30 octubre 2015

¡Arriba el telón! 7 críticas (y van 30) y una entrevista

Como el anterior recopilatorio de mis críticas en la web teatral EnPlatea.com incluía un extra de Festival Grec, en este reduzco para compensar y os incluyo las siete siguientes, redondeando para un total de 30 (aquí las 10 primeras, y aquí las 13 siguientes). Un poco de humor, algo de drama, enredos de pareja, algunas visiones al futuro que ya llega... Y una entrevista, para recuperar buenas costumbres.

¡Arriba el telón!

24. La vie en rouge: "Lo más hermoso que te puede pasar... en Centelles" (17 de septiembre)
25. Els homes són de Mart i les dones de Venus: "Humor (un tanto tópico) sobre las diferencias de género" (23 de septiembre)
26. Escenas de la vida conyugal: "Bergman también es gracioso" (5 de octubre)
27. "Anna Roca adapta Momo para la escena familiar" (14 de octubre) + ENTREVISTA
28. iTime: "iPeyu" (16 de octubre)
29. "Nabucco vuelve al Liceo ocho años después" (20 de octubre)
30. La distància entre el llamp i el tro: "Rezando al tsunami de la destrucción" (27 de octubre)

Críticas 20151 a 10 | 11 a 23 | 24 a 30 | 31 a 42     Críticas 201643 a 52 | 53 a 62 | 63 a 74
Críticas 201775 a 79     Críticas 201880 a 88     Críticas 201989 a 97 | 98 a 107 | 108 a 112
Críticas 2020113 a 116
     Críticas 2021117     Críticas 2022118 a 123 | 124 a 133
Críticas 2023: 134 a 137 | 138 a 146 | 147 a 154 | 155 a 163 | 164 a 172 | 173 a 185
Críticas 2024: 186 a 199
 | 200 a 212 

21 octubre 2015

Análisis de "The Girl who Died"

El título

En el principio, Doctor Who no tenía episodios autoconclusivos, sino que se agrupaban en seriales que duraban varias semanas. Desde 1963 hasta 1966 cada episodio tenía un título concreto, siendo el título genérico de cada aventura (el serial) algo más nebuloso: internamente la BBC le daba uno, la revista Radio Times a veces le daba uno distinto, y otra convención generalizada le daba al serial el título de su primer capítulo. Así, por ejemplo, "The Rescue" fue conocido durante años como "The Powerful Enemy" y el serial "The Daleks", "The Dead Planet". De manera que, aunque hoy pueda parecernos evidente que los Daleks saldrán en el serial "The Daleks", para los espectadores de la época era una sorpresa. Los artículos de Radio Times a veces la estropeaban, como en el caso del publicitado retorno de los monstruos de Skaro en "World's End", el primer capítulo del serial que hoy conocemos como "The Dalek Invasion of Earth". Spoilers, sweetheart! 

No obstante, la serie no era inmune a dispararse en su propio pie sin necesidad de ayuda periodística. desde "Inferno" ("The Romans", 1965) o "The Tomb of the Cybermen" (1967) hasta "The Android Invasion" (1975) o "Resurrection of the Daleks" (1984), hay historias que pierden el halo de misterio que el argumento pretende imbuirles, porque esencialmente el título ya te lo ha revelado. Y eso es justo lo que ha ocurrido esta semana con "The Girl Who Died" donde la chica, ¡oh sorpresa!, muere.

No es una crítica: es entonces cuando empiezan a pasarle cosas interesantes al personaje. Lo que quiero decir es que ya el título es una primera pista de que el episodio va a seguir derroteros clásicos: tan clásicos como que "The Girl Who Died"  (que también es un homenaje a "The Girl Who Waited", 2011), nos lleva directamente a la época del Primer Doctor. William Hartnell ya encontró un casco con cuernos en "The Time Meddler" (1965), aunque entonces tuvo la decencia de considerarlo normando. Es un capítulo "histórico", como buena parte de las aventuras de Hartnell. El Doctor se queda sin sónico (Hartnell no lo usó nunca en la serie) y alejado de la TARDIS, un clásico de la primera etapa. Sus reticencias a influir en el curso de la historia nos llevan hasta "The Aztecs" (1964). Y como Ian Chesterton (o el Doctor de Peter Cushing) en "The Daleks", aquí Capaldi tiene que enseñar a luchar a un pueblo que no ha cogido un arma en su vida. Ese momento que está sentado con la espada a modo de bastón es muy icónico del Primer Doctor.

Las consecuencias
Pero luego la cosa se complica. Que el plan del Doctor salga a la perfección a costa de la vida de un personaje es algo que ocurría en la serie clásica ("Earthshock", 1982; "Mindwarp", 1986), pero cuya consecuencia a duras penas se exploraba (un caso raro es "Resurrection of the Daleks", 1984). El retorno de la serie en 2005 ha traído un Doctor más consciente, con un "complejo de superviviente" importante, como lo definió la semana pasada Clara en "Before the flood", pero también un Doctor que se esfuerza por equilibrar la responsabilidad de ser un Señor del Tiempo ("no hay nada que no pueda hacer", dice en este episodio; antes Clara le había pedido que especificara las reglas) y el núcleo de lo que representa ser El Doctor. 

Lo primero nos lleva a las ondas y el tsunami que provocan los cambios en la Historia: el concepto está siendo explorado durante toda esta temporada de una manera profunda, en una suerte de conversación extendida a lo largo de los episodios. Surgió, podríamos decir, con la negativa del Primer Doctor a cambiar "ni una línea de la Historia" en "The Aztecs" (aunque según "The Reign of Terror", del mismo año, era imposible conseguirlo), y siguió con una muestra de las consecuencias en "Pyramids of Mars" (1975). No obstante en la serie clásica aquello eran rarezas: el momento más importante y que conecta directamente con estos episodios, se dio en 1988, en una insólita pausa filosófica dentro de una trama densa y activa: el guionista era Ben Aaronovitch, el serial, "Remembrance of the Daleks", y el Séptimo Doctor de Sylvester McCoy estaba hablando con un barman sobre la Historia y las ondas que alteraban su superficie.

En la película del Octavo Doctor, la alteración del tiempo surge como un accidente natural que hay que corregir antes de que provoque un cataclismo. En la etapa moderna, hemos tenido dos advertencias de lo que podría ocurrir si se cambia la Historia demasiado en "Father's Day" (2005) y "The Wedding of River Song" (2011), y un par de mensajes claros de que intentarlo es malo, "Last of the Time Lords" (2007), "Turn Left" (2008) y "The Waters of Mars" (2009), así como la propia existencia de la Guerra del Tiempo. Pero con todo eso ha aumentado la frecuencia de las reflexiones: al héroe planteándose la dicotomía entre el Señor del Tiempo que no debe alterar nada y el Doctor que quiere salvar a la gente: y el núcleo de esas historias forman también una especie de narrativa coherente paralela al curso de la serie. "The Fires of Pompeii" (2008), "The Girl who Waited" (2011), "The Day of the Doctor" (2013), "Kill the Moon" (2014) y lo que de momento parece un clímax, "The Girl who Died" (2015).

Todos viven
Este episodio también sigue hablándonos de la muerte y de la inmortalidad. "Morir es una habilidad", dice el Doctor ante la incredulidad de Clara. Y un derecho íntimo, había dicho el capítulo anterior. Sin embargo, el sentimentalismo le llevó a cometer un terrible error (aunque calculado) en "The Witch's Familiar" y no termina la historia sin preguntarse si ha vuelto a impulsarle a cometerlo al devolverle la vida a Ashildr. Incluso puede que acabe de obrar lo mismo de lo que acusaba al Rey Pescador en el episodio anterior -quitarles su muerte a sus víctimas-, y que haya cumplido a posteriori aquello de lo que lo acusaba Davros no hace mucho, crear un híbrido de dos razas guerreras: no de Daleks y Señores del Tiempo, sino de Vikingos y Mire.

Las circunstancias de ese retorno son bastante interesantes: destilan elementos de "The Doctor Dances" (2005), donde una nube de nanorobots reparaba constantemente a sus "guerreros" y de "The Snowmen" (2012), cuando Strax aplica toda su tecnología para traer temporalmente de vuelta a la Clara victoriana (aunque son razas similares en lo bélico, parece que los Mire son más avanzados que los Sontaran, en lo que a cuidados médicos se refiere). Si además recordamos que ambos eran capítulos escritos por Steven Moffat y que el Capitán Jack, el inmortal por excelencia de la serie, apareció por primera vez en la primera parte de la historia de los nanitas ("The Empty Child", 2005), no es difícil vincular aquellas historias con esta nueva iteración del concepto, que parece que acabaremos de explorar en el siguiente episodio. El trailer parece sugerir que la Ashildr futura busca algo relacionado con Hades, por tanto, tal vez intenta acabar con su propia vida. El peso de la inmortalidad...


Un último saludo a la inversión de la polaridad del flujo de neutrones. Sea lo que sea, seguro que resultará espectacular ^_^

20 octubre 2015

Opinión de "The Girl who Died" [ligeros spoilers]


Jamie Matheson escribió dos de los episodios de Doctor Who visualmente más llamativos de la temporada pasada, "Mummy in the Orient Express" y "Flatline". Ed Bazalgette fue conocido en los 80 como guitarrista del grupo The Vapors ("Turning Japanese"); tras foguearse dirigiendo documentales y otras series ("EastEnders", "The Guilty", "Poldark") casi se estrena en Doctor Who con este capítulo: antes ha firmado uno de los prólogos de la temporada, "The Doctor's Meditation".

Y cito esas circunstancias de ambos creativos porque probablemente de la voluntad de uno de demostrar que también puede escribir un Doctor Who más convencional y de la necesidad del otro de dirigir un Doctor Who sin demasiadas complicaciones, nazca el grueso de lo que es "The Girl Who Died": una aventura sencilla, anclada en un tiempo tópico y reconocible, un "histórico" con muchas de las simplicidades e inocencias de aquellos primeros años 60. "The Girl Who Died" es una historia del Primer Doctor al 80%, de lo que hablaremos mañana en el siguiente artículo: el otro 20%, no obstante, es muy importante. El otro 20% son Peter Capaldi y Steven Moffat.

No soy un gran fan de las historias en las que la estructura por actos resulta tangible: la odio, especialmente, en series en ese sentido prefabricadas y predecibles como Smallville, con sus cinco actos que ralentizan la trama. Sin embargo, admito que en este episodio ha servido para ir descubriendo nuevas capas, y que los actos de "The Girl Who Died" tienen entidades distintas: tras un primero con el problema y un segundo acto con la resolución, aún nos queda un tercer acto con las consecuencias, lo que hace el Doctor y sus propias revelaciones. El ritmo que lleva el capítulo altera casi sin que lo parezca sus duraciones internas para colarnos materia que daría para capítulo y medio.


Como digo, mañana habrá ocasión de hablar de intertextualidad, porque este episodio es muy rico en conexiones. Dejadme que os diga hoy que "The girl who died" no me ha apasionado, como capítulo. Los vikingos con cuernos (¿en serio?) sobraban totalmente, las actuaciones de los artistas invitados me parecen funcionales pero no demasiado inspiradas (hasta justo el final, me interesa más el Einarr de Ian Conningham que la Ashildr de Maisie Williams), y la trama es, cuanto menos, típica.

Y sin embargo, me ha emocionado: "hablo bebé" dicho por Matt Smith es una cosa, y permite hacer bromas divertidas con Stormaggedon. "Habla bebé" dicho por Jenna Coleman mientras Capaldi queda absorto en las poéticas palabras de un niño vikingo resulta perturbador la primera vez, y bellísimo la segunda; por no decir que esencial para la trama. La eficiencia con la que Clara trata al líder de los Mire es una señal de lo competente que es como personaje, y le da uno de los momentos interesantes a Maisie Williams, cuando fatalmente su sangre vikinga condena a toda su aldea. El momento en que el Doctor finalmente hace la conexión y entiende por qué tiene el aspecto de Caecilius es casi demasiado "in your face", deletreando cada parte de la ecuación para quien no haya estado atento, pero no por ello deja de tener perfecto sentido en esa historia que nos lleva desde "The day of the Doctor" (2013) (desde "Rose", 2005, por tanto), hasta aquí. No olvidemos que estamos en el 10º aniversario de la nueva etapa de la serie, y aunque no haya una celebración oficial, sí que hay un camino que el showrunner está reconociendo.

La muerte, la inmortalidad, los límites del poder de un Señor del Tiempo y la relación de todo eso con lo que nos hace humanos siguen siendo temas claves de una temporada, ante todo, coherente. Más allá del arco argumental, estamos hablando de una constancia temática que configura una verdadera firma, un acto de creación. Ésta está siendo una temporada encomiablemente de autor, "by Moffat".

Así que no, no me parece inspirado. Sí, sí me parece interesante. No, no me parece de lo mejor que está dando esta temporada. Sí, sí me parece de lo esencial que está dando esta temporada.

¿Contradictorio? Whovian.

17 octubre 2015

Análisis de "Before the Flood"

¡Saludos, whovians!
Aunque un poco tarde, volvemos a la carga con algunos datos curiosos que relacionan "Before the flood" con otros episodios y temas de Doctor Who. La semana pasada ya apuntamos la ligera conexión que había entre "Under the lake" y el serial del Séptimo Doctor "Battlefield" (1989), la historia más artúrica de toda la serie. Así que realmente no fue una sorpresa que los enlaces siguieran en este capítulo, con el villano de la trama bautizado como Fisher King.

El Rey Pescador es la figura clave de una de las ramas de los mitos artúricos, la del Grial. Guardián del Santo Cáliz, este Rey, herido e impotente, es incapaz de engendrar una nueva generación y pasa el tiempo pescando en el lago junto a su castillo, hasta que un caballero (Percival en solitario o junto a Galahad y Bors, según la versión de la leyenda), llega para curarlo haciéndole una pregunta concreta. El mito del Rey Pescador nace en el siglo XII con la obra de Chrétien de Troyes, pero muy probablemente bebe de una fuente anterior, el Rey Bran de los Mabinogion celtas, poseedor de un caldero que puede resucitar a los muertos.

En este capítulo, el villano conocido como Rey Pescador utiliza también la magia del lenguaje para su propósito. No usa soldados para sus fines, sino que manipula espíritus de muertos, conservando el tema de la esterilidad del original. La cámara de estasis, por tanto, tomaría el lugar del Grial o más concretamente del Caldero de la Resurrección. Y en vez de pasar sus días pescando en el lago, rodeado por un reino tan herido como él, acaba sus días siendo pasto de los peces bajo un lago que esconde una población devastada, que podría decirse que es su postrer reino ^_^


Otro serial del Séptimo Doctor al que nos transporta este episodio es "The Curse of Fenric" (1989). Como en él, la semana pasada ya vimos un texto que la TARDIS se negaba a traducir, un antiguo mal se esconde bajo una iglesia, hay cierta relación con los rusos e incluso tenemos un momento claramente inspirado en que los monstruos rodean a un aliado del Doctor sin llegar a hacerle nada. Vampiros artificiales forzados a su condición en 1989; fantasmas artificiales forzados a su estado en 2015.


Otro pequeño detalle: el Rey Pescador se refiere a los Señores del Tiempo como "curators" de la historia. "The Curator" es precisamente el nombre que asume la supuesta futura encarnación del Doctor con el aspecto de un viejo Tom Baker que el Undécimo se encuentra al final de "The day of the Doctor" (2013).

Como bien me recuerda Sara Castro, la escena precréditos de este episodio no es exactamente la primera vez que el Doctor se dirige, o parece dirigirse, a los espectadores; ya el año pasado en los precréditos de "Listen" hizo algo parecido. Aunque tal vez entonces hablaba consigo mismo y ahora con sus compañeros de viaje de UNIT. Pero tampoco es la primera vez que el Doctor menciona su amistad con Beethoven: ya lo hizo David Tennant en "The Lazarus Experiment" (2007).

El amplificador al que conecta el Doctor su guitarra en esta escena, por cierto, es un Magpie Electricals. La empresa apareció por primera vez en "The Idiot's Lantern" (2006) y varias piezas de equipos suyos han seguido mostrándose aquí y allí, como por ejemplo en "The Beast Below" (2010).

O'Donell menciona a Rose, Martha y Amy, tres companions que parecen constar en los archivos de UNIT de manera destacada. También habla de Harold Saxon ("The Sound of Drums"/"Last of the Time Lords" (2007) y de hecho toda la temporada 3), los acontecimientos de "Kill the Moon" (2014) y un misterioso "Ministro de la Guerra" del que aún no sabemos (ni nosotros ni el Doctor) nada. Excepto que, cualquiera que sea su aventura, ocurrirá entre 1980 y 2119, y UNIT estará al tanto de la misma.


El tema de la muerte próxima del Doctor y su reacción ante ello es recurrente en los últimos tiempos, desde "The next Doctor" (2008), "Closing Time" (2011) y "The time of the Doctor" (2013) al ultra-reciente "The Magician's Apprentice" (2015). Lo nuevo es el diálogo que tienen Clara y él sobre la misma y sus maneras de afrontarla: el "error contable" al que se refiere Capaldi cuando habla de su regeneración actual se debe a lo que ocurrió al final de "The time of the Doctor", cuando los Señores del Tiempo le dieron un nuevo juego de ellas. Y la referencia de Clara a que la muerte de este Doctor tiene que ser algo de lo que se ocupe "la que venga después" es su primera aceptación en voz alta de que no va a estar siempre viajando con él, y que sus aventuras juntos acabarán algún día. Creo que incluso es la primera vez que una companion se refiere, ni que sea tangencialmente, a sus "sucesoras".

En el próximo capítulo, Odín y los vikingos. Cuya última participación en la serie se remonta, precisamente, a "The Curse of Fenric". Todo encaja, todo encaja...

12 octubre 2015

Opinión sobre "Before the Flood" [spoilers]


El póster de Stuart Manning para el último capítulo de Doctor Who se ha convertido en uno de mis favoritos. Lo que resulta paradójico (wink wink, nudge nudge), porque el capítulo en sí es, por ahora, el que menos me ha gustado de esta temporada.

Matizo: "Before the flood" tiene éxito a la hora de plantear un episodio de viajes en el tiempo con muerte anunciada. Va recorriendo las etapas de ese tipo particular de historia deteniéndose en escenas y actuaciones interesantes. Algunas son originales o están particularmente bien resueltas, como el pueblo fantasma con imaginería comunista o el diálogo entre Clara y el Doctor acerca de la muerte inminente de este, o del Doctor con su fantasma. Resulta interesante que la TARDIS se niegue a permitir al Doctor cambiar la historia de la manera que pretende, mostrando que el protagonista no siempre puede hacer lo que le parezca.

Otras opciones ya están algo más vistas, empezando por la secuencia repetida desde dos ángulos de vista (cf. "Father's Day", 2005, o "Harry Potter and the Prisoner of Azkaban", 2004), pasando por el Doctor siendo el misterioso prisionero de la cámara de contención (cf. "The Pandorica Opens", 2010 y "The crimson horror", 2012) y acabando con el Doctor futuro manipulándose a sí mismo en el pasado (cf. "The Big Bang", 2010, "The Impossible Astronaut", 2011, o "Time Heist", 2014); pero no son elementos que molesten porque ya hayan sido utilizados antes. Entendemos que los recursos del viaje en el tiempo son unos y que, antes o después, acaban reapareciendo.

Lo que molesta un poco más son momentos como el encuentro entre el Doctor y el Rey Pescador: bien iniciado pero... ¿exactamente por qué no mata al Doctor antes de ir a comprobar lo que ha dicho? ¿Cómo hacía para controlar de esa manera los fantasmas? El Doctor fue al pasado para saber más sobre los fantasmas, pero al final sólo descubre quién los había creado. ¿Cuál es la relación concreta entre campo electromagnético y espíritu? La falta absoluta de personajes en el pueblo más que los protagonistas, Prentis y el Rey. La sensación de que por cada minuto bien aprovechado del episodio anterior aquí se ha malgastado otro. De que este episodio podía haberse resuelto en un cuarto de hora, y que "Under/Before" podría haber sido un especial de navidad de una hora sin perder nada esencial.

Sobre todo, la resolución basada en una paradoja rompe la sensación del capítulo anterior de que teníamos un misterio e íbamos a buscar respuestas. La respuesta final es "paradoja", la respuesta es "molaba, no tengo realmente una respuesta". Pese a ello, necesita todo el prólogo y el epílogo para explicar un tipo de paradoja que solo se produce parcialmente. Pero incluso si de verdad hemos tenido una "bootstrap paradox", parece algo artificial dedicar tanto rato a justificarlo, explicarlo y fundamentarlo.

No es un mal episodio, pero no me ha parecido satisfactorio viniendo de las bases de las que venía. Sin embargo, tiene varios temas de los que hablaremos en el próximo análisis. Hasta entonces...

Las frases:
"- Este es el Rey Pescador. Él y sus ejércitos nos invadieron y nos esclavizaron durante 10 gloriosos años. hasta que nos liberaron los Arcateenians. Pero gracias a dios, pronto les irritamos y también nos esclavizaron.
- Mi primer alienígena de verdad, y es un idiota".

"- De todas formas, esta regeneración es una especie de error contable".

"- Le has robado sus muertes a esa gente. Las has convertido en apenas un mensaje en una botella. Has violado algo más importante que el tiempo. Has forzado las leyes de la vida y la muerte."

"- No me beses: aliento mañanero".

El momento:
Beethoven: el Doctor hablándonos directamente por primera vez en la serie (sin contar especiales interactivos).

08 octubre 2015

Análisis de "Under the Lake"

Esta semana la entrada quizás será algo más corta, porque el último episodio de Doctor Who se mueve en unos parámetros mucho menos referenciales que los dos primeros de la temporada. Sin embargo, aún quedan aspectos a considerar.

En el análisis de "The Witch's Familiar" decía que esperaba ver reflejado algo de una historia de fantasmas gótica de la serie clásica: me refería a "Ghost Light" (1989), posiblemente la historia más compleja en los 52 años de la serie. Ya desde el trailer de la semana anterior se veía que este iba a ser un capítulo de espectros, algo no demasiado habitual en la serie (el mencionado "Ghost Light", "The Unquiet Dead", 2005, y el reciente "Hide", 2013, son los tres más relacionados con el tema, y en parte "Mummy in the Orient Express" del año pasado, además de "Random Shoes" de Torchwood). 

Pero si me remitía a "Ghost Light" concretamente es por la semejanza entre uno de los fantasmas de este episodio (que explorando los títulos de crédito de este episodio y el siguiente descubrimos que se llama Prentis) y dos de los personajes de aquella obra gótica del Séptimo Doctor: el ¿villano?, Josiah Samuel Smith, y el Reverendo Matthews.

 


El Doctor afirma que Prentis es un Tivoliano, uno de aquellos alienígenas cobardes del planeta más invandido del universo que conocimos por primera vez en "The God Complex" (2012); también en "Ghost Light", el fantasma titular es un alienígena atrapado durante años.


Pero había otra historia del Séptimo Doctor que, ya antes de ver el episodio, me parecía interesante por el paralelismo: se trata de "Battlefield" (1989), donde igual que aquí aparece una nave espacial estrellada en un lago. Igual que aquí con los fantasmas, el Doctor se enfrenta a una redefinición de su concepto del universo, al aparecer varios personajes de un universo paralelo en el que la magia sustituye a la ciencia (una idea que se desarrollaría más en novelas posteriores como The sorcerer's apprentice, que ya mencionamos hace un par de semanas), y en el que incluso él mismo existe como Merlín. Ace está a punto de morir al inundarse la habitación en la que está (también la actriz, Sophie Aldred, si no hubiera sido por la rápida reacción de Sylvester McCoy), muy parecido a como muere Pritchard en "Under the lake". Incluso hay una fuerza hostil brillante que protege la nave. Y así como en en el serial de 1989 UNIT tuvo un papel destacado (incluyendo la última aparición en la serie del Brigadier), en esta base subacuática tenemos también a un equipo de UNIT como co-protagonistas principales. 

Esos son los otros dos conceptos que nos llevan al pasado de la serie: la base bajo asedio y la aventura submarina. Lo primero es uno de los clásicos de Doctor Who: "base bajo asedio" es un subgénero whovian en sí mismo, que arranca con la última historia del Primer Doctor en "The Tenth Planet" (1966) pero que se convertiría en marca de fábrica del Segundo: "The Moonbase", "The Ice Warriors", "The Wheel in Space"; más recientemente, "Dalek" (2005), "The Waters of Mars" (2009), "Cold War" (2013) o "Last Christmas" (2014).

En cuanto a las aventuras bajo las aguas, también arrancan con el Segundo Doctor en "The Underwater Menace" (1966) y "Fury from the Deep" (1968), una pequeña tradición seguida por el Tercero con "The Sea Devils" (1972) y el Quinto, con "Warriors of the Deep" (1984). En la serie moderna no es un aspecto que haya sido tratado muy a menudo, y antes de "Under the lake" sólo podemos mencionar la reciente "Cold War". 


Me parece realmente interesante cómo la serie vuelve a tratar el tema de la muerte, algo de lo que ya hablé en el libro La bendición de la muerte fatal, y de los elementos míticos grabados en el subconsciente colectivo, referido por última vez en "Dark Water" (2014) y "Last Christmas", pero que habíamos visto en "The Satan's Pit" (2006) o "The End of Time - Part 1" (2009), y que ya aparecía en "The Time Monster" (1972) -precisamente, un serial sobre la Atlántida- y "Underworld" (1978).

Veremos donde nos lleva el siguiente capítulo: el Doctor viaja al pasado para conocer mejor el origen de los fantasmas y se convierte en uno de ellos. ¡No hay como la información de primera mano! Un cliffhanger sutilmente similar al de "The Rebel Flesh" (2011), a cuyos avatares se menciona de pasada, en este episodio. ¿Casualidad? Posiblemente...

06 octubre 2015

MdT: Un Acto de Venganza (II)



   (Oficinas del Ministerio, 2015)
  
   La Patrulla recordaba vagamente en qué pasillo estaba la puerta de Gil Pérez. La habían atravesado una vez, para reunirse con la Armada Invencible en Lisboa. En su segunda misión, que ya comenzaba a parecerles tan lejana. Pero se dejaron guiar por el hijo de Alonso, que cada vez se mostraba más inquieto. Pronto se les sumó Ernesto; se había retrasado apenas lo suficiente para echar mano a su listín. Su mirada era aún más grave y recelosa de lo habitual.

   Un extraño hallazgo confirmó que ambos tenían razones para preocuparse: en pleno pasillo subterráneo, cerca de la puerta, había una gran caja de madera cerrada con candado. No parecía muy usada; el estilo de ebanistería era sencillo y anticuado.
  
   -¿Qué hace aquí esto? -exclamó el más joven del grupo, examinándola con preocupación-. Creo que lo he visto antes: en el camarote de Gil Pérez... 
  
   El sexto sentido de Ernesto se puso alerta al instante. Normalmente habría sido una simple infracción del protocolo de guarda y custodia de materiales. Pero en aquellas circunstancias…

   -Hay que abrirla -decidió, temiéndose lo peor.
  
   -Dejadme a mí -intervino Amelia.

   La joven ya estaba seleccionando una de sus "llaves mágicas". Las ganzúas de Irene, intentó no recordar: las que la ex-agente le había confiado para irrumpir en casa de Julián, aquel día terrible. El día de la rebelión de Leiva. Sumida en aquellos sombríos pensamientos, Amelia apenas se dio cuenta del chasquido del cerrojo al ceder. Se obligó a volver a la realidad, abrió la tapa y echó una ojeada al contenido.

   -Julián… -la mirada de Amelia mostraba una mezcla de fastidio y confusión, como siempre que se enfrentaba a tecnología desconocida-. Será mejor que mires esto.
  
   -¡Yo he visto antes este ordenador portátil! -exclamó el enfermero al comprobar el contenido. Se lo fue entregando a Ernesto, mientras pasaba lista-. También hay un ratón, un cargador, un módem USB, un escáner de mano... Todo el material informático de Gil Pérez. Ha debido dejarlo aquí mientras hablábamos arriba.
  
   -Para que no caiga en manos del enemigo -asintió Ernesto con gravedad-. Hemos llegado tarde.
  
   El chirrido de unos goznes y un furioso golpe subrayaron sus palabras. La patrulla y su superior se volvieron hacia el sonido, presintiendo lo que iban a ver. El joven Alonso había abierto la puerta de par en par, pero no había podido pasar del dintel.

   -Está cegada -confirmó con frustración-. ¡Ahora no podremos cumplir la misión!

  Amelia y Ernesto examinaron la Puerta que debería llevarles al barco de Gil Pérez: parecía tapiada. Bloqueada por un muro que el hombre de confianza de Gil, sin rendirse, ya estaba examinando. Exploró meticulosamente el obstáculo mediante una serie de golpecitos del puño de su espada, cuidadosamente repartidos por toda la superficie. Pero el sonido no era hueco: no había ninguna salida al otro lado.
  
   -No puede ser... -musitó con tozudez-. Necesitan ayuda. Se lo prometí.

   El Alonso más veterano le miró fijamente, orgulloso por la dedicación del joven. Después clavó la vista en Ernesto:
  
   -¿Hay otra puerta a ese tiempo? No importa cuán lejos esté.
  
   -¡Otra puerta! -la mirada del joven se iluminó de repente-. ¿Es posible eso, Diego?
  
   -¿Diego? -se sorprendió Ernesto, levantando la vista del listín.
   
   -Sí, ya nos hemos presentado. Justo antes de que usted nos alcanzara -intervino Julián. Señaló discretamente a su compañero Alonso al añadir, con un susurro cómplice-: "Diego Alatriste".
  
   Ernesto tuvo que fingir un ataque de tos para disimular la carcajada. Amelia, mientras tanto, le relevó con el listín y se hizo cargo de la situación.
  
   -Veamos -la joven frunció el ceño, realizó algunas comprobaciones y aguardó a que su superior recuperase el aliento-. Hay varias puertas a ese año, pero sólo una antes de Marzo: Sluys.
  
   -¿San Luis? -se interesó Julián-. No me suena ninguna ciudad con ese nombre en Europa. ¿Pertenece a España?
  
   -A veces -rezongó el veterano Entrerríos, taciturno-. Y a veces al Maligno.
  
   Los demás centraron en él sus miradas, tan intrigados como sorprendidos. Excepto Amelia.
  
   -Perdón, pero, ¿qué quiere decir eso...?
  
   -Sluys pertenece a un país de fango y arenas movedizas, tan traicionero como los herejes que la habitan. Hasta el sol parece allí un fantasma, que ni da luz ni calor. Esa tierra es el infierno.
  
   "Y tanto" reflexionó Amelia en silencio. "Ese país será la tumba del hermano de Spínola".

   A Julián le sonaba aquello de algo, pero no conseguía recordarlo con exactitud.

   -No lo pillo... 
  
   -Vamos -sonrió "Diego Alatriste", con complicidad-. ¿Soy el único que lee a Pérez-Reverte?
  
* * * * * * * * * *
   
   (Sluys, "Esclusa". Sur de Flandes. Febrero de 1589)
  
   -Qué ropas tan extrañas -gruñó el hijo de Alonso. Parecía realmente incómodo.
  
   -Todo es extraño aquí -comentó con cierta ironía el capitán Velasco, después de una breve bienvenida. Era el encargado de guardar la puerta, oculta en el interior de su cuartel general, además de liderar las tropas que mantenían cierto orden en aquella ciudad-. Con el tiempo, uno llega a acostumbrarse.
  
   -A mí no me molesta -sonrió Julián-: todo el pasado me parece igual de raro. Sólo es cuestión de grado.
  
   -Al menos no pasaremos frío -se consoló Amelia: las ropas de estilo holandés eran llamativas y pesadas, pero cálidas-. ¿Tiene puerto esta ciudad? Necesitamos encontrar un barco que nos lleve hasta Inglaterra.
  
   -¿Qué asuntos puede tener el Ministerio allí? -se sorprendió el capitán-. España no tiene relación con esos herejes desde hace años, cuando Isabel I Tudor expulsó a nuestro embajador...
  
   -... por conspirar para intentar sustituir a Isabel por María Estuardo, sí -se impacientó Amelia-. Pero ya conocéis a los ingleses: tienen corsarios y han robado algo que nos interesa. Os lo ruego, ¿podéis decirnos cuál es el puerto más cercano?
  
   El capitán Velasco asintió y les guió hasta el exterior. Entre los característicos tejados picudos de aquella pequeña ciudad (no pasaría de dos mil habitantes) se distinguían los campanarios de dos iglesias y, al fondo, un gran canal; éste desembocaba, no demasiado lejos, en el mar.
  
   -Es curioso -comentó Amelia, aspirando el frío aire: estaba cargado de olor a humedad, a vegetación norteña, al agua semiestancada del canal. Comenzaba a lloviznar-. Noto algo familiar aquí, pero nunca he estado en Flandes.
  
   -Yo sí -reflexionó "Diego Alatriste" con tristeza-. Me pregunto de qué habrá servido el tiempo que estuve luchando aquí. Un nuevo rey, una subida de impuestos, un predicador... y en poco tiempo, vi alzarse esta tierra como la de los Comuneros. Parecía una simple revuelta más. Nadie creyó que fuese a durar tanto.
  
   -Y falta mucho más -replicó Amelia, pensativa-. Será la Guerra de los Ochenta Años.
  
   Los demás la miraron atónitos, excepto Julián: él siempre había asociado la guerra al nombre de Flandes. 
  
   -Yo también noto algo, pero... -a la mente del enfermero acudieron dos palabras ("Lovaina"  y "Mercator"), pero para él no tenían sentido-. No; nunca he estado aquí. Como no haya sido en otra vida...
  
   -No digáis eso muy alto, que bastantes conflictos religiosos tenemos ya aquí entre católicos y calvinistas -le espetó el capitán con seriedad-. Ahí lo tenéis: Sluys tiene puerto, y de gran calado. Fue la causa de su prosperidad al principio, y de varias guerras después. Pero las gentes de aquí ya no tienen tratos con los ingleses; de hecho, se sienten traicionados por ellos.
  
   -Porque Inglaterra no supo defenderles hace dos años -recordó el joven Alonso-. Cuando España volvió a conquistar esta ciudad. Me lo contó Lope.
  
   -Entonces, ¿no hay manera de llegar hasta Inglaterra desde aquí? -se exasperó Julián.
  
   -Tendremos que viajar hasta Francia -suspiró Amelia-. Allí sí mantienen el comercio con Inglaterra. En fin, al menos hablo francés. Y no está demasiado lejos.
  
   -¿Tenéis caballos disponibles, capitán? -se interesó "Alatriste", siempre práctico-. Rápidos, a poder ser. Tenemos prisa.
  
   -Se nota que no sois de aquí... -el capitán sonrió de una manera especial.
  
   -¿Qué queréis decir?
  
   La sonrisa del oficial se hizo más amplia:

   -Ostende.

   Los agentes se miraron, confusos.

   -¿Allí están las monturas? -aventuró el más joven.

   -Oh, no -el oficial les invitó a seguirle con un gesto, guiándoles hasta el edificio anexo: era un establo-. Haré ensillar cuatro caballos, pero será un viaje muy corto. Ostende está a pocas leguas de aquí. Es la única ciudad de esta provincia que todavía no pertenece a España. 
  
   -¿Resistiendo ahora y siempre al invasor? -ironizó Julián-. ¿Como la aldea de Astérix?
  
   -¿Qué...? Bueno, de momento, no es cuestión de resistir -el capitán les miró con complicidad-. Ostende es más bien... conveniente para los comerciantes de toda la comarca. Cuando alguien de la zona española necesita un puerto que todavía envíe mercancías a Inglaterra... ¿comprendéis?
  
   Julián y "Alatriste" cruzaron idénticas miradas de sarcasmo. 
  
   -No se puede negar que el sur de Flandes es España -sonrió el soldado-. Hecha la ley, hecha la trampa.
  
   * * * * * * * * * *
  
   (Torre de Londres, Febrero de 1589)
  
   -Es un honor conoceros, señor Dee -saludó Gil Pérez en un latín bastante correcto. Hacía gala de tanta calma y caballerosidad como si fuera el dueño de aquellos aposentos, y no lo que realmente era: un prisionero en una cárcel de máxima seguridad.
  
   -Ah, ¿habláis el idioma de la Ciencia? -el anciano matemático correspondió a su reverencia, complacido-. Me alegra saberlo: estos días es difícil encontrar un alma gemela. El honor es mío. 
  
   -No me aduléis, por favor -sonrió el español con sencillez-. No estoy a vuestra altura. Enseñabais álgebra en La Sorbona con sólo veinte años. Habéis llegado a ser tutor de la Reina Elizabeth, y el mayor matemático de Occidente. 
  
   -Pero vos tenéis un secreto de Oriente, ¿no es así? -John Dee le miró con complicidad-. Dicen que es un desafío para un aficionado a la Cábala y a los números. Como yo.
  
   -No, no: todo esto es un error. Lamento haceros perder el tiempo, pero no sé de qué habláis. Aunque agradezco vuestra visita -la mirada de Gil Pérez, afable y aparentemente despreocupada, se posó en el extraño manuscrito que Dee acababa de abrir sobre la mesa... 
  
   El anciano funcionario español se quedó sin habla. Aquel libro estaba escrito en un idioma único, y cuajado de diagramas de inventos, constelaciones, plantas extrañas... pocos ojos en el mundo habían visto aquel libro todavía. Sólo alguien procedente del futuro, como un funcionario del Ministerio del Tiempo, podía saber qué nombre llegaría a alcanzar, siglos después. Pero aún menos gente sabía qué libro del Ministerio se parecía asombrosamente a aquél... 
  
   -Extraño manuscrito, a fe mía -se interesó Gil Pérez, intentando que no le temblara la voz. El idioma era distinto, pero... los diagramas guardaban una escalofriante semejanza con el Libro de las Puertas.
  
   -Lo conseguí del sabio Roger Bacon, pero sólo yo he sabido descifrarlo -explicó Dee. Y nadie más lo sabrá: si no hallo un discípulo digno, me llevaré el secreto de este idioma a la tumba -el matemático y ocultista miró al funcionario español tentadoramente-. Lástima: quién sabe si podría compartirlo con vos... 
  
   -¿Tan interesante es ese libro? -Gil Pérez no era experto en álgebra; su formación sobre el tema se reducía a algunos rudimentos de contabilidad. Y apenas había visto fugazmente una página del Libro de las Puertas, en un raro acto de cortesía de Salvador. Pero decidió seguirle la corriente a su interlocutor-. ¿Qué dice?
  
   -Que mentís -la mirada del sabio inglés estaba llena de complicidad-. Con la ayuda de este libro he examinado la Puerta que hay en vuestro barco, y hay magia en ella. Sólo falta descifrarla.
  
   * * * * * * * * * *

   (Estuario del Támesis. Cubierta inferior del galeón de Gil Pérez)
  
   -¿La... la Torre de Londres?
  
   Los “mercaderes holandeses” (un hombre y una mujer) interrumpieron por un momento su tarea. Pero, recordando el vigía que aguardaba fuera de la sentina, pronto continuaron distribuyendo los parcos víveres entre los prisioneros españoles. A los comerciantes sólo se les permitía entrar en el galeón durante una hora al día, para aprovisionarlo. El tiempo casi había terminado: el guardia inglés entraría en cualquier momento para hacerlos abandonar la nave. Y si sorprendía a los “holandeses” hablando con los prisioneros en perfecto español, no dudaría en encerrarlos junto a ellos.
  
   -Estamos jodidos -rezongó el "mercader"-. ¡Mira que meter a Gil Pérez en la maldita Torre de Londres! Con las joyas de la Corona. Esto sí que es Misión Imposible, joder.
  
   -Contén esa lengua, Julián... pero tienes razón -admitió Amelia, todavía disfrazada con sus ropas holandesas-. Es imposible sacarle de allí. Ni con Spínola.
  
   -Hay algo más -musitó uno de los prisioneros. Era el contramaestre de Gil Pérez. El que antaño daba órdenes a los galeotes; irónicamente, ahora había ido a dar con sus huesos no muy lejos de ellos.
  
   -Callad -ordenó otro preso; había sido el capitán del barco-. No ganamos nada diciéndoselo.
  
   -No, por favor -se inquietó Amelia, sin interrumpir el reparto de víveres-: ¿qué debemos saber?
  
   El contramaestre sonrió nerviosamente. En aquella mueca había un miedo cerval.
  
   -¿No os preguntáis por qué nos han encerrado en nuestro barco, y no en una prisión?
  
   -Sí, la verdad -reflexionó Amelia. Toda la tripulación del galeón estaba prisionera en las bodegas de su propia nave; sólo Gil Pérez había sido trasladado a tierra firme-. Londres tiene las cárceles llenas, porque Isabel persigue a los católicos por “traición”. Tan duramente como su hermanastra María Tudor persiguió a los protestantes...
  
   -Oh, sí -resopló el contramaestre-. Pero, además, esto es un cadalso. Pase lo que pase, estamos condenados. Si Gil Pérez habla, caeremos en desgracia ante nuestro Rey Felipe II. Si no, este barco dejará de serle útil a Su Pirata Majestad, Isabel de Inglaterra: sus corsarios nos remolcarán hasta mar abierto y nos hundirán.
  
   A Julián se le hizo un nudo en el estómago.
  
   -Pero qué cabr...
  
   -Hay ejecuciones peores: la hoguera, por ejemplo -interrumpió el capitán Ordóñez. Después dirigió una mirada furibunda a sus oficiales, sin osar levantar la voz-. Ahora callad; estos dos están aquí para ayudarnos -señaló a Julián y Amelia-. Pero tenemos que guardar silencio y no meterlos en problemas. Porque si los descubren, los apresarán como a nosotros; y entonces sí que estaremos todos muertos. ¿Entendido?
  
   La disciplina con la que asintieron los tripulantes hizo palidecer a Julián. Su compañera contuvo las náuseas; no estaba segura de nada. Qué planes trazar, qué rumbo seguir, cómo rescatarlos... Mientras acompañaba al enfermero hacia la salida, Amelia comprendió que ya no sólo se trataba de salvar una puerta. Era demasiado lo que le estaban confiando. Y ella no sabía ni siquiera por dónde empezar.
  
   Julián, en cambio, parecía tranquilo al despedirse de aquellos condenados. Había que ser enfermero o médico para distinguir la estudiada calma de aquella mirada compasiva. La que se reserva para serenar a los pacientes antes de darles la peor de las noticias.
  
   -Volveremos -el enfermero intentó aparentar una seguridad que no tenía. Que no podía tener-. Lo prometo.
  
   * * * * * * * * * *
  
   -Esto es poco menos que traición -rezongó el hijo de Alonso en algo parecido al portugués. Era capaz de muchas cosas por su patria; pero jamás se habría imaginado embutido en un uniforme inglés, alistándose en la Armada de un país enemigo, mezclado con traidores lusos y holandeses. Peor aún: haciéndose pasar por uno de ellos.  
  
   -Paciencia y silencio, compañero -aconsejó “Alatriste”, en un remedo del mismo idioma; ambos habían aprendido a hablarlo gracias a antiguos compañeros de armas. Dadas las circunstancias, era más prudente no hablar en castellano. Echó una ojeada discreta a su alrededor: nadie les escuchaba, de momento. Pero no podía bajar la guardia.
  
   Hacía un par de días que se habían alistado, pero gracias a su (falsa) documentación holandesa, no habían tenido demasiados problemas para conseguir un puesto de centinela en el mismísimo galeón español apresado; lo cual les venía de perlas para franquear el paso a Julián y Amelia cuando fuera necesario.

   Obviamente, no había sido fácil; los ingleses les habían puesto a prueba, dejándoles a mano algún medio para delatarse. Pero los dos agentes infiltrados habían conseguido parecer dignos de confianza. Para un zorro viejo como Alonso padre, algunas estratagemas habían sido infantilmente evidentes; sobre todo, cuando el capitán inglés fingió olvidar las llaves de los prisioneros ante las narices de los dos nuevos reclutas. Las llaves que habrían podido liberar a la tripulación de Gil Pérez, encerrada en la (ahora enrejada) sentina de las cubiertas inferiores. Soltarles... ¿para qué? ¿Para partir hacia una emboscada? El veterano no había caído en la trampa; pero se las estaba viendo y deseando para contener los impulsos de rebeldía y patriotismo de su imprudente compañero. ¿Así era él mismo al principio, cuando fue reclutado por Ernesto? ¿Así le veían Amelia y Julián?
  
   -¿Cuánto tiempo más tendremos que mantener esta farsa? -insistió el joven. Aquello le parecía una burla del destino: odiaba el teatro. Y ahora se veía metido de lleno en un papel que no podía dejar de representar.
  
    -El que sea necesario -contestó el veterano secamente-. Tenemos órdenes. Y cuando llegue el momento, Alonso, atacaremos. No antes. Pero vive Dios que lo haremos.
  
    -Sí, pero mientras tanto somos sirvientes del enemigo. Mi padre no se rebajaría...
  
   -Os sorprenderíais -el mayor de los dos tuvo que admitir que la situación resultaba irónica. Si pudiera confesarle que estaba hablando con su padre... pero se mordió la lengua, volvió a vigilar los alrededores y se limitó a decir-: Vuestro padre nunca habría cuestionado las órdenes, por mucho que le disgustaran. Y valía para más cosas, además de ser soldado; no le habría hecho ascos al oficio de espía. No se trata sólo de este galeón: tenemos que averiguar qué más traman, por el bien de nuestro país. Mirad a vuestro alrededor: los ingleses están reclutando una flota inmensa, y lo peor es que mis compañeros, siendo del futuro, no la conocen. Saben que tuvimos más ataques de Inglaterra, pero no esto: es una especie de Armada Invencible inglesa.
  
   -Lo entiendo. Pero obedecer a una mujer... -aquello era casi lo más chocante para el joven-, y fingiendo traición...
  
   -Estratagemas impensables, sí -hubo de admitir el agente del Ministerio, con un suspiro de resignación-. Pero por eso funcionan; porque ni el enemigo ni nadie sería capaz de adivinarlas. Esto ya no es el Ejército. Bienvenido al mundo del espionaje, amigo mío.
  
   * * * * * * * * * *
  
     -No me siento capaz, Julián -murmuró Amelia.
  
    -Vamos; no mira nadie -la animó su compañero-. Bueno, sí, los vigías de este lado, pero son Alonso y su hijo. Y tú tienes muy buena mano con esas ganzúas de Irene.
  
   -No me refiero a eso -confesó ella, todavía muy pálida. Abrió la puerta del camarote con una maestría que habría llamado la atención de cualquier policía. Sólo después de entrar y cerrar la puerta, a salvo del exterior, se atrevió a continuar-: No puedo. Rescatar a esos hombres. No sé cómo hacerlo.
  
   Julián la miró comprensivamente. Sabía cómo se sentía. Él también había estado en una sala llena de marinos condenados, una vez. Él también había tenido que marcharse para no derrumbarse en público y confesarlo todo. En una taberna de Lisboa, con la tripulación del “San Esteban”.
  
   -Tenemos tus llaves para liberarlos -intentó animarse-. Y a dos buenos compañeros ahí fuera. Alonso es “soldado viejo”, y de los mejores. Una vez me habló de las “encamisadas”: eran asaltos de noche, en plan comando...
  
   -¡Eso lo sé de sobra! -interrumpió ella-. Pero no es suficiente. ¿Cómo vamos a sacar un barco entero sin que nadie lo note?
  
   -Ya pensarás algo...
  
   -¿Y Gil Pérez? ¿Y esto? -Amelia se dirigió a lo que debería ser la Puerta del Tiempo del galeón y realizó las comprobaciones de rigor: desactivada. Inutilizada. Apartó de una patada algo que se le había enredado en los pies: una bandera española con la Cruz de Borgoña, partida en dos. La recogió con fastidio y la dejó sobre el escritorio.
  
   Julián estaba perplejo: ella parecía estar pidiéndole consejo, y eso raramente lo hacía nadie. El enfermero era el último mono de la patrulla, por mucho que "Alatriste" se quejara de lo mismo. Sólo le habían dejado al cargo una vez: cuando Alonso y Amelia se marcharon descaradamente de tabernas, uno con su hijo y la otra con Lope. Y cuando montó el numerito milagrero para salvar al verdadero Lazarillo... aquel último recuerdo casi le hizo sonreír: había sido una trolleada del quince. Pocas veces se había divertido tanto en aquel trabajo...
  
   El sonido de la puerta exterior le heló la sonrisa.
  
   -Charming -observó John Dee desde el umbral, contemplando a la mujer. Dos guardias lo flanqueaban, bloqueando cualquier posibilidad de huida. El inglés se volvió hacia Julián con cara de pocos amigos-: Who art thou, and what art thou doing here?
  
   -Dutch merchants, sir. We bring the daily supplies... -comenzó a tartamudear el enfermero. Pero se quedó helado en cuanto su mirada se posó en el manuscrito que portaba el intruso. Estaba semiabierto, como si Dee lo hubiera estado consultando por el camino.
  
   Sólo un aficionado a los libros llamativos, o a "La Nave del Misterio", o a curiosidades virales de Internet, podría reconocer aquellas páginas. Y Julián se estaba empezando a interesar por todo aquello. En parte, para matar el tiempo en sus noches de soledad; quizá también por cierta maliciosa afición a detectar errores laborales del Ministerio, en programas como el de Jiménez del Oso.
   Pero nunca habría esperado encontrarle utilidad a aquellas excentricidades en plena misión.
  
   -¡Joder! -se le escapó, en un castellano nada propio de aquel tiempo-. ¡El Manuscrito Voynich!
  
(CONTINUARÁ...)

Opinión sobre "Under the Lake" [spoilers]


Empezaré confesando que el póster de Stuart Manning para "Under the lake" me ha gustado mucho, aunque prometía un capítulo aún más terrorífico que lo que luego ha sido. El tercer episodio de esta nueva temporada de Doctor Who es una historia de fantasmas en una base subacuática, y nos sumerge (literalmente) en la acción, solventando los prolegómenos en la escena pre-créditos. Lo que sigue, aplica muchos de los tópicos que conocemos de la serie clásica y la moderna: separados de la TARDIS, un grupo de supervivientes en una base bajo asedio, un enemigo aparentemente imposible que sigue un curioso juego de reglas, muchos pasillos e incluso UNIT y un cliffhanger de los que ves venir y aún así se clavan en las retinas. Enter the sting, come next week for more.

Pero aunque los elementos se combinan para darnos una sensación de familiaridad, "Under the lake" es uno de esos episodios que no son exactamente lo que parecen: vamos teniendo algunas pistas, como el hecho de que el Doctor y Clara consigan volver a la seguridad de la TARDIS en una de sus carreras, algo que en un episodio normal jamás ocurriría. El tópico dice que la cabina lleva al Doctor y su/s companion/s al lugar de los hechos y luego el deus ex machina viejo, nuevo, prestado y azul tiene que desaparecer hasta que el peligro haya pasado. Aquí se rompe esa norma no escrita, como también ocurriera en el legendario "Pyramids of Mars" (1975), cuando el Cuarto Doctor le muestra a Sarah Jane lo que le sucedería a la Tierra si abandonaran sin más los peligros con los que han topado. Capaldi no hace eso, sino que, al contrario, trata de mantener a Clara lejos del peligro... a duras penas, puesto que (ya lo hemos visto al arrancar el episodio), la profesora quiere su dosis de riesgo, y él está encantado de meterse de cabeza en el mismo.
1980... si el Doctor y Sarah Jane no arreglan lo que hay que arreglar

Porque "Under the lake" no es una historia de fantasmas victorianos (como pudiera ser "Hide", 2013 o incluso "Mummy in the Orient Express", 2014), sino un misterio. Casi toda historia de fantasmas tiene un componente de misterio, claro, pero del desequilibrio entre el terror y la intriga, entre la atmósfera y la investigación, depende lo que sea finalmente la historia. Este episodio, como el poster, empieza pareciendo que va a contarnos la historia de miedo, incluso el Doctor acepta que los fantasmas tienen que ser realmente fantasmas... pero la parte racional que hay en él le impulsa incluso entonces (especialmente entonces) a buscar el sentido a todo lo que está ocurriendo.


Y ahí viene lo realmente interesante: hasta ahora hemos tenido episodios dobles que han utilizado la extensión para contar historias más largas, más épicas, literalmente y en todos los sentidos, más grandes. Pero "Under the lake" (con su continuación "Before the flood") hace algo que no había visto aún en el Doctor Who moderno: utilizar un episodio doble para plantear un misterio que no es posible resolver en una sóla entrega. Lo hace con algunas distracciones pero lanzando una saludable nueva carga de datos y misterios que hace que nuestros héroes no parezcan ajenos a la historia sino totalmente metidos en ella, sacando conclusiones sólo un poco más lentos que los espectadores. El elenco de secundarios que les rodea no es particularmente memorable (aunque resulta interesante que hayan pensado en agentes de UNIT), a excepción de Zaqi Ismail, Lunn, y sobre todo Sophie Stone como Cass, un personaje sólido y fuerte, con carácter, de un calibre similar a Kath McDonnell en "42" (2007) o la Capitana Adelaide Brooke en "The waters of Mars" (2009); pero todos dan la impresión de estar viviendo un pequeño viaje que les va a cambiar, si sobreviven. La aventura es significafiva para ellos.

Además, esta vez sí estamos viendo la estrategia que anunció Steven Moffat de intentar explicar dos tipos de historias diferentes en las dos mitades del episodio doble: "The Magician's Apprentice" y "The Witch's Familiar" eran básicamente una extensión lógica el uno del otro, utilizaban unos elementos muy similares para completar la historia del enfrentamiento "definitivo" de Davros y el Doctor. Pero aquí tenemos un "Under the lake" que utiliza todo su metraje para presentar personajes y misterios dentro de misterios, y una continuación que va a romper otra de las reglas no escritas de la sserie: el Doctor va a viajar al pasado para ver cómo demonios se ha llegado a esta situación; algo que, que yo recuerde, sólo tiene precedentes en "The Runaway Bride", 2006, y "Hide", y en los dos casos de manera accesoria, pasajera. Aquí vamos a tener media aventura en el pasado, con el Doctor combinada con la aventura en el futuro de Clara.

El cliffhanger, además, como en "Magician/Witch", está basado en un flashforward: nos enseña algo que ha de pasar pero que, cuando volvamos a la semana siguiente con nuestro héroe, para él aún no habrá ocurrido (sin embargo, para Clara sí: nuevo sabor de timey wimey). La intriga que generan, por lo tanto, ya no es sólo el "¿cómo vas a salir de ésta?" (y nos lo estamos preguntando todos: recordemos que hemos terminado nada menos que con EL FANTASMA DEL DOCTOR), sino "¿cómo has llegado a esto?".


En resumen, "Under the Lake" me ha parecido un capítulo muy satisfactorio. No es rompedor, no es épico y no va a cambiar el paradigma de lo que significa Doctor Who: Es un hombre y su mejor amiga investigando misterios inexplicables y peligrosos por el espacio-tiempo. Es ciencia ficción, fantasía, humor e intriga, todo en uno. Es, sencillamente, Doctor Who destilado y en plena forma.

Mañana hablamos de las claves intertextuales del capítulo, algunas tramposas y otras bastante jugosas...

Las frases:
"- ¿Quién está al mando? Necesito saber a quién ignorar.
- La muerte era lo único que compartían todas criaturas vivientes del universo. Y ha desaparecido. ¿Cómo podeis quedaros sentados? ¿No queréis salir ahí, ahora mismo, placarlos y hacerles preguntas hasta que se os caiga la garganta? ¿Cómo es la muerte? ¿Duele? ¿Sigues teniendo hambre? ¿Echas de menos estar vivo? ¿Cómo es que sólo podéis coger objetos metálicos? Oh, no sabía que me había fijado en eso."

"- La oscuridad. La espada. Los abandonados. El templo".

El momento:
Las tarjetas de Clara para que el Doctor reaccione de manera humana ante las bajas.