CAP. 1 | CAP. 2
El hombre llamó a la puerta del pequeño apartamento. Oyó voces imprecisas al otro lado, pasos y cuando se abrió la puerta, había una niña de unos 12 años. De pelo corto rubio, ojos azules solo ligeramente rasgados, algo más alta de lo que esperaba en las muchachas orientales y una mueca de alarma en los labios.
- ¿Eres Fa Xiuying?
- Sí... -respondió la niña con cierta aprensión.
- ¿Estabas jugando con alguna amiga? -preguntó él, para romper el hielo.
- ¿Quién es usted? -repuso ella con otra pregunta, mientras sujetaba bien la puerta por si era necesario cerrarla de golpe.
- Oh, Inspector Stevenson de Scotland Yard. Me pareció oír voces.
- No, estoy yo sola. Casi no me quedan amigas. Entre las que han evacuado fuera de Londres, las que no dejan salir a jugar sus padres y las que... -desvió la mirada un momento, parecía querer evitar el tema que nadie quería mencionar-. Eh, sí, sola. ¿Qué quiere, Inspector?
- ¿Puedo pasar?
En respuesta, la niña cerró un poco más la puerta, hasta que solo asomó la mitad de su cara por el hueco.
- Como le he dicho, mi madre no está. Seguramente la encontrará en la tienda. Si quiere hablar con ella, le puedo dar la dirección.
Stevenson notó algo raro en la entonación y expresión de la muchacha, pero lo achacó a la incomodidad que sentía en aquel momento. Tenía razón, no sería adecuado que entrara en la casa sin más motivo que transmitirle a la pobre las desafortunadas noticias.
- Siento comunicarte que no es así. Ha habido... un accidente en la tienda de tu madre. O algo peor. Lamentablemente, ella... la señora Fa Ming-Na ha... fallecido.
El inspector dejó un momento para que ella pudiera asumir lo que le acababa de decir. La expresión inteligente de la niña no cambió, como si esperase a que siguiera diciendo algo más. Y entonces, finalmente, prorrumpió en ayes desconsolados.
- ¡Oh, mi madre! ¡Mi pobre madre! ¡Madre mía de mi vida! -añadió unas cuantas exclamaciones más en chino, que a Stevenson le parecieron de lo más sentido, aunque no las entendiera en absoluto. Porque, si hubiera hablado el idioma, habría entendido que decía "La madre que me mete en berenjenales incluso desde el Más Allá".
- Vendrán a verte mañana, para todos los trámites, ver si hay alguien que se pueda ocupar de ti y... Si no tienes a nadie intentaremos evacuarte al campo, ¿de acuerdo?
- De acuerdo -dijo Xiuying inmediatamente y cerró la puerta de golpe.
"Pobrecita", pensó el Inspector Stevenson mientras se marchaba, "le ha afectado más de lo que esperaba, pero aún así parece una niña fuerte".
Al otro lado, Fa Xiuying apoyaba la espalda en la puerta, contenta de que el policía hubiera escurrido el bulto por fin. A su lado, el espíritu incorpóreo de su madre la miraba con culpa.
- Mamá -dijo la niña, censurando al espíritu con la mirada-: en vaya líos me metes.
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5 minutos antes...
Fa Xiuying saltó del armario a una silla, agitando (sin sacarla de la vaina) la vieja espada ancestral de la familia. Pegó una estocada en el aire, atravesando a un enorme huno absolutamente imaginario, y se subió a la mesa profiriendo amenazas contra el resto de sus aliados.
- ¡China no se rendirá ante vosotros, malditos hunos!
- Técnicamente, Mulán se enfrentó a los xiongnu -anunció de improviso la voz de su madre.
Distraída, Xiuying resbaló de la mesa al girarse y cayó, boca abajo y con muy poca dignidad, en el único sillón del diminuto cuarto. ¡Qué sigilosa se había vuelto mamá! Normalmente, siempre oía las llaves cuando llegaba.
Se puso del derecho, se sopló el flequillo de encima de los ojos (¡cómo odiaba ser la única rubia de todo Limehouse! Iba a tener que pedirle a mamá que le dejara cortárselo aún más) y trató de esconder la espada tras el sillón, mientras buscaba con la mirada a su madre. No la veía. No había nadie más en el salón. Pero, juraría...
- Anda, vuelve a colgar la espada en su sitio -la cara de su madre, casi translúcida y brillando en un tono azul vibrante, apareció repentinamente ante ella flotando en el aire, con solo medio cuerpo por debajo.
Xiuying se retrepó en el sillón, y por puro instinto lanzó un mandoble contra la figura espectral. La espada (aún en la vaina) la partió en dos mitades... que volvieron a juntarse.
- ¡Oye! -se quejó Fa Ming-Na-. Bastante me cuesta aparecerme ante mi hija como para que me vayas disolviendo.
- A... aparecerte... Mamá...
- ¡Esto no lo tendría que estar haciendo yo! ¡Para eso tenemos un dragón familiar! Pero no, el señorito Mushu tenía que largarse justo la noche que hace falta.
- Mamá... estás...
- ¿Eh? Sí, sí, estoy muerta. Soy un fantasma, ¿cómo no voy a estar muerta? Pero escúchame bien: ya tendrás tiempo de llorar, y espero que me llores como toca. Ahora tengo poco tiempo y te tengo que decir cosas importantes.
- ¡Mamá!
- ¡Escucha! -su madre pareció crecer repentinamente hasta llenar todo el salón con su esencia espectral azul. Xiuying se sentó de golpe en el sillón, y la espada se cayó al suelo-. El velo entre este mundo y el otro es tenue, y hay hombres y criaturas que lo piensan aprovechar. Me ha matado una sombra, imagínate. Y esa sombra está al servicio, ¿o quizás era al revés?, de un hombre que me ha robado.
- Te han matado para robarte.
- No ha sido un robo cualquiera. Se ha llevado la escama negra que estaba estudiando en la trastienda.
- La... ¿la escama de dragón? -Ming-Na había tenido un día la escama en casa antes de llevarla a la tienda-. ¿Y yo qué...?
- Eres Fa Xiuying. Mi "hermosa flor".
- Pero mamá...
- También eres Fa Xiuying. Mi "heroína incomparable". Tus antepasados salvaron China e Inglaterra. Y me temo que te va a tocar volver a hacerlo. Ese hombre y su sombra están jugando con poderes oscuros que pueden acabar provocando una catástrofe.
Llamaron a la puerta del pisito.
- Tienes que buscar ayuda -siguió diciendo el espíritu de su madre-. Tienes que...
- Tengo que abrir...
Xiuying se dirigió a la entrada, apabullada por todo lo que estaba pasando. ¿Sombra? ¿Dragones? ¿Su madre muerta? Ahora no podía pensar en eso, tenía que atender a quien fuera sin pensar en...
El espíritu de su madre se escondió detrás de la puerta mientras ella la abría.
"¿En serio, mamá? ¡Que eres un fantasma!".
- ¿Eres Fa Xiuying?
...
- De acuerdo -cerró la puerta-. Mamá: en vaya líos me metes.
- Tienes que buscar al profesor Emilius Browne. Creo que suele actuar al otro lado del Támesis, por Peckham o Dulwych... O quizás en el mercado de Portobello te puedan dar sus señas...
- ¡Mamá, eso está en direcciones opuestas! ¿Quieres que me ponga a recorrer Londres en plena noche, con los alemanes bombardeando?
La imagen de su madre empezaba a volverse más clara, más transparente:
- Me temo que sí. Mi tiempo se ha terminado. Cuando puedas, pasa por la tienda y si está el dragón familiar, llévatelo. Ese inútil quizá te pueda dar más detalles. Pero mientras tanto, busca al profesor Browne... Te quie...
Y Fa Ming-Na desapareció, dejando a Fa Xiuying huérfana, sorprendida y a oscuras. Se quedó un rato en silencio, pensando en todo lo que acababa de ocurrir. Pero cuando se levantó, estaba determinada: encontraría a Browne, encontraría respuestas y encontraría al asesino de su madre. Y sombra u hombre -recogió la vaina del suelo e hizo un par de molinetes antes de atarsela a la cintura- se lo haría pagar.
(CONTINUARÁ)
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