25 junio 2020

MdT3: Crisis en Españas infinitas (IX)


Lliçá d'Amunt, Barcelona, 1986
   - Imagino que vienen del Ministerio -dijo Ibáñez-. Hace un rato ha llegado un aviso por el trastomóvil de que cerraban todas las puertas anteriores al siglo XV.
   - Pero la suya no - apuntó Nieves.
   - Eso es cierto -hablar con Ibáñez era ameno, pero estaba claro que les estaba poniendo a prueba, y que empezaba con esa pregunta-. ¿Sabe por qué?
   Velázquez la miró mientras la jefa de I+D del Ministerio del Tiempo reflexionaba. Él no tenía ni idea:
   - La puerta al Cretácico que hay en el fondo de la espiral se originó de manera natural, teorizamos que por la cumulación de puertas del tiempo que hay en todos los pasillos. Igual que no la hemos abierto -razonó-, no la hemos podido cerrar mediante el sistema de control de puertas.
   - Pero ahora están en 1986 -añadió Ibáñez.
   - Sí, pero la puerta se abrió desde el Cretácico directamente aquí, no pasa por el Ministerio. No creo que pueda cerrarse a distancia. No debería poderse.
   - Correcto -en ese momento llegó la esposa del dibujante con los cafés y unas magdalenas-. Desayunen, desayunen, el café le sale de rechupete a Remedios -tras unos pocos sorbos y unos mordiscos, Ibáñez prosiguió-. Comprenderán que tengo que confirmar que han venido aquí por los motivos correctos. Muy poca gente sabe de la existencia de este Archivo.
   - Al parecer... Salvador quería que viniéramos específicamente nosotros dos. Pero no sabíamos de este lugar -dijo Velázquez.
  - De hecho, yo dirijo la creación de nuevas Puertas... y la que va a esta casa la desconocía por completo -añadió Nieves.
   - Ya veo. Dice ustes que es Velázquez. Diego de Velázquez, intuyo.
   - Por supuestísimo.
   - Entonces podrá contestarme a esto con facilidad. Hace unos días envié a mi amigo Manuel Darías, en Tenerife, una acuarela sobre Las Meninas. ¿Quién ocupa el lugar del guardamamas que conversa con Marcela de Ullóa?
   - Pero ¿cómo quiere...? -comenzó a decir Nieves.
   - El profesor Bacterio -respondió Velázquez al momento-, con un ungüento antigranos que ha hecho que al Súper le salga una berenjena en la nariz.
   - Es correcto -dijo Ibáñez, pero Velázquez no había terminado.
   - Lo que no entiendo es por qué en el apartado del espejo en el que se reflejan los reyes dibujó usted al Dire y el Presi del Sacarino, que está en otro cuadro arriba, cuando en mis Meninas no hay ninguna relación entre los cuadros superiores y el espejo inferior.
   - Velázquez -trató de interrumpirle Nieves, sin éxito.
   - Además, no queda nada claro que sea un espejo, como debería notarse, porque el chiste es que en el cuadro de encima el Botones Sacarino enciende un cohete que va a dar en el cuadro de abajo. Pero...
   - Velázquez.
   - ...pero es que no es un cuadro, en el original no, es un espejo, un espejo que es esencial para entender la grandeza de los planos y el punto de vista de mi...
   - ¡Velázquez! -ahora sí, la llamada de atención consiguió que el pintor frenara su egomanía.
   Ibáñez parecía divertido y satisfecho:
   - ¡Jajaja! Ahora, ahora sí: la prueba no era la pregunta sobre el cuadro, sino su reacción ante la parodia. No hay duda de que usted es el gran Diego de Velázquez. Es un honor. Dado que es usted la principal figura histórica que trabaja en la sede del último Ministerio del Tiempo, y que siempre se harán todos los esfuerzos para preservar su biografía, Salvador consideró que en caso de emergencia quien fuera que viniese tenía que hacerlo con usted. Usted es el salvoconducto de quien le acompañe.
   - De acuerdo -dijo Nieves-. En el futuro tenemos un problema muy gordo, hay un ejército que está invadiendo en toda la historia a la vez.
   - Aquí estamos a salvo de esas cosas: la puerta del jardín hace cosas extrañas al mezclarse con el tiempo del Cretácico. Los días me duran 25 horas, por ejemplo, lo cual me va muy bien para dibujar. También nos hace de burbuja, lo que protege aún más el ordenador: si alguien quiere cambiar la Historia necesita cambiarla desde el tiempo de los dinosaurios.
   - Yo soy ingeniera, calculo puertas. Puedo hacer algo con esa clase de retos. Pero no creo que usted tenga una copia del Libro de Abraham Levi a mano.
   - No, lo siento. Soy el Guardián del Archivo del Tiempo, pero no tengo el Libro.
   - ¿Y cómo ha acabado usted...? -preguntó Velázquez.
   Ibáñez rebuscó entre los papeles de su escritorio hasta que encontró el documento que buscaba, y se lo tendió.
   - Hay gente que se explica muy bien hablando, yo me lío si no lo pongo sobre papel.
   El documento que Ibáñez les ofrecía era una página original de cómic, poco más que un esbozo con una rotulación apresurada, que decía lo siguiente.











   - Si Salvador se entera de que le llama Supersecretario, lo capa -dijo Nieves.
   Velázquez hacía esfuerzos para ahogar la risa ante la caricatura del jefe del Ministerio.
   - Si deja que me la lleve, la enmarco.
   Nieves reflexionó:
   - Salvador instruyó a una tribu de hombres de Atapuerca para que construyeran un ordenador a prueba de cambios temporales en el que almacenar la cronología.
   - Principalmente. Según tengo entendido, no lo consiguieron a la primera. Pepe y Mariano tuvieron que ir saltando por puertas-monolíticas varias generaciones hasta que fueron aprendiendo.
   - Pero eso es un cambio histórico de tres pares.
   - Sí... pero sabía que un año después del último contacto iban a morir todos de una enfermedad que trajo una tribu vecina. Terminaron el ordenador por los pelos, y me lo trajeron.
   - Un ordenador prehistórico para almacenar la verdadera historia de España -resumió Velázquez.
   - Mejor que no se enteren las derechas de este país, o se vienen arriba -contestó Nieves-. Bueno, Salvador no fue muy claro con nuestra misión: dijo que teníamos que saltar al pozo, presuntamente para venir aquí...
   - No nos ibamos a quedar con los bichosaurios -se quejó el pintor.
   - ...y activar la co.
   - ¿La co?
   - La co. Solo le dió tiempo de decir "la co". Estaba... bastante indispuesto.
   - Hmmm -Ibáñez se acarició el mentón y luego se rascó tras la oreja derecha-. Tengo una ligera idea de lo que podría querer decir... Vengan, es hora de que les lleve al ordenador.

No hay comentarios: