18 febrero 2021

El primer Festival de Eurovisión de Latveria (II)

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 [Un hombre y una mujer corren alegres por las calles
de una pintoresca población latveria. Lo quieren ver todo.
Imágenes en rápida sucesión:
Verjas de hierro forjado. Torreones. Almenas. Gárgolas. 
Los dos turistas sonríen ante un pedestal.
Contemplan una máscara de metal con remaches en la frente y alrededor de los ojos,
nariz piramidal, una boca cubierta por un particular enrejado]

- Lo que en otros países se asocia con las terribles Damas de Hierro, aparatos de tortura repletos de clavos, en Latveria es un símbolo de esperanza y firmeza. Del buen y digno gobierno.

- En efecto, Tony: la Máscara de Muerte es, desde tiempo inmemorial, el recuerdo de un rey que fue injustamente encerrado por sus opositores, apartado de todo el mundo y al que se obligó a llevar día y noche esa misma máscara, para que nadie lo reconociera. Como sabrán, Alejandro Dumas se inspiró en esa leyenda para dar pie a su famoso Hombre de la Máscara de Hierro. 

- Y después de este interludio, volvemos al fantástico escenario del Festival, donde está a punto de comenzar la actuación del representante de Andorra. Primera vez que Andorra consigue llegar a la final de Eurovisión, otro momento histórico para una edición que tiene pinta de ir a batir todos los récords.

- Ahí está ya Manu Guix. Los espectadores de Televisión Española le conocen muy bien. Nació en Barcelona, es pianista, cantante, director musical, ha sido profesor de Operación Triunfo, tiene 7 discos en el mercado...

- No es ningún principiante.

- Desde luego que no. Y, está mal que lo diga porque este año no representa a España, pero tiene una voz fantástica. En esa ocasión se presenta defendiendo a Andorra con un tema en catalán que ha compuesto él mismo: "Triomfant". Triunfante.

- Veremos si acaba por serlo.

* * * *

   La participante francesa se movía entre bambalinas: oyó como se hacía el silencio en las gradas y escuchó las primeras notas del piano del concursante andorrano. ¿Dónde quedaba Andorra en el mapa?

   En realidad, la participante francesa no era francesa, y solo era la segunda vez que pisaba Europa. Alison era de un pueblo del estado de Nueva York, y la suerte de que en su instituto enseñaran francés en vez de español era lo que la había acabado trayendo hasta aquí. Eso y su incipiente carrera en el mundo del pop discotequero.

   Pasó cerca del participante británico: Brad, o Brian, o algo así. No se había quedado con el nombre, se fijaba más en la mandíbula cuadrada, una melena más rubia incluso que la suya y un torso macizo que amenazaba con reventar su camisa inmaculadamente blanca. Ya daba por sentado que la industria musical sexualizaba a las mujeres, al menos en este concurso se alegraba la vista todo el mundo.  

- Eres la siguiente -le dijo a Alison uno de los encargados del Festival. Ella asintió, y repasó mentalmente de nuevo la letra de la canción mientras buscaba con la mirada a sus bailarines.

   Cuando pasó a su lado, el británico la cogió súbitamente de la muñeca:

- Disculpa -le susurró-, ¿has notado algo extraño?
- ¿Cómo?
- Si has visto u oído algo extraño. Fuera de lo común. Inquietante.
- No... Bueno, en realidad sí.

   Brad o Brian, que había hablado como si no hablara con ella, la miró entonces directamente a los ojos. Leche, qué guapo era. Este tío iba a ganar votos con cada primer plano que le hicieran. Estaba hecho para la Alta Definición.

- Cuéntame, te aseguro que puedes confiar en mí.
- Verás... Hace un momento...
- Sí...

   Alison bajó aún más la voz, para que nadie pudiera oírles:

- ...un tipo al que no conozco de nada me ha cogido del brazo sin permiso.

   El inglés parpadeó, dudó un momento, aflojó la mano y finalmente la soltó.

- Lo... lo siento.

- Somos rivales, muñeco -le dijo Alison, en voz más alta y alejándose hacia su equipo-. Cuando esto acabe, me invitas a una buena cerveza, y si acepto es que estás perdonado.

   Y sacudiendo su cascada de rizos dorados, se fue.

   Brian Braddock se quedó sorprendido. La inteligencia británica sostenía que él no iba a ser el único infiltrado en el concurso de Eurovisión, y recomendaban que hiciera contacto con algún otro agente para sumar sus recursos. Habría jurado que la americana que participaba por Francia era otra espía alertada por la posibilidad de que Víctor Von Muerte, soberano de Latveria, aprovechara el Festival para algún nefario plan. El público general y en particular las gentes de aquel pequeño país no sabían la historia secreta del monarca, y los extensos dosieres sobre su carrera criminal que habían ido engrosando con el paso de los años en las agencias de seguridad mundiales. La imagen de Víctor era intachable. Todo apuntaba a que hoy iba a hacer algo, pero ¿qué?

   Manu Guix, sudoroso y contento por la actuación, volvió al backstage recibiendo palmadas y chocando manos, mientras aún resonaban los aplausos y vítores de los espectadores que asistían al Festival en el mismísimo Palacio Nacional de Muertestadt. El personal preparó rápidamente el escenario, las televisiones presentaron a la participante francesa (y destacaron cómo su vestuario plateado era un homenaje a los míticos ABBA) y empezaron a sonar los rítmicos acordes techno-pop de su canción.

J'ai un passé bouleversant.

J'ai un avenir éblouissant.

Je suis un femme inoubliable.

Je suis la... Dazzler!

(CONTINUARÁ)

   En un ático de Manhattan, a media tarde:

- Johnny, deja de babear.
- ¿Pero tú la has visto? ¡Y en francés!
- Y hasta entenderías lo que dice si hubieras prestado atención en clase.
- Está buení... ¡Guau! ¿Has visto eso? ¡Qué pedazo de efectos!
- ¡Vaya! Sí que se lo ha currado Francia este año. ¡Mira, Reed! Esto es espectacular. Son como fuegos artificiales pero cambian de trayectoria.
- ¿Dime, Sue? La calle está muy vacía, está todo muy silencioso ahí abajo para ser un sábado. ¡Vaya, esos fuegos artificiales parece que cambien de trayectoria!
- Suzie, creo que te has vuelto inaudible...

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