Jamie Mathieson vuelve a escribir el capítulo de esta semana de Doctor Who, "Flatline", y como hace siete días vuelve a dar perfectamente en el clavo, con un tema muy diferente pero tan apropiado para la serie como el anterior. En ciertos aspectos "Flatline" es un episodio muy Moffat, en tanto que coge algo típicamente moderno, cotidiano -el póster de Stuart Manning que podéis ver a la derecha homenajea a Banksy- y lo vuelve terrorífico. De esa forma podríamos ver similitudes con los gatos de "Survival" (1989), la televisión de "The Idiot's Lantern" (2006) o el wi-fi en "The Bells of St. John" (2013), pero especialmente con los dibujos infantiles de "Fear Her" (2006) y las sombras de "Silence in the library" (2008). Como todo buen capítulo, no obstante, incluso el núcleo de la trama principal de Mathieson va más allá.
El juego con las dimensiones exteriores de la TARDIS convierte el mismísimo "bigger on the inside", algo por lo general acogedor, tranquilizador, símbolo de terreno conocido, de fortaleza impenetrable, en una prisión inescapable, un terreno que en más de una ocasión nos recuerda al que el Cuarto Doctor caminara peligrosamente en "Logopolis" (1981). Y a diferencia de lo que pudiera ocurrir en "The Edge of Destruction" (1964), "Amy's Choice" (2010) o "Journey to the Center of the TARDIS" (2013), esta vez el Doctor tiene que afrontar el peligro, el asedio, en solitario... mientras Clara hace las veces del Doctor en el exterior. ¿Alguna vez os habéis preguntado cómo sería un Doctor femenino? Clara nos da una respuesta aproximada de cómo hubiera sido, por ejemplo, una Quinta Doctora.
Y ese terreno es incluso más peligroso que el que la propia TARDIS presenta al Doctor o la amenaza de unos seres de otra dimensión (en seguida volvemos a ellos): en otras ocasiones el Doctor ha ido enseñando a su compañera/o un cierto camino hacia la "Doctoricidad" que en parte significa enfrentarles a sus demonios y en parte hacerlos aceptar su potencial para ser mejores. Ocurrió en la relación entre el Séptimo Doctor y Ace, también con el Undécimo Doctor y Rory, y aunque no ha sido algo voluntario por parte del Duodécimo, es algo a lo que Clara va acercándose. A enfocar sus viajes como lo hace el Doctor (el final de "Mummy in the Orient Express" es muy llamativo en ese sentido) y en este caso en asumir el papel del Doctor, tanto en lo bueno como en lo malo, en la aceptación del mal menor. Es una senda muy peligrosa la que está caminando Clara Oswald: puede que, como consecuencia de haberse metido dentro de la linea temporal del Doctor y vivido mil vidas junto a todas sus encarnaciones, esté empapándose directamente de él. Aunque no haya sido evidente desde el principio, hay un camino cada vez más claro en ese sentido que va desde "Deep Breath" (el estado inicial de negación), sigue por "Into the Dalek" (Clara buscando el recuerdo), "Listen" (Clara es el monstruo que "hace mejores" al Doctor y a Danny Pink), y trastabillea alternamente entre sus dos naturalezas, como un balancín, entre "The Caretaker", "Kill the Moon", "Mummy in the Orient Express" y ahora "Flatline". Casi se podría decir que eso, y no el red herring de Missy es el verdadero hilo conductor de la temporada... si no fuera porque al final de este episodio descubrimos con alarma que, muy probablemente, ambos hilos SON EL MISMO.
Volvemos a los seres de la segunda dimensión: el planteamiento de su universo y de su propia existencia por parte del Doctor, su interacción con el mundo tridimensional y la energía que fluye en él, la dificultad para la comunicación y las desastrosas consecuencias que tiene su intento de contacto construye uno de los mejores episodios de ciencia ficción de la serie en mucho tiempo, la antítesis de los aspectos más espúrios de "Kill the Moon". Si hay algo a lo que "Flatline" recuerda es a la novela Los propios dioses (The gods themselves, 1972) de Isaac Asimov, y eso son palabras mayores.
Todos los actores cumplen bien con su cometido, sin que ninguno brille especialmente aparte de Peter Capaldi y, sobre todo, Jenna Coleman, que se supera una vez más en este episodio para ofrecernos una nueva faceta de su interpretación de Clara, quién es y en qué se está convirtiendo. Los decorados y el vestuario son adecuados aunque un tanto demasiado genéricos en algunos momentos, y la representación del monstruo alterna entre lo desconcertante, lo terrorífico y lo convencional, algo que probablemente se ajusta a la mayoría de episodios que dirige Douglas Mackinnon ("The Sontaran Stratagem", 2008; "The Power of Three" 2012, "Cold War", 2013, "Time Heist", 2014) y que casi nunca se han destacado por la originalidad: correctos pero no rompedores (la gran excepción es "Listen"). Mención aparte merece la banda sonora de Murray Gold, que quizás vuelve a registros más propios del Undécimo Doctor pero que ha compuesto para este episodio la primera partitura que, personalmente, me ha llamado la atención en esta temporada.
En definitiva un buen capítulo de Doctor Who, recomendable para los que disfruten con la ciencia ficción y más disfrutable cuanto más recorrido hayan vivido junto a Capaldi y Coleman, que le vale por mi parte un 9/10.
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