14 marzo 2014

Doctor Who: The Space Museum

(2.26 a 2.29)

Algo extraño ocurre en la TARDIS al aterrizar en un nuevo planeta: Ian, Barbara, Vicki y el Doctor, de vuelta de las Cruzadas, se ven súbitamente vestidos con sus ropas habituales del siglo XX. Luego, algo aún más extraño ocurre: un vaso se rompe y vuelve a recomponerse... y a llenarse. El equipo sale a investigar: están en un planeta desertizado en el que alguien ha erigido lo que parece un museo aeroespacial, pero los acontecimientos extraños se siguen sucediendo: no dejan huellas en la arena y, cuando descubren que el museo está habitado, nadie parece verles y oírles. Que al final del primer capítulo descubran qué es lo que está ocurriendo no quiere decir que sus vidas no vayan a correr el máximo peligro en los tres siguientes: porque, ¿que sentido tiene saber lo que va a ocurrir, no ya si no puedes cambiarlo, sino ni siquiera determinarr si es la acción o la inacción lo que va a provocar el fatal desenlace?
The Space Museum es una historia terriblemente atípica dentro de los primeros años de Doctor Who. De hecho, hay quien considera que su primer capítulo, de lejos el más logrado de los cuatro que la componen, es más un episodio de The Twilight Zone que otra cosa. Y en su momento, cuando se emitió por primera vez en 1965, algo así debió parecer a los espectadores habituales de la serie: misterio, intriga, conceptos de ciencia ficción, un verdadero juego con el espacio tiempo. Hoy diríamos: timey wimey, puntos fijos... Pero es que The Space Museum es, en varios sentidos, una historia que conecta más con la era Moffat que con la de Dennis Spooner. Pero Spooner introdujo el sentido del humor como lenguaje de la serie, sí, pero también es el responsable de un hito como The Time Meddler, que inventó por sí solo un nuevo tipo de aventura típicamente whovian: los viajeros en el tiempo que luchan por alterar o mantener el curso de la historia. De hecho, lo que Dennis Spooner hizo muy bien fue demostrar que Doctor Who podía ser muchas cosas. Asegurar, por tanto, su supervivencia a lo largo de los años.

Pese a ese magnífico arranque y la promesa de humor y nuevos desarrollos, el guión de Glyn Jones tiene problemas: el principal, que la historia dure cuatro capítulos. Porque los dos primeros apuestan pornuevos terrenos narrativos y formales que explorar, y brillantes desarrollos para los personajes. Pero los dos últimos se vuelven mucho menos interesantes, mucho más típicos. Ya hemos visto muchas veces, a esas alturas de la serie, como la TARDIS llegaba a un planeta, el Doctor y sus amigos ayudaban a los rebeldes a derrocar al malvado tirano y se marchaban tras haber sido hechos prisioneros un par de veces. Eso no sólo ocurre aquí, sino que el tirano, los rebeldes e incluso los propios decorados son terriblemente aburridos. El guionista Robert Shearman defiende en uno de los extras del DVD que eso es a propósito, que el serial se está riendo de la propia fórmula whovian al tiempo que está extendiendo los temas de la decadencia y la inactividad por todo el serial. No seré yo quien contradiga al autor de Dalek, pero en ese sentido opino que logran mucho más su objetivo otros seriales como Full Circle o Warrior's Gate, fundiendo esos mismos temas con entornos salvajemente atrayentes.


La actuación de los secundarios va de lo pasable a lo indiferente, aunque ninguno lo haga del todo mal, y más bien se trata de que esos personajes son así, no un defecto de los que los encarnan. William Hartnell, William Russell y especialmente Maureen O'Brien son los que tienen más oportunidades para lucirse, justo porque llevan todos un tiempo con sus respectivos papeles y agradecen las ocasiones para demostrar que ya no son unos novatos en estas lides: nunca fue el Primer Doctor más extraño, nunca Vicki tan valerosa y decidida, y nunca Russell pudo poner tan claramente en práctica lo que aprendió contra los Aztecas, los Romanos y la invasión Dalek de la Tierra.

EXTRAS
El DVD de The Space Museum forma parte de un pack en el que se incluye también la historia inmediatamente posterior, la más conocida The Chase. Todos los cápitulos incluyen comentarios de William Russell (Ian), Maureen O'Brian (Vicki) y el guionista Glyn Jones  moderados por Peter Purves (que sucedería a Ian como "chico de la TARDIS" a partir, precisamente, de The Chase y The Time Meddler). 

No hay ningún making-off del serial. En su lugar, como hemos dicho, Robert Shearman trata de mejorar la imagen colectiva que existe de esta historia en "Defending the Museum". Por su parte, la nieta de William Hartnell, Jessica Carney, explica sus recuerdos de la época y cómo fue crecer con tan distinguido pariente en el breve documental "My grandfather, the Doctor", que incluye multitud de fotos de la época, algunas de ellas poco conocidas. Pero sin duda el extra más diverdito es el sketch-documental "A Holiday for the Doctor", donde el actor Christopher Green, en el papel de una vieja gloria teatral (innit?), nos explica cómo se las apañaba la tripulación original de la TARDIS para hacer vacaciones rodando el 95% del año. Aunque el tono es humorístico, las excusas y maneras de "escaquearse" y descansar una semana son reales y verdaderamente antológicas. El final, además, es de traca.

Tenemos también los habituales y muy bien trabajados subtítulos de producción, una galería de fotos del rodaje, recortes de prensa del "Radio Times" en PDF y un trailer del pack "Myths and Monsters" que consigue que Underworld hasta parezca atractiva (lo es, pero no lo parece: otro día hablamos de ella).

EN DEFINITIVA
No me esperaba lo muy interesante que es el arranque del serial y lo muy aburrido que acaba siendo: es habitual que los seriales acaben arrastrándose un poco en su parte media, pero en general la segunda mitad de éste es bastante poco lucida... aunque tras ver la defensa de Shearman uno entiende que quizás había más en el aire de lo que parece a primera vista. No es, por tanto, un serial para empezar a adentrarse en la etapa clásica de Doctor Who. Sin embargo, vale la pena aunque sólo sea por los dos primeros capítulos, verdaderamente brillantes y que conectan The Space Museum con historias como Blink, The Big Bang o The Wedding of River Song.

La calidad de imagen no es la mejor que ha logrado el equipo de restauración, aunque supera por supuesto a las anteriores versiones en VHS.

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