Querido diario simialeatorio:
Hoy un soldado otomano ha fallecido tras disparar su arma contra un enemigo. Imagino que ya sabía a lo que se exponía cuando se alistó, pero dudo que contara con escalar el Olimpo, meterse en una caverna habitada por monstruos extraterrestres y acabar despedazado por un enorme oso pardo de 700 kgs sacado de una bolsa mágica por un bibliotecario de 30 años en el futuro. Esas son el tipo de cosas que se le ocurren a mi compi PR1M4T3, pero no a un soldado otomano de 1895. Por lo general.
El otro día me quejaba de que el conocimiento excesivo por parte de los jugadores del entorno en el que juegan puede quitarle a la partida un importante valor de sorpresa y descubrimiento. Hoy, observando el terror cerval de un jugador ante la mención de la legendaria expresión "ïa, ïa Shub-Niggurath", me he reconciliado con el conocimiento del entorno.
He decidido dormir algo más temprano (bueno, mira qué horas) y levantarme más temprano a resolver flecos de trabajo o escribir un poco, en lugar de hacerlo al revés. Porque dormir más tarde y levantarme A LA MISMA HORA DE CADA DÍA tampoco era ninguna ganancia. Y además así levanto a los monetes un poco antes, lo que eleva medio punto las probabilidades de llegar al tren que me conviene. Los gaticos se levantan solos y cuando quieren, que para algo son Jellicle. O Hellicle, no estoy seguro.
PD: si Cuatro va a dar Mad Men a medianoche lo tiene claro para que yo la siga o me digne siquiera a grabarla. A esa hora metéis las repeticiones de House, guapos... o "Granjero busca piso en Alcobendas" (aunque se agradece que hayáis repetido mi capítulo preferido de House, el de los tres casos "imaginarios").
2 comentarios:
El conocimiento es poder... poder para el master, que con una simple frase ritual puede hacer que a un jugador se le afloje el esfinter ;)
Pd: Ese también es mi capítulo favorito de House y no, no tiene nada que ver con Carmen Electra (no demasiado al menos), es que me recuerda a mis tiempos de profe.
En mi caso es por como va combinando realidad con ficción, introduciendo a los alumnos en los entornos "virtuales" y jugando con el montaje y la percepción del espectador. Que luego encima se combina con una historia sobre el propio House muy reveladora y un sentido del humor con muchos detalles sobre la propia serie y sus protagonistas. Bueno, vale, y Carmen Electra demuestra tener mucho sentido del humor.
Publicar un comentario