31 marzo 2020

MdT: TIC-TAC 2 - Paco Domínguez

TIC-TAC 2 (Tiempo de gloria)
PACO DOMÍNGUEZ

   - ¡Una pasada, tío! Una puta pasada.
   - Yo es que la tengo que ver todavía: mi madre la ha grabado en video.
   - ¿Pero cómo puedes haberte perdido la ceremonia, Julianillo? Los Juegos Olímpicos. Hostia, qué guapo se lo han montado los catalufos.
   - Dile lo de la flecha, Paco, que no se lo va a creer.
   Paco Domínguez, sentado sobre el respaldo del banco, soltó una de aquellas sonrisas que hacían que se pareciera tanto a Joey McIntyre, el de los New Kids on the Block, y le paso el brazo por encima a Natalia, que se le arrimó un poco más en el banco del parque.
   - Pues la antorcha se la iban pasando, ¿no? Como todos los días, ya habéis visto que se ha recorrido toda España -Paco cogió el paquete de pipas con la mano derecha-. Se la iban pasando dando la vuelta al estadio, y entonces la cogió un corredor con bigote, que yo pensaba que era el que la iba a llevar hasta el macetero. Bueno, todos los pensábamos, ¿no?
   - Pebetero -le corrigió Julián casi sin atreverse. No por Paco ni porque, como quien no quiere la cosa, le estuviera rozando la teta izquierda a Natalia con la mano tonta sin que a ella pareciera importarle (qué figura que era el rubiales, ¡cómo le admiraba!), sino porque a su lado en el suelo del parque se había sentado Maite, escuchando la anécdota con aquella mirada risueña suya, como si fuera la primera vez, aunque ya la había oído tres veces, y lo había visto en directo. Se había sentado Maite, Julián sabía perfectamente la mirada que tenía y como se curvaban sus labios, y no quería que se notara que lo sabía.
   - Eso. ¿Seguro que no lo has visto? La cogió -sacudió un poco las pipas- y se la pasa a un tío que estaba ahí con un arco, como si fuera Robin Hood. Rebollo se llama el crack.
   - ¡Rebolling Hood! -apostilló Gutiérrez intentando que se hiciera pegadizo. Pero todos escuchaban a Paco.
   - El del bigote se le acerca, le mete la antorcha en toda la flecha, se aparta como un poco nervioso. Pero el del arco no: ese estaba más tranquilo... como si llevara toda la vida haciéndolo. Se para la música -nadie se atrevía a respirar en el parque. Paco tenía la atención de todos absolutamente controlada-. No, no se para. Suena una nota sostenida, como de violín, ¿sabes? Como en las pelis de miedo cuando está a punto de morir alguien, pero aún no ha salido el asesino. Apunta la flecha, dispara. La cámara intenta seguirla, pero va demasiado rápida.
   - Como una flecha -alcanzó a decir Julián, casi con miedo de romper el momento.
   - Como una flecha, claro. Pero entonces... ¡FLASH! -como si fuera parte del mismo movimiento, Paco sacudió el paquete, bañando a todos en pipas, y la agarró la teta a Natalia-. El pebetero se enciende como si le hubieran metido fuego con trescientas antorchas, y la música estalla, y quedan inaugurados los Juegos Olímpicos. Joder, ¡qué bueno ha sido! ¡Tienes que verlo!
   - ¡Tienes que verlo! -corroboró Maite, que ya se lo había visto, pero a la que le encantaba como lo contaba Paquito. Y, sospechaba Julián, el propio Paquito.

   Un rato después, cuando ya se iban todos a casa en aquel verano de instituto en que eran ya tan colegas que les costaba dejar de verse aunque hubieran terminado las clases, se le acercó Maite y le preguntó a Julián si quería que luego se pasase por casa de sus padres a ver el video de la inauguración de los Juegos que había grabado su madre, y Julián le dijo que preguntaría, pero que vale, que estaría bien si no era demasiado larga, y Maite sonrió de otra forma que Julián no alcanzaba todavía a entender, pero que quería decir que Maite creía que Julián no se enteraba de nada.
   Y Paco Domínguez, el figura, se separó con un morreo de Natalia, para venir a hablar con Julián como si fueran más amigos de lo que en realidad eran, a decirle que Maite estaba un rato buena, y que tenía un aire a Alyssa Milano, y que si iban a estar solos en casa. Y de repente Julián se puso nervioso, y serio, y cortó por primera vez en seco a Paco, al figura, al Joey McIntyre del barrio, al tío que más admiraba del instituto, porque no le gustaba como hablaba de Maite, ni lo que daba a entender, ni en el fondo como trataba a las tías, aunque en el mismo fondo (¿sería un fondo muy grande?) también quería ser como él. Pero con Maite no.
   Y a Paco se le encendió la bombilla, que Julianillo estaba más enamorado de lo que nadie, ni siquiera el propio Julianillo se esperaba. Y le quitó hierro al asunto, y quedaron que no pasaba nada, y que ya se verían en los billares a echar un futbolín y un Street Fighter, que Gutiérrez decía que se la pasaba con Dhalsim y Paco decía que lo iba a arrollar a hadokens con Ryu.
   Ninguno se imaginaba que la que los haría morder el polvo a todos sería Natalia, sacando un partido a las patadas de Chun Li que los iba a dejar con la boca abierta. Paco no salió mucho más con Natalia, ni ella lo buscó mucho más.
   Julián y Maite se vieron el video de la inauguración de Barcelona '92 hasta que gastaron la cinta. Una pasada. Una puta pasada.

30 marzo 2020

MdT: TIC-TAC 1 - Servius

TIC-TAC 1 (El tiempo es el que es)
SERVIUS

   Las piedras se le clavaban en unas sandalias tan gastadas que eran ya más pellejo propio que de ningún otro animal. Cargaba sobre los hombros un tranco del que colgaban dos cubos de latón llenos de agua, tapados con tela de lino para que no se evaporasen: el sol, en todo lo alto, pegaba fuerte, pero a Gallio no se le hubiera pasado por la cabeza beber siquiera una sola gota.
   Siguió caminando por el monte hasta rodear el viejo edificio medio en ruinas frente al que montaba guardia su señor, Servius Fabius: la vista al frente, la espalda recta, pilum en mano, la armadura bruñida y reluciente. Todo un ejemplar de legionario romano, con su capa roja, púrpura. Le habían dicho que ese color salía de un caracol marino, y no alcanzaba a comprender cómo de algo tan bajo podía surgir tal lujo.
   Servius le oyó llegar, pero no se giró. Nunca se giraba. Mantenía siempre la vista al frente, como le habían ordenado, viendo cómo construían arco a arco aquella maravilla arquitectónica que había de llevar el agua a la población de Segovia. Por el ruido de los pies y el vibrar de los cubos de latón, sabía no obstante que era su aguador el que se acercaba.
   - Ave, Gallio.
   - Se hace lo que se puede, señor.
   - ¿Qué te parece cómo avanzan las obras?
   - Yo... intento no mirarlas -respondió el esclavo dejando los cubos en el suelo y tomando el odre de su señor.
   - Porque harán que no sirvas para nada -dedujo el legionario.
   - El señor siempre me ha dado permiso para hablar.
   - Y siempre te lo daré, Gallio.
   - Pues ya sabe lo que se dice, que los aguadores somos lo más bajo de los esclavos.
   - Pero por eso me has sido siempre tan útil, Gallio. ¿El agua? Cualquier legionario que se precie tiene que llevar el odre lleno para un día entero de marcha. Y si lo hiciera, ¿qué excusa tendría para que vinieras cada día?
   - ¿Útil, señor?
   - Eres como el suelo que pisa todo el mundo, lo más ínfimo de lo ínfimo, Gallio. Para todos lo eres. Y por eso hablan delante tuyo como si no estuvieras. Y luego me cuentas lo que has oído.
   - En la fuente hoy había una liberta que decía que su patrón había visto en Gades un ingenio curioso, un trozo de alambre triangular con un gancho del que se podían colgar túnicas, y que el alambra iba recubierto de una goma suave y resbaladiza.
   "Eso...", se dijo Servius, "eso es una percha. ¡Voto a Vulcano! Pero si las perchas triangulares no se inventarán hasta 1935.... Y espero que esa sustancia no sea plástico". Tenía que informar a Salvator, en cuanto pudiera, aquella misma noche, quizás. Le había parecido oír sus familiares pasos un rato antes, acompañado de alguien desconocido. Siempre tan discreto, Salvator, manteniendo el silencio para que solo sonase latín en aquel tiempo: "una sola palabra de castellano en el oído equivocado y podríamos dar al traste con 2000 años de gramática". 
   - Cuanto me alegro de que mi padre te entregase como mi legado, Gallio -el esclavo miraba al suelo, humilde pero satisfecho, aunque lo siguiente que dijo su amo le preocupó-. Me has servido bien, pero a todo le llega su momento. Por ejemplo, a tus sandalias. Han expirado, Gallio, no necesitan una nueva suela, necesitan un transplante -el aguador no sabía si reír o mantener el semblante grave, no acababa de entender a veces lo que decía su señor-. Mañana te comparás unas nuevas. Pronto serás Servius Libertus Gallio, y mi cliente no puede ir de un lado a otro con los pies llenos de llagas...

PE.R.RE.O. y Tic-Tacs

   Cuatro meses hace desde la última entrada de este blog, y parecen cuatro años, a la velocidad que avanzan los acontecimientos. La razón por la que dejé de escribir aquí fue que estuve escribiendo en otra parte, preparando mi próximo libro (¡el noveno!) que está ahora ya en manos del editor y del que espero poderos hablar más en abril. O mayo. Ahora mismo las previsiones de futuro solo parecen funcionar a estaciones vista...

   Los Juegos Olímpicos de 2020 se celebrarán en 2021: ¿esperabais oír algo así? Katsuhiro Otomo no, desde luego. El Covid-19 se ha instalado entre nosotros, obligando desde hace dos semanas al confinamiento de buena parte de la población. En mi caso, las primeras y menos restrictivas medidas del gobierno me han mantenido yendo y viniendo del trabajo cada día, al no ser una de las profesiones específicamente restringidas en el primer decreto ley. Eso cambió esta medianoche, con la publicación del BOE con el Decreto Ley 10/2020 donde se invierte el peso de la balanza y todas las profesiones se prohíben, con excepciones. Empieza mi confinamiento, por tanto, cuando muchos ya llevan 15 días; de momento hasta el 9 de abril: es lo que han dado en llamar el Permiso Remunerado Recuperable Obligatorio. PE.R.R.O. o PE.R.RE.O., según se quiera ver. Si es que vivimos en una página de Ibáñez permanente...

   Como ya terminé de escribir #number9, una de las cosas que he pensado hacer mientras PE.R.RE.O. (pegadizo) es volver a ver El Ministerio del Tiempo, a capítulo por día, y escribir entre visionado y visionado un fanfic de algún personaje secundario de ese episodio. "Tic-Tacs", he pensado llamarlos, por lo compactos que probablemente sean.

   A ver a dónde nos lleva el reloj...