He llegado al capítulo 20 de la novela con las ideas bastante claras: hay flecos que acabar de rematar, pero la dirección y hasta el camino están bien señalados. De lo que se trata ahora es de darle a todo no sólo un sentido sino también una forma. Hay muchos personajes, se ha dicho mucho de ellos y han pasado más o menos peripecias. Es posible que haya plantado semillas hace año y medio de las que ahora no me acuerdo, y sería una pena que se echaran a perder: toca releer, volver hacia atrás, repasarlo todo desde el principio.
Y no será la última vez. Cuando acabe habrá que darle un último repaso cohesionador: porque de eso se trata, de dar cohesión, de entramar bien, pero sin estrangular: que todo lo que digas sea relevante no quiere decir que sea relevante para la trama. Cuando cada detalle es algo que tiene que desarrollarse luego para comprender el argumento se hace pesado; peor, previsible.
Así que esta vez no estoy tramando trama sino cepillándola, observándola a distancia para distinguir el dibujo global y poniéndola bajo el microscopio para fijarme en los detalles de la urdimbre... y si cabe, disimularlos para que no se noten demasiado.
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