Lope de Vega se embarcó con la Armada Invencible, aunque en uno de los navíos que sobrevivieron a la derrota de aquella empresa, el "San Juan". Sin embargo, Gil Pérez, agente del Ministerio del Tiempo en el siglo XVI, detecta que Lope no está alistado en el "San Juan" sino en otro de los barcos de la Armada... uno que se hundirá y cuyos marinos morirán ahogados o asesinados por los irlandeses. La Patrulla debe intervenir y trasladarse a la Lisboa del Siglo de Oro. La misión no parece, a priori, complicada: lo difícil será no implicarse personalmente en el devenir de la Historia. Especialmente para Amelia, fan irredenta del "Fénix de los Ingenios", y para Alonso de Entrerríos, que se descubre imposiblemente en las listas del mismo barco que Lope... 17 años después de que le dieran por muerto. Mientras tanto, en 2015, la secretaria Angustias se encuentra cada vez más nostálgica de lo que dejó atrás en 1900, y el agente especial Ernesto sospecha que podría estar escondiendo algo...
El segundo capítulo de El Ministerio del Tiempo nos mete ya de lleno en lo que será la dinámica de la serie, superado el trámite inicial de tener que combinar una misión de la Patrulla con la presentación de los personajes y de la organización. El reto visual de meternos en la época, tanto en lo que atañe al CGI de la "Gran y Felicísima Armada" como a la recreación de la Lisboa anterior al gran terremoto, está superado con creces y le permite centrarse pronto en los avatares de los personajes. Para empezar, seguimos viendo a Julián "enganchado" a comunicarse con su mujer muerta gracias al teléfono transtemporal del Ministerio, algo que le recriminan sus compañeros de Patrulla: pero pronto veremos que ellos también se ven tentados por las posibilidades que les ofrece el viaje en el tiempo, ella dejándose seducir por su ídolo Lope (demostrando, de paso, que tenía razón en su teoría del primer capítulo sobre la influencia del Orlando de Ariosto en su Angélica), y el veterano de los tercios descubriendo al hijo póstumo que tuvo con su mujer y haciendo lo imposible para evitar su muerte. Aunque al principio se ofrece a sacrificarse en su lugar, para no cambiar lo que consigna la Historia, y son sus compañeros quienes lo evitan, finalmente también se aprovecha del Listín de puertas para poder tener lo que el destino le había negado.
Todo esto implica varias cosas: para empezar, que Julián, aunque pueda parecer el menos dibujado de los tres personajes (porque se parece más a nosotros, y tiene menos necesidad de ser especial para que reconozcamos sus rasgos), es quien está ejerciendo una mayor influencia (y no necesariamente benéfica) sobre sus compañeros. Se habla en varios momentos de los vicios de España: la improvisación, la beligerancia, la necedad de la nobleza... Pero también, estamos viendo, la corrupción. Una corrupción, pequeña o grande, que parece anclada en nuestra manera de ser y que impregna incluso a los más honorables. Está en esa utilización de los viajes y la tecnología para beneficio propio que hacen los tres personajes protagonistas, pero también en la connivencia de Gil Pérez, en las penas de muerte conmutables, en el soborno de los tres soldados españoles que iban a vengar a Entrerríos y también en el silencio del implacable Ernesto ante la discreta falta de Angustias. España es corrupta incluso cuando es para bien, incluso en su única época de esplendor.
"Tiempo de gloria" sigue ofreciéndonos muchos otros elementos, combinados a las trama y subtramas que se van desarrollando. El dibujo desmitificador de Lope, el humor del trabajo de los funcionarios (el pobre asignado a Atapuerca), el de las salidas de tono de Julián ("Servicio de habitaciones, el que me sale de los...") -mucho menos plano que en el primer episodio-, o el de los anacronismos intrínsecos al Ministerio, como el portátil, scanner y fax de Gil Peréz.
Y también tenemos nuevas preguntas: ¿fue retrasado Lope por alguna intriga de la facción de Lola Mendieta como parte de sus propios planes? ¿O realmente Lope debía morir en el naufragio de su barco y la Historia como la conocemos ya estaba modificada por las acciones del Ministerio? Mendieta tendrá un papel muy importante en el próximo capítulo, así que es probable que empecemos a despejar esas incógnitas.
Muy interesante e inteligente fue también la pequeña pieza que antecedió a la emisión del resumen del primer capítulo, una suerte de "video promocional" del Ministerio supuestamente grabado para los nuevos funcionarios, en el que además de lo que ya sabíamos se desgranaron algunas pequeñas perlas: las principales, que el Libro de las Puertas que el rabino judío legó a Isabel de Castilla en 1491 estaba quemado (sólo tenía la parte superior) y que cada día aparecen nuevas puertas, a medida que el tiempo avanza.
En general, la serie cumple sobradamente con sus objetivos de calidad, educación y entretenimiento. Puede achacársele que el pasado parezca demasiado limpio, que alguno de los personajes no siempre tenga qué hacer (Julián se pasa un buen rato durmiendo) o que en demasiadas ocasiones la serie avance a base de sentarse a hablar. Pero creo que son pequeños vicios (o marcas de autor) que no desmerecen en absoluto el conjunto.
El Ministerio del Tiempo es una de las mejores cosas que le ha pasado a la televisión española. Esperemos que dure una segunda temporada, y una tercera después, porque tiene valor suficiente -no sólo potencial, sino ya en activo- como para ser uno de los puntales de la ficción nacional en los años por venir.
Reseñas de El Ministerio del Tiempo
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