Esto es lo que ha dado de sí la primera semana de la INFINITUIT WAR...
--------------------------
Los ojos de El Oscuro penetran las tinieblas que le envuelven como nuestros ojos captan la luz. Ahora mismo no sabe cómo ha llegado hasta aquí, a esta cámara de tesoros infinita donde se alinea hilera tras hilera de riquezas. Pero algo sí sabe: las sombras están intranquilas.
“Vale, ahí vamos otra vez”, piensa para sí, inquieto. “A ver a qué me enfrento”.
El Oscuro se mueve sigilosamente, tratando de averiguar si hay alguien más aquí, y asegurándose de no tocar nada.
Al atravesar el amplio arco que separa una estancia de otra, se topa con una extraña escena: cuatro individuos sin rasgos, cuatro formas humanoides lisas, se mueven a cámara superlenta tratando de atrapar a una especie de hada diminuta de cabellos negros, suspendida en el aire. Por un amplio ventanal puede verse la tenue luz de una noche estrellada. Nadie parece percatarse de su presencia.
“¡Vaya!, se asombra. “Esto me supera mucho. ¿Qué está pasando aquí? En un robo está claro quién es la victima y quien el agresor, pero esto es... Mejor no me arriesgo, y los inmovilizo”.
Incapaces de desobedecer a la voluntad de El Oscuro, las ténues sombras de los cinco personajes emergen del suelo y se enroscan a su aldededor.
El hada tarda unos instantes en notarse inmovilizada. Y, mirando lentamente en dirección a El Oscuro, una expresión de alarma se pinta en su rostro. No, no al Oscuro. Detrás suyo. Justo entonces, el amuleto de El Oscuro se calienta dolorosamente sobre su pecho
"Esto se está poniendo muy mal", piensa éste, y mientras se gira para enfrentarse a la nueva amenaza, su propio cuerpo se transforma se convierte en una sombra viviente... solo para descubrir un pozo de negrura a sus espaldas que ni siquiera su vista puede perforar.
De dentro emerge una mano fina, blanca como la nieve, seguida de un cuerpo de mujer envuelto en una túnica de seda fina. Su rostro es hermoso pero duro, sus labios finos y negros se curvan en una sonrisa cruel. Lleva la cabeza rapada, coronada por un feo tocado en forma de cuervo, con las alas extendidas.
- Ya te tengo -dice con una voz que podría partir icebergs. ¿Se refiere a él o... al hada?
Incluso con los escasos conocimientos arcanos que posee, El Oscuro entiende que la mujer es un poderoso ser mágico, y cada fibra le dice que el tocado del cuervo es un símbolo ancestral de una profunda malignidad. Últimamente hay cosas que sabe y... cosas que, sencillamente, siente.
“No tengo ni idea de qué va esto, pero es hora de jugársela”, pienso mientras libera al hada de su sombra. Rerocede hasta ella, sin perder de vista a la mujer del sombrero de cuervo.
- Si alguien me quiere explicar que está pasando aquí, este es el momento.
La terrible mujer del tocado de cuervo avanza a velocidad normal, no congelada, hacia El Oscuro, y lo atraviesa como si fuera humo (¿o es ella la que está hecha de tinieblas). El pavor se pinta lentamente en el rostro del hada mientras la mujer extiende la mano hacia ella.
El Oscuro oye como algo se rompe. Ve como, fuera, las estrellas se apagan una a una.
El amuleto arde, arde...
Y la oscuridad total estalla en un billón de cuervos.
SAN PETERSBURGO
28 DE SEPTIEMBRE DE 2018
12:41
Korso despierta, pugnando por coger aire, en la cama de su hotel. Está sudando a mares...
Unos cuantos pisos más abajo, a nivel de calle, en la puerta trasera del Ambassador, Chang despierta en el mismo momento, con una resaca de campeonato. No recuerda qué ha soñado, pero sí que el vodka que se metió ayer entre pecho y espalda no estaba nada mal...
Y a la vez, en el bar del Ambassador, Dmytro y el Agente T. hacen tiempo mientras esperan a un viejo contacto de este último, Vizenkov, que al parecer quiere venderle cierta información...
Korso (alias El Oscuro) se levanta y se planta frente al espejo. Contempla su reflejo y su mirada enfoca el amuleto que lleva al cuello.
- ¡Callate! ¡Ya sé que la he cagado! Debiste elegir a otro...
Se da una ducha y decide bajar al bar del hotel. Vaya suerte tiene con las últimas vacaciones...
Chang entra en el hotel y se dirige a un empleado que niega con la cabeza, incómodo, cuando le pregunta en qué habitación se alojaba ella. No parece reconocer a la joven china. De camino al bar (el mejor sitio para resolver las dudas), ruedan por su cabeza imágenes confusas. Una regata. Sabor a rábanos. Y una pregunta sincera: ¿llegó a inscribirse en el hotel? ¿Era buena idea dar sus datos reales?
El bar es de la vieja escuela, todo madera y mármol. En la barra, se pide un Flagman bien frío.
Cuando Korso llega al bar (tarde para el desayuno, ¡cómo no!) divisa en un extremo de la barra a Dmytro y al Agente T., y en el contrario, separados por una docena de asientos, a una desastrada Chang, que habla animadamente con el barman.
- Señorita Chan... ya sabe que no me dejan llamarla Connie... ¿parece que encontró el local que le indiqué anoche? El mejor vodka de rábano rústico que encontrará en la vieja ciudad de Piotr... -así que Connie Chan es el nombre con el que se ha inscrito. Chang espera que coincida con el de su pasaporte falso. La policía nunca se para a escuchar que ella no ha hecho todas esas cosas que le achacan a su ex-señora. Alguna quizás, pero ¿quién no ha hecho tonterías alguna vez?
Korso se sienta en la barra junto a Chang. El cliente que está sentado junto a Dmytro deja su International Herald Tribune a un lado y pasea la mirada por las botellas:
- Te retiraste a tiempo -dice-, si uno puede retirarse nunca de esto.
[FLASHBACK]
3 meses antes. Asalto al Banco Central de España (otra vez). La policía fuera. Dentro, 4 ladrones con pasamontañas y escopetas, y 12 rehenes. Uno de ellos, a punto de desvanecerse en su sombra. En el tejado, una china, un ucraniano y el Agente T.
- Bonitas vistas -dice Dmytro-, pero me parece que no hemos venido a disfrutar del buen día que hace. Voy a intentar tener visual para mandar un mensaje. Veamos cómo se toman la sugestión...
Despliega un dron que entra por una ventana abierta y avanza por los pasillos del edificio del banco. Misteriosamente, todas las puertas se abren a su paso, como si una mano invisible las empujara...
[FIN DEL FLASHBACK]
Dmytro se concentra en los que le rodean: hay muchas mentes en el hotel, pero solo necesita tocar a las más conocidas...
"¿Nos vas a decir ya cual es esa valiosa información, o tenemos que esperar a que Chang esté como una cuba y nos quiera llevar a un karaoke?". El Agente T., Chang, Korso y Vizenkov escuchan tan claramente sus pensamientos como si estuvieran hablando cara a cara.
"Ese es mi chico", dice telepáticamente Vizenkov en la mente de los cuatro. "Pero no olvides el tema del precio. Tengo una información muy interesante sobre alguien que está hoy en San Petersburgo. No es un tipo gordo, pero sí un clase 2. Puede interesar a varias agencias o a la División 1..."
"Depende de lo interesante que sea, claro", transmite Dmytro. "¿Tienes algo en mente?".
"Claro. A mi colección le faltan 10 Benjamins", responde Vizenkov: quiere mil dólares. Y asegura: "El nombre vale la pena..."
"¿Y ese nombre puede resultar interesante para nuestros bolsillos, o sólo para matar el aburrimiento?", interviene Chang mentalmente, mientras mira al móvil, con aparente indiferencia, lo que en realidad son datos bancarios. ¿Sacó ayer realmente 65.000 rublos?
"Para matar el aburrimiento ya tenemos esto", repone Dmytro mientras levanta el vaso. "Además, a lo mejor hay otra forma en la que podemos pagarte, ¿no? ¿Qué te parecería que te debiésemos una?".
El camarero le sirve a Korso un vaso de vodka y le acerca a él y a Chang un platito con pepinillos.
- Zakuski -dice escuetamente.
"Dmytreshka, ¡no me seas así, que me tengo que ganar la vida! Mi hija necesita una ortodoncia y mi esposa quiere remodelar la dacha. Si no podéis pagar seguiremos tan amigos, pero os enteraréis de todo viendo la CTC".
"Puedo pagar yo", transmite Chang. "Pero me vais a deber un montón de vodkas y karaokes".
"Pagamos entre todos", zanja Dmytrov.
"Muy generosos", transmite finalmente Vizenkov.
Como quien no quiere la cosa, durante los siguiente minutos, los cuatro se levantan en algún momento de su taburete acolchado, pasa junto a Vizenkov, y va dejando discratemente un fajo de rublos, dólares, y euros en el cada vez más abultado bolsillo de su chaqueta.
"Haremos negocios más a menudo. Bien, esto es lo que sé: ayer por la tarde registramos la llegada a San Petersburgo del doctor Tenma, un genio japonés que anda peleado con media comunidad científica por sus experimentos amorales. Parece que Tenma ha hecho avances impresionantes en el campo de la ingeniería mecánica, y se sospecha que ha desarrollado vehículos blindados de alto poder destructivo: mechas, los llaman en Japón. Si ha venido a vender sus productos, no es al gobierno".
“Si Tenma es japonés", pregunta Korso, "¿por qué ha venido aquí, a Rusia? ¿Por qué ahora?”.
"Es japonés, y mucho japonés, por parafrasear a su ex presidente español. Bastante nacionalista. No sabemos qué negocios o relaciones pueden haberlo traído a nuestro país, pero no creemos que sea nada bueno".
Dmytro lo piensa un momento, y responde:
"Lo que nos cuentas, bien vale que le hagamos una visita y le preguntemos por esos mechas y sus posibilidades... e intenciones. ¿Sabes dónde se encuentra?".
"No exactamente. Anoche se alojó en el Hotel Hermes Park, cerca del parque de atracciones... Pero se ha ido esta mañana temprano y le hemos perdido la pista. Aún no ha cancelado su cuenta".
Con eso, Vizenkov se levanta del taburete mucho más rico de lo que entró, paga la cuenta y se marcha sin aparentemente haber cruzado una palabra con nadie.
"No queréis aguantarme en el karaoke, ¿verdad?", piensa Chang, divertida, mientras le paga una nueva ronda de vodka al grupo. "Japón se la tenía jurada a China y Rusia, pero hace décadas, ¿no? ¿Vamos antes de que se enfríe el tema?".
"Es hora de encontrar respuestas", transmite Korso.
"Hermes Park", piensa Chang. "No he probado su bar".
"No seré yo quien se quede atrás"; interviene de mala gana el introspectivo Agente T., que ha estado monitorizando la veracidad de toda la transmisión mental. Saca unas cuantas monedas de un viejo y sucio monedero verde y las suelta sobre el marmol.
"Allá vamos...", dice Dmytro.
(CONTINUARÁ...)