TIC-TAC 2 (Tiempo de gloria)
PACO DOMÍNGUEZ
PACO DOMÍNGUEZ
- ¡Una pasada, tío! Una puta pasada.
- Yo es que la tengo que ver todavía: mi madre la ha grabado en video.
- ¿Pero cómo puedes haberte perdido la ceremonia, Julianillo? Los Juegos Olímpicos. Hostia, qué guapo se lo han montado los catalufos.
- Dile lo de la flecha, Paco, que no se lo va a creer.
Paco Domínguez, sentado sobre el respaldo del banco, soltó una de aquellas sonrisas que hacían que se pareciera tanto a Joey McIntyre, el de los New Kids on the Block, y le paso el brazo por encima a Natalia, que se le arrimó un poco más en el banco del parque.
- Pues la antorcha se la iban pasando, ¿no? Como todos los días, ya habéis visto que se ha recorrido toda España -Paco cogió el paquete de pipas con la mano derecha-. Se la iban pasando dando la vuelta al estadio, y entonces la cogió un corredor con bigote, que yo pensaba que era el que la iba a llevar hasta el macetero. Bueno, todos los pensábamos, ¿no?
- Pebetero -le corrigió Julián casi sin atreverse. No por Paco ni porque, como quien no quiere la cosa, le estuviera rozando la teta izquierda a Natalia con la mano tonta sin que a ella pareciera importarle (qué figura que era el rubiales, ¡cómo le admiraba!), sino porque a su lado en el suelo del parque se había sentado Maite, escuchando la anécdota con aquella mirada risueña suya, como si fuera la primera vez, aunque ya la había oído tres veces, y lo había visto en directo. Se había sentado Maite, Julián sabía perfectamente la mirada que tenía y como se curvaban sus labios, y no quería que se notara que lo sabía.
- Eso. ¿Seguro que no lo has visto? La cogió -sacudió un poco las pipas- y se la pasa a un tío que estaba ahí con un arco, como si fuera Robin Hood. Rebollo se llama el crack.
- ¡Rebolling Hood! -apostilló Gutiérrez intentando que se hiciera pegadizo. Pero todos escuchaban a Paco.
- El del bigote se le acerca, le mete la antorcha en toda la flecha, se aparta como un poco nervioso. Pero el del arco no: ese estaba más tranquilo... como si llevara toda la vida haciéndolo. Se para la música -nadie se atrevía a respirar en el parque. Paco tenía la atención de todos absolutamente controlada-. No, no se para. Suena una nota sostenida, como de violín, ¿sabes? Como en las pelis de miedo cuando está a punto de morir alguien, pero aún no ha salido el asesino. Apunta la flecha, dispara. La cámara intenta seguirla, pero va demasiado rápida.
- Como una flecha -alcanzó a decir Julián, casi con miedo de romper el momento.
- Como una flecha, claro. Pero entonces... ¡FLASH! -como si fuera parte del mismo movimiento, Paco sacudió el paquete, bañando a todos en pipas, y la agarró la teta a Natalia-. El pebetero se enciende como si le hubieran metido fuego con trescientas antorchas, y la música estalla, y quedan inaugurados los Juegos Olímpicos. Joder, ¡qué bueno ha sido! ¡Tienes que verlo!
- ¡Tienes que verlo! -corroboró Maite, que ya se lo había visto, pero a la que le encantaba como lo contaba Paquito. Y, sospechaba Julián, el propio Paquito.
Un rato después, cuando ya se iban todos a casa en aquel verano de instituto en que eran ya tan colegas que les costaba dejar de verse aunque hubieran terminado las clases, se le acercó Maite y le preguntó a Julián si quería que luego se pasase por casa de sus padres a ver el video de la inauguración de los Juegos que había grabado su madre, y Julián le dijo que preguntaría, pero que vale, que estaría bien si no era demasiado larga, y Maite sonrió de otra forma que Julián no alcanzaba todavía a entender, pero que quería decir que Maite creía que Julián no se enteraba de nada.
Y Paco Domínguez, el figura, se separó con un morreo de Natalia, para venir a hablar con Julián como si fueran más amigos de lo que en realidad eran, a decirle que Maite estaba un rato buena, y que tenía un aire a Alyssa Milano, y que si iban a estar solos en casa. Y de repente Julián se puso nervioso, y serio, y cortó por primera vez en seco a Paco, al figura, al Joey McIntyre del barrio, al tío que más admiraba del instituto, porque no le gustaba como hablaba de Maite, ni lo que daba a entender, ni en el fondo como trataba a las tías, aunque en el mismo fondo (¿sería un fondo muy grande?) también quería ser como él. Pero con Maite no.
Y a Paco se le encendió la bombilla, que Julianillo estaba más enamorado de lo que nadie, ni siquiera el propio Julianillo se esperaba. Y le quitó hierro al asunto, y quedaron que no pasaba nada, y que ya se verían en los billares a echar un futbolín y un Street Fighter, que Gutiérrez decía que se la pasaba con Dhalsim y Paco decía que lo iba a arrollar a hadokens con Ryu.
Ninguno se imaginaba que la que los haría morder el polvo a todos sería Natalia, sacando un partido a las patadas de Chun Li que los iba a dejar con la boca abierta. Paco no salió mucho más con Natalia, ni ella lo buscó mucho más.
Julián y Maite se vieron el video de la inauguración de Barcelona '92 hasta que gastaron la cinta. Una pasada. Una puta pasada.