón! 17 críticas (y van 229)

     Recopilando más críticas escénicas publicadas en EnPlatea.com, en esta ocasión tenemos una ración XL mientras hilamos las de junio, julio y septiembre, incluyendo el Grec 2024, hasta mi parón... que debía haber sido por operación pero que finalmente lo fue por no-operación mientras me recuperaba (por suerte, bien y rápido🥳) de un shock anafiláctico provocado por el antibiótico en quirófano.

     Uno entre 22 222: si es que soy raro hasta para las alergias... 😅 ¿Sería una premonición la reseña de Els Miserables de Mas Fiol?

213. Las bingueras de Eurípides: "El tostaero dionisíaco" (19 de junio)
214. Apocalípticamente correcto: "A la libertad por el desengaño" (20 de junio)
215. Paradise: "Filoctetes, el acorralado" (25 de junio)
216. ALMA Festival - Glen Hansard: "Mística de rodillas, y a trepar la montaña" (28 de junio)
217. Grec - Macho grita: "Fundación e imperio (español) a golpe de guerra civil" (1 de julio)
218. Grec: "Todas las caras de Tirant lo Blanc" (3 de julio)
219. Grec - Romul i Rem, el musical: "¿Qué han hecho los romanos por nosotros?" (8 de julio)
220. Grec - Artemis: "24 mentiras por segundo" (12 de julio)
221. Grec - La gran nit de Dagoll Dagom: "Historia y magia de la llave del fuego (15 de julio)
222. Grec - Els miserables: "Will you give all you can give? Really?" (19 de julio)
223. Grec - Villa: "¿Qué hacemos con las ruinas del infierno?" (24 de julio)
224. Grec - Hamlet. En els plecs del temps: "Seré o no seré. Esa fue la cuestión" (26 de julio)
225. La colección: "Coleccionamos vidas, historias, verdad" (9 de septiembre)
226. L'enterrador: "Cainismo y dignidad" (13 de septiembre)
227. Com cantar Sobreviviré sense que m'exploti un pulmó: "Fiato contra asfixia" (16 de septiembre)
228. Mar i cel: "El último himno de Dagoll Dagom" (19 de septiembre)
229. Godspell: "Formando a los habitantes de la ciudad más hermosa" (20 de septiembre)

Críticas 20151 a 10 | 11 a 23 | 24 a 30 | 31 a 42     Críticas 201643 a 52 | 53 a 62 | 63 a 74
Críticas 201775 a 79     Críticas 201880 a 88
     Críticas 201989 a 97 | 98 a 107 | 108 a 112
Críticas 2020113 a 116
     Críticas 2021117     Críticas 2022118 a 123 | 124 a 133
Críticas 2023: 134 a 137 | 138 a 146 | 147 a 154 | 155 a 163 | 164 a 172 | 173 a 185
Críticas 2024: 186 a 199 | 200 a 212 | 213 a 229
La gran nit de Dagoll Dagom. Teatre Grec

29 julio 2024

TERTIA PUGNA - 7


 TERTIA PUGNA

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez

Capítulos:    1   2   3   4   5   6   7   8    9


CAPÍTULO 7.- SESENTA Y CINCO LÁZAROS





    (Local de Madame Sandwich, en la parte "exótica" del Soho)

    - Aquí todo es muy caro, Sastra.

    - No me llamo "Sastra" ni "Costurera", sino Madame Sandwich. Y tengo que pagar a mis empleadas dignamente.

    - ¿Dignamente? -el viejo yuppie soltó una risotada tan estridente que casi se oyó por encima de la música del local-. ¡Pero si son...!

    - ¡Son trabajadoras! -le cortó la gerente con firmeza-. Prestan un servicio. ¡A cambio de un sueldo!

    - ¿Eres empresario y no lo entiendes? -se burló uno de sus compañeros de borrachera-. Como seas igual de roñas en todos tus negocios...

    El avaro, ofendido, buscó las llaves de su Jaguar y se encaminó hacia la salida. Madame Sandwich palideció cuando le oyó mascullar el nombre de un tugurio barato de los bajos fondos.

    - ¿Qué pasa con ese sitio? -se interesó uno de los clientes restantes. 

    - Que allí no tratan bien a sus chicas -contestó ella con tristeza. Sospechaba que aquel horrible lugar estaba implicado en delitos de trata de personas. Pero, por desgracia, no tenía pruebas.




    Minutos después, un Jaguar clásico aparcó frente a un lóbrego tugurio de los bajos fondos. Pero fuera del local no montaba guardia el hampón acostumbrado, sino un fumador de mirada sucia, pelo cano y aura demoníaca.

    - ¿Tú quién eres? -preguntó el fumador, relamiéndose con disimulo; estaba consultando la agenda de un teléfono móvil-. No estás en esta lista.

    - Soy cliente habitual -gruñó el avaro, abriendo la puerta del Jaguar para apearse.

    El fumador esbozó una sonrisa sucia y avanzó un par de pasos. Era Hastur, aunque no lucía su rostro habitual: por precaución, él y Shax habían decidido cambiar de apariencia cada vez que atacaran a un nuevo humano.

    - ¿Estás al tanto del bienestar laboral de este negocio? -preguntó al cliente.

    - Ni lo sé ni me importa -se encogió de hombros el yuppie-. ¿Puedo entrar ya?

    - Así que eres cómplice -Hastur avanzó otro paso y se relamió de nuevo; había algo corrupto en su olor y en sus modales-. Hoy ya he comido con sesenta y cinco... ejem... "clientes" como tú, pero puedo hacerte un hueco. Por favor, baja de ese carruaje, o como sea que se llame ahora, y... -sonrió ávidamente- acompáñame para comer.

    El otro ya tenía un pie fuera del Jaguar, pero se lo pensó mejor y volvió a meterlo. Ya estaba cerrando la puerta cuando se le echó algo encima. Si no hubiera sabido que era imposible, habría jurado que era una especie de... ¿enjambre? 

    "Prefiero no saberlo" decidió, pisando a fondo el acelerador. No sabía por qué le asaltaban aquellos escalofríos, pero necesitaba alejarse de allí cuanto antes.

    - - - - - - - - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ - - - - - - - -

    Azirafel estaba inquieto: Metatrón le había enviado contra Crowley sin pruebas, por simple odio personal. El Arcángel Supremo habría preferido no volver a reunirse con el que fue su amigo: su despedida había sido demasiado dolorosa. Pero, precisamente por eso, debía demostrar la inocencia del exdemonio. Le había hecho daño. Se lo debía. 

    - Escúchame de una santa vez -insistió Azirafel con urgencia-. Sesenta y cinco: ¿te suena esa cifra, Crowley?

    Éste se encogió de hombros con chulería:

    - Sí, la fecha de tu puto anuario. Lo he regalado para hacer una buena obra: ¡de nada!

    - ¿Eso es todo? -sonrió Azirafel con alivio. Su antiguo amigo no parecía saber nada de acerca de crímenes sobrenaturales...

    ... hasta que el exdemonio, siguiendo su mirada, al fin se volvió hacia Nina y reparó en el periódico que ésta sostenía. Al ver la trágica noticia de la portada se le dilataron los iris amarillos, ocupando sus ojos por completo:

    - Espera, ¿por eso venías, áng... "arcángel supremo"? -le espetó con sorna-. ¿Por unos cuantos pederastas que están mejor muertos?

    Azirafel palideció al escuchar la confesión: tuvo que desabrocharse el cuello para intentar recuperar el aliento. Crowley observó, molesto, que el nuevo Arcángel Supremo ya no portaba su antiguo abrigo, sino uno gris plateado, irritantemente similar al de Gabriel, con un sospechoso bulto a la altura de la cintura.

    - ¿Llevas una espada bajo ese abrigo, o es que te "alegras" de verme? -coqueteó con grosería.

    Su interlocutor reprimió un temblor en sus manos al mostrar a Crowley un documento, escrito de puño y letra del Metatrón en un alfabeto más antiguo que el Mundo:

    "Londres. -65 Lázaros. Destruye al responsable".

     - Por favor -rogó-, ¡dime que no estás metido en esto! 

    El acusado bajó la voz hasta convertirla en un susurro extrañamente rugiente:

    - ¿Y si lo merecían? Dime, ¿qué harías?

    La mirada de Azirafel se convirtió en una súplica:

    - No te he pedido exactamente me digas la verdad. 

    - Retorciendo las normas, ¿eh? -asintió Crowley, con una mueca astuta-. Siempre he admirado lo cabrón que puedes llegar a ser.

    - Ejem... ¿gracias?

    - En fin, áng... arcángel; contestando a tu pregunta...

    El rugido de un motor y un chirriar de frenos interrumpieron la frase, seguidos por el terrible estrépito de una colisión. Un enorme Jaguar clásico, después de destrozar varias farolas, se estrelló contra la fachada de la librería.

    A juzgar por su trayectoria, parecía proceder de los bajos fondos. 

    Y a su paso, Maggie había desaparecido.





Capítulos:    1   2   3   4   5   6   7   8    9




Otros relatos inspirados en el universo de Good Omens:   

Papilio Tempestae (one shot. Infancia de Warlock)

1 Natividad    2 Tentación    3 Pasión


  

25 junio 2024

TERTIA PUGNA - 6


TERTIA PUGNA

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez

Capítulos:    1   2   3   4   5   6   7   8   9


CAPÍTULO 6.- ERRORES DEL PASADO



"Hice lo del halo".
"Al Infierno no le va a gustar".
"Sólo lo deberíamos hacer en combate.
Podría tomarse como una declaración de guerra".
(Good Omens, temporada 2, capítulo final)


     (Londres, antigua librería en el Soho):

    A veces hay cosas que intentamos olvidar. Porque nos desagradan demasiado... o por todo lo contrario. Pero no se puede huir de ellas eternamente.

    Eso es lo que pensó Muriel, al sorprenderle una repentina ráfaga de luz. Blanca, intensa, condensándose en una figura sólida…

    - ¡Perdón, Arcángel Supremo! -gimió el ángel novato, postrándose ante el círculo de luz-. No debí vender tu anuario… ¡losientolosientolos…!

    - Soy yo quien debe pedir perdón -le consoló Maggie-. Porque dejé entrar a quien no debía y...

    - No importa: te perdono -respondió una voz amable-. Y a ti también, Muriel. En realidad, ni siquiera vengo por eso.

    Maggie sonrió al reconocer al recién llegado: 

    -¡Señor Fell!

    Azirafel salió del círculo de invocación, comprobó con discretos toquecitos que (por una vez) había conseguido usarlo sin descorporizarse, tomó aire y...


    Y el aroma del pasado se le echó encima con la delicadeza de una prensa hidráulica. Era como respirar recuerdos: Proust habría estado orgulloso. Olor a libros, a la madera de su escritorio, a la tapicería del sillón donde solía beber con...

    - ¡Rayos! -imprecó, intentando reprimir la palabra "hogar". Porque, como recordó con tristeza, aquél ya no era su hogar. 

    - ¿Un té? -ofreció Maggie, empeorando su nostalgia sin querer.

    Azirafel resistió la tentación y huyó hacia la salida, mascullando algo sobre “Sesenta y cinco Prousts… estooo… Lázaros”. Suponía que en el exterior sería más fácil olvidar todo lo que había perdido. Pero apenas abrió la puerta, descubrió que se equivocaba.

    - Rayos -repitió. Pero esta vez era descriptivo. 

    El fulgor de un relámpago le mostró una calle rebosante de recuerdos: el frío repiqueteo de la lluvia en su rostro, olor a contaminación, a asfalto mojado, a… bueno, a Londres. Llevaba tiempo intentando olvidarse de aquella ciudad, y del ángel caído que asociaba a ella, como el adicto que intenta desengancharse. Pero no se puede huir eternamente.

    Sobre todo porque él estaba allí, en la calle, a sólo unos pasos de distancia. Echaba humo: la lluvia se evaporaba al tocarlo. Ceñudo, hostil, rabioso... 

    "En dos palabras: como siempre" sonrió Azirafel, avanzando unos pasos hacia Crowley. Incluso la misión se parecía a las de antaño: cooperar con él, pero fingiendo acusarlo, por si sus superiores vigilaban. Sólo tenía que formular la acusación de una manera fácil de rechazar, como por ejemplo...

    - ¡Sesenta y cinco, Crowley! ¿Cómo has sido capaz?

    Pero su optimismo se llevó un jarro de agua fría al no recibir exactamente una negativa: 

    - Extraño saludo, Azirafel. ¿Recuerdas que declaraste una guerra?

    - - - - - - - - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ - - - - - - - -

    Mientras tanto, en un laboratorio de Scotland Yard, tres policías se estaban acercando demasiado a un caso que les venía grande. Infernalmente grande:

    - La cifra de muertes sigue subiendo -gruñó la inspectora Jones-. Parece una auténtica guerra.

    - Ya son 65 -asintió la forense Sato, cotejando los resultados de varios análisis-. Sin rastro de armas, toxinas ni enfermedades. Sólo han sido devorados a velocidad acelerada. ¡Antinaturalmente acelerada!

    - ¿Por un enjambre de bichos raros? ¿Alienígenas? ¿Demonios? -se burló el tercer agente.

    - Tyler, no tiene gracia -protestó Jones-. Entre las víctimas está mi confidente y sus contactos. No sólo vendían drogas: estaban en una red de trata de personas. Y justo cuando iban a llevarme hasta los peces gordos... 

    - Desaparecen sin dejar pistas analizables -concluyó Sato-. Qué conveniente para los peces gordos. 

    - ¿Y las cámaras de tráfico, Tyler? ¿Han registrado algo en el lugar de los hechos?

    - Hemos captado a docenas de personas y vehículos, pero ninguno se repite. Lo único sospechoso es... -Tyler consultó su tablet-: un par de vehículos con las matrículas tapadas, en la zona y fecha de la primera muerte. Un Jaguar y un Bentley clásicos.

    - ¿Como los del caso de la M25? -se animó Jones-. No es una prueba concluyente, pero al menos serán fáciles de identificar: los clásicos son escasos. Gracias, Tyler. Si los vuelve a detectar...

    - Eso es lo mejor -sonrió él-. ¿Quiere ver las cámaras en directo?

    La inspectora ojeó la tablet de su compañero... y su expresión cambió al ver las imágenes: 

    - Desde luego, esto no se ve todos los días.

    La cámara mostraba una tormenta curiosamente pequeña, que sólo afectaba a una calle del Soho. Y un Bentley muy antiguo, aparcado junto a una vieja librería. 

    - Aún no tengo pruebas, amiguito -le susurró al Bentley-. Pero sé que tienes algo que ver con mi guerra.

    Jones casi juraría que los faros del vehículo parpadearon a modo de respuesta.


    - - - - - - - - ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ - - - - - - - -

    Azirafel frunció el ceño: no tenía tiempo para distracciones. Estaba demasiado ocupado investigando un crimen de 65 Lázaros (aunque ni siquiera sabía de qué clase: no tenía ninguna pista) y rezando para que su interlocutor no estuviera implicado.

    - Crowley, no he venido a hablar de guerras. Escucha....

    El exdemonio lo encaró bruscamente, tenso como una cobra a punto de atacar:

    - ¿Y a qué vienes? Dijiste que irías Arriba para "mejorar las cosas". ¿Recuerdas? 

    - Sí, pero...

    - Vaya mierda de mejora -bufó Crowley, meneando la cabeza-. ¡Ni siquiera has desconvocado tu guerra!

    - ¿Mía?

    - Sí. ¡Tú hiciste lo del halo!

    - ¡Ah, eso es agua pasada! He venido a hablar de algo más import...

    - ¿¡Más que una guerra!? 

    El arcángel se mordió el labio para no contestar: "Sí. Tu vida está en juego, porque te acusan de un crimen infernal, y tú eres lo que más me importa". Pero no podía decirle algo así en público, así que se limitó a recordarle:

    - Ya tuvimos un acuerdo de paz.

    - Eso creía yo. Pero sólo sirvió para que no ejecutaran a esos dos desertores, Gabriel y Belcebú. Los de Abajo no prometieron nada más, y acabo de saber que siguen en pie de guerra.

    - Pero... ¡no deberían! -palideció Azirafel, retrocediendo un paso-. ¡Yo no quería eso, sino sólo defenderme! Me dejaste solo y...

    - Te dejé protegido -replicó Crowley, desdeñando descaradamente su parte de responsabilidad-. Estabas en una Embajada a la que ningún demonio podía entrar sin ser invitado. 

    - Sí, pero...

    - Los invitaste a entrar y los masacraste. Lo entiendo, le hice algo parecido a Ligur. ¡Pero parece que matar a invitados en una Embajada rompe normas diplomáticas, POR LO QUE SEA! -reprochó, elevando la voz cada vez más-. ¿Y los de Arriba? ¿Van a detener esto?

    - Ejem... no han dicho nada, aparte de alguna alusión a la Segunda V...

    - ¿¡NADA!? -estalló Crowley, avanzando con largas zancadas hasta detenerse a sólo unos centímetros de su adversario-. ¿Para eso eres el Arcángel Supremo?

    La tormenta se intensificó hasta convertirse en diluvio. Estaban solos en la calle y, gracias a la magia de Crowley, ningún ser humano se asomaba al exterior. Excepto dos personas de mente más alerta, ocultas en el umbral de sendos edificios: Nina y Maggie.

    Esta última lamentaba amargamente su culpabilidad:

    - No fue él quien los dejó entrar -confesó la tímida rubia, avanzando bajo la lluvia hasta quedar a pocos pasos de Azifarel-. Fui yo. No quise invitarlos, pero retorcieron mis palabras y...

    Crowley se quitó las empapadas gafas y estrechó los ojos con malicia:

    - Y por eso los humanos no deberían mezclarse en nuestros asuntos. ¡Debí evacuarte con los demás!

    - Sólo fue un error, y se arrepiente mucho. No para de pensarlo -la defendió el Arcángel Supremo en un tono amable, pero extraño. Alzó una mano para invocar un milagro-: Maggie, debes olvid...

    - ¡No! -intervino Nina, saliendo de su escondite-. ¡No te atrevas a borrarle la mente!

    El arcángel volvió su atención hacia Nina... y la visión de ésta se oscureció de repente, como si alguien hubiera extendido un telón negro ante sus ojos. Ella temió lo peor pero, para su sorpresa, descubrió que aún recordaba aquella terrible noche. Y que la barrera negra desplegada ante ella era, en realidad, un enorme par de alas. Cubiertas de magníficas plumas oscuras, similares a las de un águila, pero mucho más grandes.

    Las alas protectoras de... ¿¡Crowley!? ¿¡Desde cuándo tenía alas!?

    - Ya la hasss oído, áng... arcángel -siseó con furia el demonio alado-. No tienesss derecho a manipularlesss la mente.

    - ¡Pero si tú mismo has dicho que los humanos no deberían...! -protestó el otro, con la voz cada vez más chillona por los nervios- ¡Es por su bien!

    - Ah, ¿sí? Pregúntaselo -Crowley plegó las alas sólo a medias, listo para volver a extenderlas en caso necesario, y preguntó sin mirar a su protegida-: Nina, ¿quieres olvidar?

    Ella balbuceó una negativa, todavía aferrada al periódico del día. Aquel periódico, con aquella terrible noticia en portada.

    Una portada que, al apartarse parcialmente las alas negras, Azirafel pudo leer perfectamente:


    "El Devorador arrasa los bajos fondos".

    "Scotland Yard investiga 65 muertes inexplicables".    


    ¡65 asesinatos sobrenaturales! La mirada de Azirafel se iluminó al descubrir que por fin tenía una pista. ¡Todo encajaba!

 



Capítulos:    1   2   3   4   5   6   7   8   9




Otros relatos inspirados en el universo de Good Omens:   

Papilio Tempestae (one shot. Infancia de Warlock)

1 Natividad    2 Tentación    3 Pasión

18 junio 2024

Papilio Tempestae (1 de 1)

 


PAPILIO TEMPESTAE

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez


Relato anterior: El Maestro y la Serpiente                                 


(Londres, 2013. Mansión del Agregado Cultural de USA)

    El pequeño Warlock miró la pantalla del ordenador portátil con curiosidad:

    - Nanny Aztoreth, ¿pada qué zidve ezto?

    - Esto, querido Warlock, es un videojuego.

    - Papá y mamá ziempe dicen que zoy demaziado pequeño para videojuegoz.

    Nanny Astoreth sonrió, enseñando sin disimulo sus colmillos de depredador:

    - Entonces será mejor que no se lo digamos cuando vuelvan de su viaje, ¿verdad?

    El pequeño asintió y se concentró en la pantalla: parecía una versión informatizada de una casa de muñecas.

    - Los Sims -anunció la niñera, con mal disimulado orgullo-. La versión online con micropagos de dinero real fue uno de mis mejores inventos.

    - ¿Funcionó bien?

    - Las versiones normales, como la tuya, sí. Pero la de dinero real la ideé para tentar a unos magnates informáticos demasiado codiciosos -sonrió malévolamente al añadir-: Y eso les cambió la vida. ¡Ni el crack del 29!

    - ¿29? ¿Ezo ez bueno o malo?

    Nanny Astoreth se relajó en su asiento del jardín, complacida. Por fin podía cumplir su cupo diario de enseñanzas malvadas y, al mismo tiempo, estrenar su petaca de vodka soviético añejo. Señaló la pantalla y sentenció:

    - Querido, perteneces a una clase superior. No te debes ocupar del bien, sino de controlar a la gente. Cuando seas mayor manejarás a millonarios de verdad, así que…

    - ¡Ah, contol! Déjame contolar el videojuego un poco.

    La niñera suspiró: Warlock era demasiado pequeño para ciertos conceptos. Pero en fin, por algo se empieza, decidió volviendo al ataque:

    - Con este juego aprenderás a ser omnipotente y omnisciente, como D…

    - ¿Omnipoqué?

    - Omnipotente significa que puedes hacer lo que quieras. Y omnisciente, que puedes ver todo lo que quieras.

    - ¡Lo que yo quieda! -celebró el niño con alegría.

    - Pero sólo a pequeña escala – intervino un recién llegado-. No se puede aspirar a ser omnipotente de verdad.

    Nanny Astoreth se sobresaltó con indignación fingida:

    - ¡Maldición, hermano Francisco! -protestó, intentando recuperar su agresividad habitual-. ¿Nos estabas espiando?

    El interpelado sonrió apaciblemente y tomó asiento junto a la niñera:

    - Trabajo aquí. Soy el jardinero, ¿recuerdas?

    - Ya hablaremos tú y yo de jardinería. ¡Consientes demasiado a esas plantas!

    - Son unas mimadas -admitió traviesamente el jardinero, levantando un dedo para reprender a la niñera-: Igual que tu pupilo, ¿no?

    - Gracias por darte cuenta -presumió ella.

    El niño resopló con disgusto:

    - Ahoda me dirá que loz videojuegoz zon maloz y que ez mejod jugar a ver laz nubez. ¿No?

    - No te preocupes -el rostro afable del jardinero irradiaba paz-. Sólo debes recordar que no se puede ser omnipotente de verdad. Sólo Dios puede.

    La expresión del niño se apagó de repente:  

    - ¿Nunca hadé lo que yo quieda? -se angustió, cabizbajo.

    - Bueno… -se ablandó el hermano Francisco, sin saber cómo consolar al pequeño, para diversión de la niñera-. En realidad… ejem... ¡ayúdame, Astoreth! ¡Es tu pupilo!

    - No, adelante -sonrió ella burlonamente-. Quiero ver cómo usas tus sapientísimas enseñanzas para un trabajo tan “fácil” como el mío.

    - ¿Omnipotente ez malo? -inquirió el pequeño con ojos de cachorrito, albergando alguna esperanza de recibir un “no”.

    - Ejem… no es que sea malo. De hecho, Dios es omnipotente y omnisciente. Pero nosotros no podemos serlo porque… -rebuscó nerviosamente alguna idea hasta que se le iluminó la mirada-. No nos cabrían tantas cosas en la cabeza. ¡Eso es! ¿Te imaginas tener que preocuparte de todo y de todos? ¡Sin descansar nunca!

    - ¿Y cocinar mi dezayuno yo zolo? -se horrorizó Warlock, cuyo único vicio (de momento) era la pereza.

    - ¡Así es! Mejor que cada persona se ocupe sólo de algunas cosas, ¿no?

    - Bueno… zi a cambio me canzo menoz…

    - Pero un día serás fuerte y no te cansarás de eso -intervino la niñera, alarmada por el cariz moralista que tomaba la conversación-. Ser omnipotente y omnisciente tiene sus ventajas, Warlock. Por eso a los humanos les gusta crear juegos, como el que estás usando, y observar cómo interactúan sus creaciones.

    - Sí, tiene cierta belleza -reflexionó el jardinero, paseando la vista sobre los parterres de flores-. Es agradable contemplar tu obra, aunque sea pequeña… la desventaja está en que hay tareas tediosamente repetitivas, pero aun así, compensa.

    - Y se pueden automatizar. Incluso Dios lo hace -filosofó Nanny Astoreth, dando un trago a su petaca. Se la pasó a su rival y añadió-: Programando, por ejemplo, las Leyes de la Física. Las que rigen la formación y evolución de las estrellas, las nebulosas, y…

    La voz de la niñera se suavizó, como si estuviera cada vez más lejos. En cierto modo era así, aunque sólo en espíritu. Ya no sonreía.

    Su compañero probó el licor y miró a Astoreth con simpatía:   

    - Adoro oírte hablar de Astrofísica -elogió, reprimiendo una punzada de nostalgia.

    Nanny Astoreth se sobresaltó como un niño pillado en falta: 

    - Tonterías. Es por culpa del vodka ruso. ¡Eso es! A los rusos les gusta la carrera espacial. ¡La verborrea astronómica debe de ser un efecto secundario!

    - No hay nada malo en ponerse filosóficos…

    - ¡Nada malo, dice! ¿Qué será lo próximo que me llames, "santurrona"? ¡Ni lo sueñes! -La niñera se puso en pie y dejó la petaca en el asiento con un fuerte golpe-: Maldito vodka astrofilosófico, ¡no me extraña que Tolstoi fuera tan deprimente! Tendré que cambiar de bebida. ¡Vámonos, Warlock!

    - El niño se puede quedar conmigo un rato y… ¡espera, y tú también! -intentó detenerla, pero ella ya se alejaba hacia el edificio principal-: ¡Podemos hablar de otras cosas!

    - ¿Alguna idea? -Astoreth se volvió hacia él, desafiante.

    - No sé...

    - Ah, pues yo sí tengo una idea -decidió, más animada-. ¡Tequila!

    - ¿Sólo eso? 

    - Más que eso: ¡Cantidades extraordinarias de tequila!

    - ¿Y me dejas así, sin más?

    - ¿Quieres algo más? ¡Toma! -chasqueó los dedos y se adentró en el edificio-. ¡Ahí tienes agua!

    El hermano Francisco la miró alejarse con tristeza, mientras comenzaba a llover con una furia tan repentina como la de su compañera. Pero la lluvia no llegó a tocarlo: una de las copas de sus árboles se había extendido para guarecerlo, tanto a él como al niño. Éste último cerró el ordenador y lo protegió bajo su chaqueta, preguntando: 

    - ¿Qué ez ezo de la Fízica? ¿Por qué le enfada tanto?

    - Son leyes de la Naturaleza; forman parte de la Creación. Pero una vez creadas, hay que atenerse a ellas. Romper ese mecanismo tiene un precio, y…

    Y ese precio puede apagar una mirada radiante para convertirla en amargura, recordó a su pesar. Puede carbonizar unas alas luminosas hasta que parezcan sombras, como le pasó a ella. Puede…

    No. No se puede decir algo así a un niño de cinco años.

    - El… efecto mariposa -se limitó a contestar-. Puedes hacer que vuele una mariposa cuando no debería, pero a cambio provocarás un huracán en otro sitio.

    - ¿Y zi alguien hace una todmenta, como ahora?

    - Entonces alguna mariposa meteorológica sufrirá los efectos, aquí o en cualquier otro lugar del mundo. Se moverá sin querer, por ejemplo, como si tuviera un tic nervioso.

    - ¿Maripozaz de laz todmentaz?

    - Papilio tempestae -el jardinero parecía bromear, pero se agachó con rapidez y le señaló un extraño insecto, posado sobre una hoja-. En este caso no se mueve mucho: sólo le tiembla una antena. Eso indica que alguien está invocando una tormenta en un sitio muy específico.

    - ¿Dónde?

    - Aquí mismo. Si fuera otro lugar del mundo, se movería más. Pero no se necesita gran cosa para hacer que llueva en Londres.

    Warlock había sido aleccionado por su niñera para cometer maldades contra seres frágiles como aquél, pero se limitó a sonreír maravillado. Examinó el bello insecto durante largo rato, hasta que al final la lluvia comenzó a calarse entre el follaje que le servía de protección, marcando la hora de retirarse. El hermano Francisco lo acompañó al edificio principal y declaró, más animado:

    - Será mejor que busques a tu niñera. Creo que pronto habrá en la cocina algo que le va a gustar.

    - ¿Qué ez?

    - Cosas de mayores -el jardinero chasqueó los dedos, sonrió con picardía y añadió-: sólo dile que después, cuando te vayas a dormir, habrá algo aquí abajo para ella.

    El niño subió a cumplir el encargo, mientras su interlocutor sacaba de entre sus ropas un libro y se sentaba a leer, satisfecho por saber que (gracias a la tormenta) tenía toda la tarde libre para relajarse a solas.

    Bueno, a solas no. Esperaba a alguien.

    Y una mano milagrosa había hecho aparecer una botella de tequila sobre la mesa.   

 


Ejemplar adulto de Mariposa Meteorológica (Papilio Tempestae).
Obsérvese en sus alas el contador de tormentas característico
de esta especie, rodeado por su correspondiente mapa de líneas isobaras.


(FIN)


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