18 junio 2024

Papilio Tempestae (1 de 1)

 


PAPILIO TEMPESTAE

FanFiction de Good Omens

Por Mª Nieves Gálvez


Relato anterior: El Maestro y la Serpiente                                 


(Londres, 2013. Mansión del Agregado Cultural de USA)

    El pequeño Warlock miró la pantalla del ordenador portátil con curiosidad:

    - Nanny Aztoreth, ¿pada qué zidve ezto?

    - Esto, querido Warlock, es un videojuego.

    - Papá y mamá ziempe dicen que zoy demaziado pequeño para videojuegoz.

    Nanny Astoreth sonrió, enseñando sin disimulo sus colmillos de depredador:

    - Entonces será mejor que no se lo digamos cuando vuelvan de su viaje, ¿verdad?

    El pequeño asintió y se concentró en la pantalla: parecía una versión informatizada de una casa de muñecas.

    - Los Sims -anunció la niñera, con mal disimulado orgullo-. La versión online con micropagos de dinero real fue uno de mis mejores inventos.

    - ¿Funcionó bien?

    - Las versiones normales, como la tuya, sí. Pero la de dinero real la ideé para tentar a unos magnates informáticos demasiado codiciosos -sonrió malévolamente al añadir-: Y eso les cambió la vida. ¡Ni el crack del 29!

    - ¿29? ¿Ezo ez bueno o malo?

    Nanny Astoreth se relajó en su asiento del jardín, complacida. Por fin podía cumplir su cupo diario de enseñanzas malvadas y, al mismo tiempo, estrenar su petaca de vodka soviético añejo. Señaló la pantalla y sentenció:

    - Querido, perteneces a una clase superior. No te debes ocupar del bien, sino de controlar a la gente. Cuando seas mayor manejarás a millonarios de verdad, así que…

    - ¡Ah, contol! Déjame contolar el videojuego un poco.

    La niñera suspiró: Warlock era demasiado pequeño para ciertos conceptos. Pero en fin, por algo se empieza, decidió volviendo al ataque:

    - Con este juego aprenderás a ser omnipotente y omnisciente, como D…

    - ¿Omnipoqué?

    - Omnipotente significa que puedes hacer lo que quieras. Y omnisciente, que puedes ver todo lo que quieras.

    - ¡Lo que yo quieda! -celebró el niño con alegría.

    - Pero sólo a pequeña escala – intervino un recién llegado-. No se puede aspirar a ser omnipotente de verdad.

    Nanny Astoreth se sobresaltó con indignación fingida:

    - ¡Maldición, hermano Francisco! -protestó, intentando recuperar su agresividad habitual-. ¿Nos estabas espiando?

    El interpelado sonrió apaciblemente y tomó asiento junto a la niñera:

    - Trabajo aquí. Soy el jardinero, ¿recuerdas?

    - Ya hablaremos tú y yo de jardinería. ¡Consientes demasiado a esas plantas!

    - Son unas mimadas -admitió traviesamente el jardinero, levantando un dedo para reprender a la niñera-: Igual que tu pupilo, ¿no?

    - Gracias por darte cuenta -presumió ella.

    El niño resopló con disgusto:

    - Ahoda me dirá que loz videojuegoz zon maloz y que ez mejod jugar a ver laz nubez. ¿No?

    - No te preocupes -el rostro afable del jardinero irradiaba paz-. Sólo debes recordar que no se puede ser omnipotente de verdad. Sólo Dios puede.

    La expresión del niño se apagó de repente:  

    - ¿Nunca hadé lo que yo quieda? -se angustió, cabizbajo.

    - Bueno… -se ablandó el hermano Francisco, sin saber cómo consolar al pequeño, para diversión de la niñera-. En realidad… ejem... ¡ayúdame, Astoreth! ¡Es tu pupilo!

    - No, adelante -sonrió ella burlonamente-. Quiero ver cómo usas tus sapientísimas enseñanzas para un trabajo tan “fácil” como el mío.

    - ¿Omnipotente ez malo? -inquirió el pequeño con ojos de cachorrito, albergando alguna esperanza de recibir un “no”.

    - Ejem… no es que sea malo. De hecho, Dios es omnipotente y omnisciente. Pero nosotros no podemos serlo porque… -rebuscó nerviosamente alguna idea hasta que se le iluminó la mirada-. No nos cabrían tantas cosas en la cabeza. ¡Eso es! ¿Te imaginas tener que preocuparte de todo y de todos? ¡Sin descansar nunca!

    - ¿Y cocinar mi dezayuno yo zolo? -se horrorizó Warlock, cuyo único vicio (de momento) era la pereza.

    - ¡Así es! Mejor que cada persona se ocupe sólo de algunas cosas, ¿no?

    - Bueno… zi a cambio me canzo menoz…

    - Pero un día serás fuerte y no te cansarás de eso -intervino la niñera, alarmada por el cariz moralista que tomaba la conversación-. Ser omnipotente y omnisciente tiene sus ventajas, Warlock. Por eso a los humanos les gusta crear juegos, como el que estás usando, y observar cómo interactúan sus creaciones.

    - Sí, tiene cierta belleza -reflexionó el jardinero, paseando la vista sobre los parterres de flores-. Es agradable contemplar tu obra, aunque sea pequeña… la desventaja está en que hay tareas tediosamente repetitivas, pero aun así, compensa.

    - Y se pueden automatizar. Incluso Dios lo hace -filosofó Nanny Astoreth, dando un trago a su petaca. Se la pasó a su rival y añadió-: Programando, por ejemplo, las Leyes de la Física. Las que rigen la formación y evolución de las estrellas, las nebulosas, y…

    La voz de la niñera se suavizó, como si estuviera cada vez más lejos. En cierto modo era así, aunque sólo en espíritu. Ya no sonreía.

    Su compañero probó el licor y miró a Astoreth con simpatía:   

    - Adoro oírte hablar de Astrofísica -elogió, reprimiendo una punzada de nostalgia.

    Nanny Astoreth se sobresaltó como un niño pillado en falta: 

    - Tonterías. Es por culpa del vodka ruso. ¡Eso es! A los rusos les gusta la carrera espacial. ¡La verborrea astronómica debe de ser un efecto secundario!

    - No hay nada malo en ponerse filosóficos…

    - ¡Nada malo, dice! ¿Qué será lo próximo que me llames, "santurrona"? ¡Ni lo sueñes! -La niñera se puso en pie y dejó la petaca en el asiento con un fuerte golpe-: Maldito vodka astrofilosófico, ¡no me extraña que Tolstoi fuera tan deprimente! Tendré que cambiar de bebida. ¡Vámonos, Warlock!

    - El niño se puede quedar conmigo un rato y… ¡espera, y tú también! -intentó detenerla, pero ella ya se alejaba hacia el edificio principal-: ¡Podemos hablar de otras cosas!

    - ¿Alguna idea? -Astoreth se volvió hacia él, desafiante.

    - No sé...

    - Ah, pues yo sí tengo una idea -decidió, más animada-. ¡Tequila!

    - ¿Sólo eso? 

    - Más que eso: ¡Cantidades extraordinarias de tequila!

    - ¿Y me dejas así, sin más?

    - ¿Quieres algo más? ¡Toma! -chasqueó los dedos y se adentró en el edificio-. ¡Ahí tienes agua!

    El hermano Francisco la miró alejarse con tristeza, mientras comenzaba a llover con una furia tan repentina como la de su compañera. Pero la lluvia no llegó a tocarlo: una de las copas de sus árboles se había extendido para guarecerlo, tanto a él como al niño. Éste último cerró el ordenador y lo protegió bajo su chaqueta, preguntando: 

    - ¿Qué ez ezo de la Fízica? ¿Por qué le enfada tanto?

    - Son leyes de la Naturaleza; forman parte de la Creación. Pero una vez creadas, hay que atenerse a ellas. Romper ese mecanismo tiene un precio, y…

    Y ese precio puede apagar una mirada radiante para convertirla en amargura, recordó a su pesar. Puede carbonizar unas alas luminosas hasta que parezcan sombras, como le pasó a ella. Puede…

    No. No se puede decir algo así a un niño de cinco años.

    - El… efecto mariposa -se limitó a contestar-. Puedes hacer que vuele una mariposa cuando no debería, pero a cambio provocarás un huracán en otro sitio.

    - ¿Y zi alguien hace una todmenta mágica, como ahora?

    - Entonces alguna mariposa meteorológica sufrirá los efectos, aquí o en cualquier otro lugar del mundo. Se moverá sin querer, por ejemplo, como si tuviera un tic nervioso.

    - ¿Maripozaz de laz todmentaz?

    - Papilio tempestae -el jardinero parecía bromear, pero se agachó con rapidez y le señaló un extraño insecto, posado sobre una hoja-. En este caso no se mueve mucho: sólo le tiembla una antena. Eso indica que alguien está invocando una tormenta en un sitio muy específico.

    - ¿Dónde?

    - Aquí mismo. Si fuera otro lugar del mundo, se movería más. Pero no se necesita gran cosa para hacer que llueva en Londres.

    Warlock había sido aleccionado por su niñera para cometer maldades contra seres frágiles como aquél, pero se limitó a sonreír maravillado. Examinó el bello insecto durante largo rato, hasta que al final la lluvia comenzó a calarse entre el follaje que le servía de protección, marcando la hora de retirarse. El hermano Francisco lo acompañó al edificio principal y declaró, más animado:

    - Será mejor que busques a tu niñera. Creo que pronto habrá en la cocina algo que le va a gustar.

    - ¿Qué ez?

    - Cosas de mayores -el jardinero chasqueó los dedos, sonrió con picardía y añadió-: sólo dile que después, cuando te vayas a dormir, habrá algo aquí abajo para ella.

    El niño subió a cumplir el encargo, mientras su interlocutor sacaba de entre sus ropas un libro y se sentaba a leer, satisfecho por saber que (gracias a la tormenta) tenía toda la tarde libre para relajarse a solas.

    Bueno, a solas no. Esperaba a alguien.

    Y una mano milagrosa había hecho aparecer una botella de tequila sobre la mesa.   

 


Ejemplar adulto de Mariposa Meteorológica (Papilio Tempestae).
Obsérvese en sus alas el contador de tormentas característico
de esta especie, rodeado por su correspondiente mapa de líneas isobaras.


(FIN)


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