Cartel diseñado por Mikel Navarro. |
Me gustan los magos y me gusta la magia. Cuando, en abril del año pasado, empecé a diseñar mi primera "patrulla del tiempo", diferente a la que cada semana veíamos en pantalla con Alonso, Amelia y Julián, para el fanfic "Tiempo de Paz", tuve claro que uno de los tres integrantes sería un prestidigitador. En mi caso se trataba del Ministerio de 1938, y decidí que el mago sería alguien en activo en aquella época, y con algo más de edad que sus otros dos compañeros, por lo que la elección fue bastante fácil: el gran Florences. Y en un momento del relato, el subsecretario de aquella época le promete que le conseguirá entradas para ver a Harry Houdini al teatro Hippodrome de Londres en 1904.
Por tanto, entenderéis que el capítulo de hoy de El Ministerio del Tiempo, ambientado en 1924, con un Houdini interpretado por Gary Piquer y un mago español que va a conocerlo (Argamasilla en este caso, encarnado por Miki Esparbé) me atraía mucho. Más aún con Valle-Inclán de por medio. Más todavía con la visita al Nueva York de la Prohibición. Pero tengo que decir que no me esperaba, para nada, lo que esta serie nos ha dado esta semana.
En el terreno de lo convencional, sólo podría citar el desarrollo de la subtrama sobre el cuadrado que forman Susana, Irene, Salvador y Ernesto. No sabíamos exactamente cómo ni cuándo, pero parecía claro que algo así iba a ocurrir (yo esperaba que un par de capítulos más tarde, pero la verdad es que Torres parece demasiano inepta para dejar mucho tiempo el Ministerio en sus manos): Dios, dicen, está en los detalles, y lo cierto es que los de la resolución de este embrollo tienen sus más y sus menos. La reunión con Salvador en el parque, tal vez un poco apresurada, pero las escenas Susana-Irene e Irene-Ernesto muy bien matizadas.
Javier Olivares, Anaïs Schaaff, Javier Pascual y Juanjo Muñoz han pensado un capítulo distinto: en una temporada en la que cada episodio trata de pisar sobre géneros y tonos diferentes, eso puede no parecer mucho. Pero, creedme, esta vez ha sido verdaderamente distinto: por supuesto lo ha sido por tener al genial Paco Plaza al mando de la dirección. Su manera de plantear las escenas esotéricas y los flashbacks son muy personales, e incluso sus "zoom-outs" le dan un aire cinematográfico al episodio que le siente muy bien. En especial el momento de la sesión espiritista de Houdini, desde la deriva de colores inicial hasta el cruce con humo entre Harry y Amelia, es de una belleza antológica. Paco Plaza es otro de los grandes elementos personales del capítulo, uno muy, muy grande. El fascinante trabajo de localizaciones y vestuario es otro. La interpretación de Aura Garrido y Hugo Silva, impecable, valiente y superior (esta vez Alonso está más como contrapunto secundario). Sin embargo, lo principal está en ese guión.
Y es un guión, como dice Alonso de Pacino, "insaciable". Un poco a la manera de Greg Berlanti, Andrew Kreisberg y Geoff Johns en la primera temporada de Flash, el episodio se deja de sutilezas y se lanza a todo tren, como si les hubieran dicho que es el último que van a poder escribir y no quisieran dejarse nada en el tintero: tenemos un desfile de personajes que no nos esperábamos ver en esta serie, desde Edgar Hoover a Clark Gable, pasando por Arthur Conan Doyle o el propio Houdini, pero también a otros que esperábamos que pasaran por ella, pero que lo hacen todos juntos: Valle-Inclán, Ramón y Cajal, el jefe de Darrow. Las emociones por el atrevimiento, por la valentía con la que se encara el capítulo, son constantes, como un espectáculo de circo que patrocinara Gromek en el que hay algo aún más sensacional a la vuelta de la esquina. En "Tiempo de magia" hay material suficiente para nutrir un largometraje entero, o incluso una miniserie específica dedicada al tema.
¡El agente con Google Glasses! ¡Lola trabajando con Darrow pero fiándose (aún) más de Aura (¿qué Aura?)... perdón, de Amelia! ¡Magneto/Erik! ¡Los cuadros de los subsecretarios!
Pero, por supuesto, el elemento principal que hace que este episodio sea un WTF! como una casa, o que más bien amplía de manera inesperada (por culpa nuestra, no de la serie) el horizonte, es la nueva puerta que se abre: la puerta de la magia. Sí, señoras y señores: Argamasilla tiene realmente rayos X. Houdini podía dar saltos de una hora al pasado. Y Amelia tiene una verdadera sesión de espiritismo en la que una fuerza incognoscible le avisa de lo que está por venir. Esa primera escena, en la que muchos pensamos con paternalismo: "¡ay, Amelia! ¿Cómo puedes creer tú en esas cosas?", para quizás excusarla porque "en aquella época eso era casi ciencia", acaba dándonos con un canto en los dientes: no, espectadores, Amelia tiene toda la razón del mundo en hacer espiritismo, porque en ese universo ES ciencia. La magia existe en el universo del Ministerio.
Pero, por supuesto, el elemento principal que hace que este episodio sea un WTF! como una casa, o que más bien amplía de manera inesperada (por culpa nuestra, no de la serie) el horizonte, es la nueva puerta que se abre: la puerta de la magia. Sí, señoras y señores: Argamasilla tiene realmente rayos X. Houdini podía dar saltos de una hora al pasado. Y Amelia tiene una verdadera sesión de espiritismo en la que una fuerza incognoscible le avisa de lo que está por venir. Esa primera escena, en la que muchos pensamos con paternalismo: "¡ay, Amelia! ¿Cómo puedes creer tú en esas cosas?", para quizás excusarla porque "en aquella época eso era casi ciencia", acaba dándonos con un canto en los dientes: no, espectadores, Amelia tiene toda la razón del mundo en hacer espiritismo, porque en ese universo ES ciencia. La magia existe en el universo del Ministerio.
¡Claro que existe! ¡Si tenemos un sistema de puertas cabalísticas, como no va a tener poderes Argamasilla! La resolución al problema que presenta, por cierto, fichándolo en el último Ministerio del que se tiene constancia para asegurarse que no vuelve a tener tentaciones de revelar su existencia en el pasado, es además un acierto de Salvador, típico de él, de sus soluciones fuera de los márgenes pero que funcionan. Como la visita de Houdini a su madre.
La semana pasada, "Un virus de otro tiempo" sacudió las bases de lo que puede ser un capítulo de El Ministerio del Tiempo. Lo de esta semana es un sismo de grado 10, que ha destruído por completo las estructuras que algunos podían (podíamos) tener sobre el tipo de universo en el que nos movíamos, y del que ha emergido una cordillera magnífica, un nuevo universo entero de posibilidades.
América. Las Indias. El Ministerio de la Magia. Había estado ahí todo este tiempo, pero ¡ah! Los magos y la misdirection...
Reseñas de El Ministerio del Tiempo
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