42: según Douglas Adams, el sentido de la vida, el universo y todo lo demás. Es un pequeño detalle más que se suma a los muchos que hacen tan perfecto del cierre de la cuarta temporada de El Ministerio del Tiempo y, si les apeteciera, de la serie en sí.
"Días de futuro pasado" es un final de ciclo monumental que transita entre el noir, el policíaco y la ciencia ficción distópica. Escrito por Javier Olivares y Marc Vigil, padre y padrino de la serie, y dirigido por Jorge Dorado (realizador de otros siete episodios del Ministerio, como "Una negociación a tiempo" o "Tiempo de espías"), parece evidente desde el planteamiento que este capítulo está en manos de las tres personas que mejor conocen el programa, sus mecanismos interiores, sus personajes y su impulso vital.
Arrancamos, no obstante, con una mirada exterior, la de la Inspectora Carmen Ayala (Marta Milans), que llega al Ministerio investigando el cruel asesinato de un bebé... del que se hace inmediatamente responsable el subsecretario Salvador Martí (Jaime Blanch). El episodio, como una máquina de vapor, va cogiendo velocidad poco a poco pero de manera inexorable, poniendo una tras otra sus cartas sobre la mesa: dibujando primero el futuro aterrador al que ha ido a parar Julián Martínez (Rodolfo Sancho), en el que el Ministerio de 2068, en manos del subsecretario Salcedo (Daniel Pérez Prada), al que vimos hace un par de episodios haciéndose pasar por un delegado del gobierno de 2020, expolia el pasado y gobierna con mano de hierro mediante una legión de máquinas voladoras... no, no los Centinelas de Claremont en la historia de La Patrulla X a la que guiña el ojo el título del episodio, sino copias mejoradas del Anacronópete. Iria (Anna Cortés), la nieta de Julián, con ayuda de una envejecida Lola Mendieta (Fiorella Faltoyano), lidera la Resistencia que en unos cuantos años ha de derrocar al tirano: amenazar a alguien que viaja por el tiempo para ajustar cuentas, no obstante, es peligroso, y subyace la idea, sugerida (Julián vuelve a mencionar Terminator) pero no confirmada, de que la muerte original de Maite (Mar Ulldemolins) fue un cambio provocado por Salcedo para evitar el nacimiento de Iria.
En general toda la parte del futuro es perfecta, casi una serie distinta, como debería ser, y pese a la gravedad de lo que cuenta no se resiste a salpimentar hasta los momentos más graves con su humor tradicional, con ese Bertín Osborne que llega a presidente (o, antes, que Salvador tuvo que hacer que echaran a Javier Olivares de "Isabel" para que no desvelara la existencia del Ministerio). Pero quiero centrarme en Rodolfo Sancho, particularmente en el momento que conoce a su nieta. La interpretación de Rodolfo es fabulosa, y transmite de manera ideal tanto su emoción como las décadas que se le tiran encima de golpe. Ese futuro convence no solo por la actuación de Fiorella, la ambientación futurista o los hologramas de varios pisos de altura (hola, Blade Runner), sino por lo que hace Rodolfo Sancho con todo ello, cada una de sus reacciones, cada una de sus decisiones.
Eso enlaza con la segunda parte de la historia: al regresar Julián a su tiempo, el Ministerio prepara un plan para evitar que Salcedo pueda llegar a nacer. Angustias (Francesca Piñón), Irene (Cayetana Guillén Cuervo), Ernesto (Juan Gea), Carolina (Manuela Velllés), Alonso (Nacho Fresneda), pero sobre todo Pacino (Hugo Silva) y Salvador ponen de su parte en una compleja y oscura misión con rostros patibularios (todos entienden lo que se les pide, y nadie dice), monjas siniestras, y guiños cinematográficos, como todo el episodio: en este caso a Los Intocables y El acorazado Potemkin. Y, de manera más velada, otra vez a Chicho Ibáñez Serrador, con aquella pregunta que se hacía en el título de una de sus películas: ¿Quién puede matar a un niño?
El alma de Salvador es, al final, lo que está en juego en este episodio, el combate entre tres de los elementos que han flotado por toda la serie: la puta mariposa, los inocentes que han muerto por la Historia y lo que está dispuesto a sacrificar el subsecretario por su trabajo. El trabajo de Jaime Blanch con el guion es extraordinario, desplegando toda la profesión que lleva un actor de su calibre en cada gesto y cada palabra, y una vez más ha sido el personaje verdaderamente imprescindible de esta serie. Salvador Martí, Jaime Blanch es el Ministerio.
O lo era: el subsecretario ha abandonado el edificio... El tramo final del episodio se despide de sus personajes encarándolos a un futuro positivo y abierto. Se despide de nosotros, en cierto modo, tranquilizándonos, diciéndonos que están todos en buenas manos, y que venga lo que venga a partir de ahora, si es que viene algo, será diferente. La sensación que deja este episodio es de plenitud: incluso aquellos que deseamos que El Ministerio del Tiempo tenga más temporadas que la saga de los Alcántara podemos quedar satisfechos si no hubiera ni un solo capítulo más. La serie es la que es.
Aprovecho para agradecer la pasión, entrega y profesionalidad que han empeñado en esta serie cada uno de los que la han hecho posible, desde todos los departamentos creativos a los actores o al último de los electricistas. ¡Los créditos completos del episodio reúnen tanto talento...! Y la dedicatoria final a las víctimas del Coronavirus es un detalle más para quitarse el sombrero, si a estas alturas aún alguien lo llevaba puesto. Esta serie es un absoluto orgullo, y si es tan enorme es gracias a todos vosotros. El sentido del tiempo en 42 episodios: ¡y qué 42!
Referencias Whovian: el futuro tóxico al que llega Julián tiene un aire al de "Atasco" ("Gridlock", 2007) y uno no puede dejar de acordarse del Señor del Tiempo Victorioso de David Tennant al final de "Las aguas de Marte" ("The Waters of Mars", 2009) al asistir al dilema moral de Salvador en el clímax del episodio. Salvador, eso sí, cuenta con dos companions de lujo que evitar que caiga en el abismo, su fiel Ernesto y la inspectora Ayala.
Reseñas de El Ministerio del Tiempo
4 comentarios:
Excelente reseña del final de la cuarta temporada de una serie ya mítica, que dejará huellas imborrables en la historia televisiva española. Es un verdadero placer leer este texto escrito con rigor y pasión.
L'enyorarem, el MdT... A mi se m'ha fet supercurta la temporada.
Felicitats per la ressenya ministèric!
Muchas gracias, Laurent. Es difícil no apasionarse con esta serie...
Newgrange: ha durat com la primera, però l'hem apurat trago a trago com els bons caves... que s'evaporen a la que te n'adones!
Que cantidad de libros que me faltan leer. Gracias Marcos, con tus reseñas uno puede ver mejor los capítulos. Saludos
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