22 junio 2015

Los archivos (del fanfic) del Ministerio: Un Acto de Locura


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“Hay una poesía magnífica y sonora... que se engalana con todas las pompas de la lengua.
   Hay otra natural, breve, seca... que despierta, con una que las toca, mil ideas que duermen.
   Cuando se concluye aquélla, se dobla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción.
   Cuando se acaba ésta, se inclina la frente cargada de pensamientos sin nombre“.
   Gustavo-Adolfo Bécquer
   
  
   Dicen que todos tenemos derecho a unas milésimas de locura.
   Que la cordura total no existe, porque equivaldría a eliminar cierto resquicio de libertad en nuestras ideas. 
   Y dicen que ese resquicio es sano; dentro de unos límites, al menos.
  
   El final de la 1ª temporada del Ministerio del Tiempo sobrepasó esos límites de una forma bella y terrible. Fue surrealismo puro: amistad, amor, poesía, tragedia, locura, muerte. Quién mejor que Lorca para exponerlo, y quién mejor que Julián para entenderlo. Sin medias tintas, atreviéndose a entrar en el delirio hasta el final.
   Recordemos que, cuando ese 8º capítulo fue escrito, aún no estaba decidida la continuidad de la serie; podía haber sido el final de todo. Y conocemos el destino de uno de sus principales guionistas, Pablo Olivares: eso lo hace todavía más demoledor.
  
   Pero ahora sabemos que no será el final. ¿Cómo continuar imaginando historias del Ministerio a partir de ese punto?
   La serie encontrará una solución; pero mientras tanto, he fantaseado con ésta. Es lo más personal que he escrito: explora miedos y desánimos, pero también distintas formas de enfrentarse a ellos. De la mano de la fantasía, de nuestros viejos conocidos Julián y Federico, y de alguien más: Goya, un símbolo de la locura genial.
  
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   El SAMUR de la época:
   La verdad es que, al comenzar a escribir el fanfic “Un acto de locura“, no estaba previsto extendernos tanto sobre el 2 de Mayo. Entre otras cosas, porque ya lo hizo Pérez-Reverte de manera inmejorable, en su novela “Un día de Cólera”. Pero la imaginación a veces tiene vida propia y no va por donde se espera; lo cual es algo incluso deseable en este tipo de relatos. Las ideas llueven al leer las impresionantes historias reales que contienen las listas de bajas de aquel día; muchas merecen ser contadas. Especialmente las de los héroes olvidados: los que auxilian en medio del peligro.
   Por eso este fanfic no se centra especialmente en los combates, sino más bien en el “SAMUR” de la época:
   - La actuación del personal del hospital: realmente existieron los personajes que aparecen auxiliando a Julián, como el enfermero asturiano Alonso Pérez, el mozo de cocina Vicente Pérez del Valle y los cirujanos fusilados por defender el Hospital General. Y también el albañil (Antonio Meléndez Álvarez) herido de muerte por defender el otro hospital, el del Buen Suceso. El cirujano Angulo (Francisco Javier Aguirre y Angulo) sobrevivió, aunque también resultó herido mientras curaba gente en la calle, después del alto el fuego.
   - Profesionales médicos que realmente estuvieron curando en pleno combate por puro altruismo: por ejemplo, el cirujano Saturnino y el médico real José Albarrán, que sobrevivieron (otros colegas suyos no tuvieron tanta suerte). La botica de D. Mariano Pérez Sandino permaneció abierta todo el día para atender a los heridos (homenajeada en el boticario que protegen Alonso y Mariano).
   - Hubo muchos más casos de ayuda desinteresada, tantos que no caben en un solo relato. Desde cocheros anónimos que se dedicaron espontáneamente al traslado de víctimas, hasta religiosos como la Orden Tercera o nobles como la Duquesa de Osuna, que organizó una enfermería de emergencia (incluso con carruajes-ambulancia).
  
   ¿Qué partes de “Un acto de locura“ son ficción?
   - El envenenamiento de Goya: No, en realidad, el pintor nunca sufrió ningún envenenamiento intencionado. Sí es cierto que pudo haberse intoxicado por plomo o arseniato (presente en los ingredientes de pinturas), hasta el punto de provocar su sordera, pero eran intoxicaciones bastante habituales en su oficio: vivió muchos años con sólo dos o tres crisis graves de salud.
   - La interacción con personajes del Ministerio: Goya bajó la noche del 2 al 3 de Mayo a retratar testimonios gráficos de los muertos y heridos, aunque se mantuvo prácticamente al margen de la lucha, por su dilema entre el patriotismo español y las ideas liberales francesas. Su discípulo León Ortega sí participó en los combates, y también el preso Mariano Córdova. Pero no hay constancia histórica de la actuación exacta de estas tres personas, por lo que no he podido resistir la tentación de incorporarlos a las aventuras ficticias de la Patrulla del Ministerio. (La actuación de los demás reclusos de la Prisión Real, cirujanos, boticarios, enfermeros, albañiles e incluso los posaderos del grupo de José Muñiz y su jefe Villaamil sí se ajusta bastante a los documentos históricos).
  
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   Un abanico de “actos de locura”:
   El mundo de la mente es extenso: alberga sueños y pesadillas, pensamientos racionales y sentimientos; puede cambiar constantemente...
   En realidad, esta historia no se centra sólo en Julián, ni sólo en Goya. Va cambiando, como las ideas cuando se dejan en libertad. Algunos ejemplos de “locuras” exploradas en esta historia:
   El monstruo del tiempo: “Dicen que el tiempo lo cura todo; (...) pero ella está perdiendo la noción del tiempo”. La tragedia de la demencia senil es un paralelismo intencionado con un cuadro de Goya: la leyenda milenaria de Saturno devorando a un hijo. Que simboliza que el tiempo no solo cura: también destruye. “Saturno, o Kronos, símbolo del tiempo. Nos da la vida (...) y luego nos la quita. Pedazo a pedazo”.
   Ansias de venganza: “Han matado a su hijo. No va a salvarse ni el apuntador” (la historia real de la Fraila).
   Depresión: “Tú no estás loco, sino triste. Muchísimo”. Simbolizada por Julián. Cuando la tristeza es agotadora, aunque se desee salir adelante, no es fácil...
   Demencia: “Está reavivando los peores recuerdos”.  Las afecciones de la memoria son especialmente difíciles, ya que impiden recordar las soluciones.
   Delirios de grandeza: “Murat por fin tenía su excusa”. Dicen que la ambición y la guerra, en realidad, son formas de locura de gente con poder.
   Exceso de lucidez: “Tal vez sea el único cuerdo en un mundo de locos”. Enfrentarse a la opinión de la sociedad no siempre es locura...
   Incomunicación: “Se encerró en sí mismo. Buscaba una respuesta, pero era incapaz de encontrar palabras”. A veces, no es fácil dar forma a las ideas para expresarlas.
   Miedo, ira: el temor a las consecuencias que ya estaba teniendo la invasión francesa cuando todavía era pacífica (cientos de miles de soldados que alimentar, devorando cosechas y condenando al país a un invierno de hambre) tuvo cierta relación con el estallido de cólera del 2 de Mayo (además del nacionalismo).
   Sinestesia: “¿Por qué los colores tienen sabor?“. La alteración de los sentidos causada por drogas (como el cloroformo) no es una auténtica locura, pero sí un estado cerebral alterado.
   Sueños, delirios: “Sólo tengo fiebre, y esto sólo ha sido un mal sueño”. Nuestro subconsciente puede hablar en sueños, incluso dando ideas útiles. En el Ministerio, además, hay un detalle misterioso: algunas personas sufren pesadillas cuando intuyen problemas en el Tiempo.
   Surrealismo: Los surrealistas intentan explorar el subconsciente para crear belleza, pero desde la serenidad y la cordura.
   Stress postraumático: “Días después supo que su caso no era aislado”.
   Traumas ocultos: “Disparas mejor que nunca. Cuando fallabas antes, ¿era teatro?” La conversación en la galería de tiro escenifica problemas ocultos, no resueltos. El progreso de Julián en el uso de armas, en quitar vidas, simboliza su derrota en salvarlas; en lo que antes había sido el centro de su vida. Curarse por completo puede llevar tiempo...
  
   ... y de “actos de cordura”:
   Escribir un relato siempre tiene algo de “terapia”, de ordenar ideas. Algo similar a lo que hacía Goya, al plasmar sus obsesiones en sus "Caprichos", "Disparates" y "Pinturas Negras". Lo cual puede ser útil para desahogarse o incluso hallar soluciones:  
   “Nos ayuda mucho: tiene un don para hablar con otros enfermos”. Sentirse útil puede ayudar a recuperarse de una depresión: Julián lo intenta así desde el primer capítulo de la serie. De hecho, cuando se refugia en el trabajo suele parecer más animado.
   “Las normas ayudan a orientarse. Cuando estás perdido”. Siempre que no sean normas excesivas, por supuesto.
   “Las palabras que él nunca conseguía hallar. ¡Las que necesitaba!”. Expresar las preocupaciones puede ser una válvula de escape y un alivio.
   “Encontré el secreto: echarlos fuera”. “Exprese lo que ve”. La pintura y otras formas no verbales de expresión pueden ayudar cuando fallan las palabras.
   “Las pinturas negras le ayudaban a dar forma a los sonidos. A ponerles límites. A dominarlos”: Un problema sin concretar puede llegar a parecer mayor de lo que realmente es. Darle forma es importante: ayuda a saber cómo afrontarlo.
   “Lo siento, Fraila. Al menos, vengaste a tu hijo. Descansa en paz”. La venganza nunca es deseable en la vida normal. Pero en tiempos de guerra, las normas cambian. En su localidad natal (Valdepeñas), a la Fraila se le recuerda como un ejemplo de heroísmo.
   -  “¿Por qué no la dejas descansar en paz?”. Hay que saber pasar página. Preocuparse por los seres queridos es útil cuando hay solución. Pero cuando ya no la hay, sólo sirve para atormentar al que sobrevive, y para incumplir los deseos del fallecido (que seguramente desearía la felicidad de su familia). Goya da dos ejemplos de superación y paz, en el último óleo de su vida y en la lámina final de Desastres de la Guerra (Nº82: Esto es lo verdadero) .
  
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   El arte del delirio:
   El surrealismo de Lorca exploraba, de forma serena y controlada, rincones desconocidos de la mente para expresarlos con belleza. Goya hizo lo mismo, un siglo antes (un auténtico pionero del expresionismo), pero desde una perspectiva especialmente trágica, por la difícil época personal y social que le tocó vivir.
   Cada capitulo de "Un acto de locura" intenta contener un homenaje al arte: poesía, pintura, o al menos al surrealismo y la mente:
   Capítulo 1:
   - La referencia visual es el óleo que esconde la puerta secreta.
   - ”Como si estuviéramos mirando al exterior a través de los ojos de una calavera”: elementos macabros que imitan el estilo de ciertas obras de Lorca.
   - “Entonces lo comprendí todo: ella te había roto los pensamientos en mil pedazos, igual que tú rompiste antes los suyos”: paralelismo entre la herida física de Maite y la herida mental de Julián.
   Capítulo 2: Aparece una alusión a la locura (o a la cordura) importante para los protagonistas: “¿Es eso lo que ella habría querido?”.
   Capítulo 3:
   - La principal reflexión sobre locura y obsesiones la plantea Goya al despertar: “¿Por qué no la dejas descansar en paz?”
   - Otra referencia visual está en el análisis de ingredientes pictóricos venenosos, realizado por Velázquez (aunque su toxicidad era conocida y los artistas solían tomar precauciones)
   - El principio del sueño febril de introducción es la descripción de un dibujo de Goya: “Corral de locos”, que probablemente se basó en auténticas visitas a algún hospital psiquiátrico de su localidad natal (tal vez visitando familiares: allí había internos que compartían apellidos con Goya, p.ej. Francisco y Francisca Lucientes).
   - El Grito” es una obra expresionista basada en un ataque de pánico de Munch, al contemplar un atardecer rojo como la sangre.
   - Hombre desesperado ante un niño muerto”: obra muy ligada al psicoanálisis, ya que Goya creaba estas miniaturas mediante una técnica similar al famoso “test psicológico de las manchas” de Rorschach: esparcía una pintura acuosa sobre una resbaladiza placa de marfil, con un punzón “cortaba” en la pintura varias líneas (que se expandían y ramificaban al azar), e inventaba el dibujo a partir de lo que le sugerían las manchas resultantes. Todo un filón para los psicoanalistas.
   Capítulo 4:
   La referencia visual está en los tapices, tanto alegres ("La vendimia") como de protesta ("Albañil herido"). Goya pintó los originales para la Real Fábrica de Tapices, dentro de un proyecto de fomento de la industria textil.
   “Interludio”:
   La referencia visual es la mención a la misteriosa fotografía de boda entre Julián y Amelia.
   La alusión a la locura está en la paradoja, aunque quien enloquece no es una persona, sino una puerta (es decir, la realidad misma).
   Capítulos 5 y 6: son los únicos que no contienen referencias visuales; sólo acción y referencias a la locura (la impresionante venganza de la Fraila, la obsesión imposible de Julián por sacar a Amelia del peligro incluso contra su voluntad, y la amenazante proximidad de la rebelión).
   Capítulo 7:
   La referencia visual es óleo de Goya “La carga de los mamelucos” (“El 2 de Mayo en Madrid”).
   La referencia a la locura está en el frenesí asesino de las tropas de Murat, y en la ira ciudadana (contraproducente, porque las ideas francesas prometían libertades. Pero comprensible, porque la voracidad francesa había traído el fantasma del hambre, y ninguna compensación para sobrevivir al invierno).
   Capítulo 8:
   La sinestesia del cloroformo juega visualmente con el tema de la confusión cerebral.
   La pintura se convierte en herramienta terapéutica para desahogar el estrés (“El sueño de la razón produce monstruos”, el acto de entregar pinceles y lienzo a Amelia), y también en vehículo para difundir la verdad (“Yo lo vi”, uno de los “Desastres de la Guerra”).
   Capítulo 9:
   Las "Pinturas Negras" expresan, entre otras ideas, el miedo a la vejez (“Saturno devorando a un hijo”), a la enfermedad (“Dos Viejos”, probable representación de los acúfenos o sonidos fantasmales asociados a sorderas como la de Goya) y las persecuciones inquisitoriales que sufrió el autor (“Átropos o Las Parcas”, "Aquelarre" y otras típicas supersticiones de la Inquisición).
   El último óleo de Goya en Burdeos y el último de los Desastres de la Guerra (Esto es lo verdadero) dan un mensaje final de esperanza.
  
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   ¿El loco más cuerdo de la Historia?
   En realidad, ¿estaba verdaderamente loco Goya?
   Este relato habla de la mente. Comenzando por la de Julián, destrozada al comprobar que ha perdido sin remedio a alguien a quien amaba: su mujer. Y continuando por su recuperación, al comprender que le necesitan otras personas a las que también ama: sus compañeros de patrulla.
   Pero en un relato del Ministerio, no puede faltar una misión histórica; y para un tema tan espinoso como la mente, ¿qué mejor que la poesía (ya explorada en la serie) o la pintura, representada por Goya?
  
   Se suele decir que Goya estaba loco. En parte, por su enfermedad (muchos expertos afirman que su sordera tenía un origen neurológico, posiblemente sífilis o intoxicación por el plomo de las pinturas) y por su fuerte carácter. Y en parte, por sus obras más polémicas: “Caprichos“, “Disparates“ y “Pinturas Negras“, que expresaban el mundo interior del artista, anticipándose al surrealismo. Pero nada de eso podría considerarse una auténtica locura hoy en día. De hecho, Goya consiguió sobrevivir con inteligencia y lucidez a muchas dificultades:
   - Una infancia humilde: tuvo que trabajar como artesano, de niño, antes de poder pagarse los estudios y alcanzar la fama. Por desgracia, cuando al fin tuvo éxito, la sordera le apartó de casi todo.
   - La Guerra de la Independencia. Retrató el conflicto con realismo casi periodístico en "Los Desastres de la Guerra" (combates, ejecuciones, injusticias de ambos bandos, hambre, epidemias), añadiendo mensajes muy pacifistas.
   - Y sobre todo, supo capear peligrosos cambios de Gobierno (desde los liberales Carlos III y José Bonaparte, hasta los absolutistas Carlos IV y Fernando VII, e incluso la Inquisición), sobreviviendo con bastante más éxito que otros liberales como Moratín o el Empecinado.
   ¿Cómo lo consiguió? ¿A base de callar? No, al contrario: sus “Caprichos“ contienen numerosas críticas a la Inquisición y al Gobierno, anticipándose a las viñetas satíricas que tiempo después publicarían los periódicos actuales. Se protegió de la censura mediante una jugada inteligente: aunque escribió notas clandestinas explicando las sátiras, oficialmente sólo dijo que sus dibujos eran “fruto del capricho y la invención“... es decir, se hizo el loco. Funcionó.
  
   Lo más desconocido de Goya, sin embargo, está al final de su obra y de su vida: su optimismo.
   Todos conocemos los atormentados “Desastres de la Guerra“ y “Pinturas Negras“. Pero lo que pintó inmediatamente después resulta sorprendentemente esperanzador.
   El broche final de sus “Desastres de la Guerra“ es una lámina de serenidad: “Esto es lo verdadero”. Goya eligió terminar su obra bélica con un mensaje de paz.
   Y al final de su vida, poco después de las “Pinturas Negras“, acabó por crear de nuevo óleos luminosos, como "La lechera de Burdeos": la serenidad (en Francia, entre amigos), es el broche final de su existencia.
  
   Loco o no, es innegable que Goya tuvo la fuerza y la lucidez necesarias para darnos un mensaje positivo: Que es posible encontrar, al final del camino, la paz.
   
M. Nieves Gálvez
  

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