Póster diseñado por Mikel Navarro |
Hace casi una semana, El Ministerio del Tiempo nos ofreció la mitad del primer episodio doble de la serie, "Tiempo de Valientes". No es nada casual que la historia comparta título con el pequeño audiodrama por entregas de RNE que estas últimas semanas nos ha ido dando pistas sobre el paradero de Julián. Nos encontramos en el meridiano de la temporada, y de alguna manera eso se ha notado, porque los 70 minutos del programa esta vez se han utilizado a conciencia: para explicar la historia de la semana, para abrir y cerrar tramas personales, para recuperar a un personaje clave (que nunca se fue del todo, realmente) y para preparar el escenario de lo que será una épica segunda parte. Empezamos con Julián huyendo de Cuba y acabamos con los que serán conocidos como "los últimos de Filipinas" empezando el que será uno de los asedios más famosos de la historia del imperio español.
"Tiempo de Valientes" es una de las muestras de hasta donde puede llegar una serie como El Ministerio del tiempo: tiene acción, humor, intriga, aventura, romanticismo y juega con la Historia como motor de sus propias historias. Podemos pasar de presenciar el silencioso triángulo entre Amelia, Alonso y Julián a preguntarnos por el hijo secreto de Ernesto, emocionarnos con la relación entre Julián y los soldados en Filipinas, reirnos con los desajustes anacrónicos de los personajes o empezar a ver como se las arreglan ya mucho mejor entre ellos, que la Patrulla ya no es la que empezó a trabajar junta hace algunos episodios. Y a la vez tenemos el acercamiento didáctico a lo que fue el desastre español en Cuba y Filipinas, desde el punto de vista bélico, social y humano; el continuo recordatorio de que esto es un ministerio, con su burocracia y sus procedimientos y sus funcionarios; o los toques entre fantásticos y científicos que amplían el universo que rodea a las puertas, con el robot de exploración a lo Stargate, la "reencarnación" de Blanca en Élena o esa exploración de puertas recién creadas que aún no se sabe a donde llegan, y que visualmente nos recuerda a la apertura de un cascarón (el huevo, ese universo concentrado...). Todo tiene cabida en este episodio, y cabe aplaudir de nuevo tanto la labor de los actores (los que repiten cada semana y los que aparecen como invitados en el episodio), como del equipo de localización, el de maquillaje, el de vestuario o el de especialistas, como por supuesto la dirección de Marc Vigil (se nota que es el que lleva la batuta de toda la serie) y el guión de Anaïs Schaaf y Carlos Pando.
Pero sobre todo, esta semana más que nunca hay que aplaudir el trabajo fenomenal de User T38, autores de los efectos digitales de la serie, que se han superado. No puedo pensar ni en un sólo defecto en sus construcciones virtuales de Manila o del resto de entornos que aparecen en el episodio, y que comprobando las condiciones originales de las que partían las imágenes son absolutamente impresionantes. Todo aumenta la sensación de que están allí: la selva parece la selva, el río parece un sitio en el que todos van a ser acribillados, la iglesia parece segura pero precaria, y todo, todo está donde debe para aumentar las sensaciones que transmiten el argumento, la actuación de los actores y actrices y el trabajo de dirección. Es esa suma de factores que se potencian, que trabajan todos en beneficio del todo, los que están haciendo cada semana más de El Ministerio del Tiempo la serie que no debería perderse nadie. Sin depender de cliffhangers, aunque esta semana los haya; sin depender de grandes presupuestos, aunque se merezca que cada vez sean mayores; derrochando talento y entrega, y dando alas tanto a la imaginación como premio al que ha estado ahí desde el principio.
Esta noche estaré otra vez ahí, delante del televisor ansiando bajar más y más profundo en esa infinita escalera espiral, recorrer los pasillos, acompañar a Julián en su asedio, a Ernesto en la búsqueda de su hijo, a Angustias con un café, a "Pacino" con sus padres o a Amelia en sus tira y afloja emocionales. No sé si todos vivirán para cuando lleguen los créditos: ya habéis conseguido que lo más importante del episodio no sea si logran mantener la Historia como debe, sino los personajes. Bravo, bravo y bravo otra vez, valientes.
Reseñas de El Ministerio del Tiempo
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